“Juntos, desde COVID-19 hacia el futuro”: Vacuna para todos

“Juntos, desde COVID-19 hacia el futuro”: Vacuna para todos


“Trabajemos todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida”. Papa Francisco


BOLETÍN M&R #2 | Marzo 2021 

Vacuna para todos

Según datos proporcionados por People’s Vaccine Alliance, una coalición que incluye a Oxfam, Amnistía Internacional y Global Justice Now, este año, 9 de cada 10 personas que residen en países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra el COVID-19.

Dado que el 85% de los refugiados y desplazados internos del mundo se encuentran en países donde los gobiernos nacionales a menudo carecen de los medios para cubrir las necesidades de salud de sus poblaciones, estos grupos extremadamente vulnerables corren el riesgo de quedar excluidos de la posibilidad de vacunarse. Es un imperativo prevenir las desigualdades dentro de las naciones y garantizar un acceso equitativo a las vacunas contra el COVID-19 por parte de todos, especialmente de los más vulnerables, independientemente de su condición jurídica. 

La Sección M&R considera que los refugiados, los migrantes, los desplazados internos, las víctimas de la trata y los desplazados climáticos deben ser vacunados contra el coronavirus al igual que el resto de la población y es preciso tener en cuenta su particular vulnerabilidad a la hora de determinar la prioridad de acceso a las vacunas. Este boletín se centra en los esfuerzos de la Iglesia católica por garantizar acceso universal a las vacunas contra el COVID-19, dedicando especial atención a todas las personas vulnerables. 


Vacunas contra el COVID-19: la posición del Vaticano


El Papa Francisco ha pedido reiteradamente que las vacunas contra el COVID-19 estén disponibles y sean accesibles para todos. Justicia, solidaridad e inclusión son los principales criterios a seguir para hacer frente a los desafíos que plantea esta emergencia mundial. Durante el mensaje Urbi et Orbi pronunciado la pasada Navidad,  el Santo Padre hizo un llamamiento a las naciones del mundo a compartir las nuevas vacunas contra el coronavirus con los más necesitados: “Pido a todos: a los responsables de los estados, a las empresas, a los organismos internacionales, de promover la cooperación y no la competencia, y de buscar una solución para todos. Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta”. Durante la Audiencia General del 19 de agosto de 2020, el Santo Padre también afirmó proféticamente: “¡Sería triste si en la vacuna para el Covid-19 se diera la prioridad a los ricos! Sería triste si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación y no sea universal y para todos”.

En el comunicado, Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más justo y más sano, redactado por la Comisión Vaticana Covid-19 (VCC-19) en colaboración con la Academia Pontificia para la Vida, se examinan las diversas etapas del proceso de vacunación, desde la producción hasta la aprobación, desde la financiación hasta la distribución. 

Respecto a la cuestión de la producción, cabe señalar que, al tratarse de una invención producida por el ingenio humano, la vacuna es un producto más disponible en el mercado. Sin embargo, “las inversiones en dicha área deberían encontrar su significado más profundo en la solidaridad humana”. Por lo tanto, debe superarse la lógica del “nacionalismo de las vacunas”, en favor de acuerdos internacionales que faciliten el acceso universal a la vacuna, sin discriminación, según el principio del destino universal de los bienes. 

En lo que respecta a los criterios de administración y acceso a la vacuna, la VCC-19 respalda la propuesta de la OMS de “vacunar a ciertas personas en todos los países y no a todas las personas en ciertos países”, para evitar que “la compra a gran escala de vacunas por parte de países ricos demoren el acceso al producto de otros países con menos recursos”.  

Por último, la VCC-19 identifica algunas líneas guía para “obtener una vacuna segura y eficaz contra el Covid-19 de modo que el tratamiento esté disponible para todos; con especial atención a los más vulnerables, respetando el principio de la equidad a lo largo de todo el proceso de desarrollo y distribución de la vacuna”. Entre estas directrices, destacamos en particular el compromiso de la Iglesia a nivel mundial de “hablar, exhortar y ayudar a garantizar que las vacunas y la atención de calidad estén disponibles para nuestra familia mundial, especialmente para las personas vulnerables”. 

El arzobispo Ivan Jurkovič (EN), Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, ha hecho hincapié en la necesidad de intensificar los esfuerzos de cooperación internacional y multilaterales para promover el pleno respeto de los derechos humanos fundamentales y garantizar el acceso universal a las vacunas contra el COVID-19. “Para permitir la plena recuperación de la crisis, es fundamental garantizar el acceso para todos a medicamentos, herramientas, vacunas, diagnósticos y tratamientos a precios asequibles: nadie debe quedarse atrás”, dijo Mons. Jurkovič en un discurso pronunciado ante el 32º Comité Permanente sobre el Derecho de Patentes de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) se hizo eco de esta afirmación, indicando que se trata de “un imperativo moral” para la industria farmacéutica, los gobiernos y las organizaciones internacionales garantizar que las vacunas, eficaces y éticamente aceptables sean también accesibles “a los países más pobres y sin un coste excesivo para ellos”. La CDF concluyó señalando que: “La falta de acceso a las vacunas se convertiría, de algún modo, en otra forma de discriminación e injusticia que condenaría a los países pobres a seguir viviendo en la indigencia sanitaria, económica y social”.


Los agentes católicos abogan por la igualdad de acceso a las vacunas 


Sólo el 13% de la población mundial ya ha comprado más de la mitad de las vacunas disponibles contra el COVID-19, y los expertos temen que la vacunación universal pueda tardar años en conseguirse, a menos que las naciones ricas estén dispuestas a invertir más en su amplia distribución. Por ello, la organización de ayuda católica Misereor hizo un llamamiento a la Unión Europea para que proporcione un acceso equitativo y rápido a las vacunas contra el coronavirus. Según Pirmin Spiegel, directora general de Misereor, “el mundo sólo podrá hacer frente a la crisis del Covid-19 si la combatimos en todas partes, no sólo en casa”. De hecho, si derrotamos al virus sólo en algunas regiones, tendrá tiempo para mutar y podría ser aún más difícil combatirlo. “Asegurémonos de que todas las personas que lo deseen puedan vacunarse lo antes posible”, instó la directora de Misereor.

En línea con el llamamiento del Papa Francisco para que las vacunas contra el coronavirus estén disponibles para los más necesitados, el Vaticano ha comenzado la campaña de vacunación para las personas sin hogar de Roma. “Se ha administrado la primera dosis de la vacuna contra la COVID 19 a un grupo de 25 personas sin domicilio fijo, alojadas de forma estable en las estructuras de residencia y asistencia de la Limosnería Apostólica. En los próximos días serán vacunados otros grupos”, declaró el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. La iniciativa fue supervisada por el cardenal Konrad Krajewski, que dirige la Limosnería Apostólica de la Santa Sede.

La Red Jesuita con Migrantes para Latinoamérica y el Caribe, junto con un centenar de organizaciones de la sociedad civil, entidades académicas y defensores de derechos humanos, emitió un comunicado en el que se insta a las autoridades de todos los Estados de la región a “garantizar a las personas migrantes, solicitantes de asilo, refugiadas y apátridas, el acceso a todos los servicios de salud”, y en particular la vacuna contra el coronavirus. Piden que se lleve a cabo la vacunación de las poblaciones vulnerables “sin discriminación alguna y en condiciones de igualdad que el resto de la población”. La Red advierte que “la exclusión de personas migrantes y refugiadas de los planes para prevenir y combatir la pandemia” pondría en peligro los objetivos de salud pública de los países receptores.

Algunos teólogos católicos alertaron de la catástrofe (EN), moral y sanitaria, que supondría negarles a los trabajadores indocumentados la posibilidad de vacunarse. Se pronunciaron en respuesta a la declaración emitida por el Gobierno de Nebraska (EE.UU.), en la que se informaba de que los trabajadores indocumentados quedarían excluidos de su programa de vacunación. Brian Kane, responsable de las cuestiones éticas de la “Catholic Health Association” de los Estados Unidos, considera fundamental dar prioridad a la vacunación de los trabajadores indocumentados, ya que éstos son especialmente vulnerables debido a su trabajo y a las condiciones sanitarias generales. Además, pedir información acerca de su estatus migratorio para poder vacunarse podría generar miedo a ser deportados, no sólo entre los trabajadores indocumentados, sino también entre las familias que se encuentran en una situación migratoria mixta y los refugiados o solicitantes de asilo. Todo ello podría dar lugar a la exclusión de personas que son legalmente elegibles. “Desde una perspectiva católica, y afirmaría también desde una perspectiva de la salud pública, existe unanimidad sobre el hecho de que queremos crear las condiciones para una sociedad sana, y esto significa no discriminar a nadie sobre la base de su estatus migratorio”, afirmó el Sr. Kane.


Una vacuna para toda la humanidad: ¡Nadie debe quedar excluido!


El Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral,
habló para Vatican News sobre los retos que plantea el acceso universal a las vacunas contra el COVID-19 y sobre la importancia de facilitar la producción de vacunas en los países en vías de desarrollo. Expresó especial preocupación por la propiedad intelectual vinculada a los medicamentos: aunque algunos países africanos pueden tener la capacidad de producir por sí mismos vacunas contra el COVID-19, no pueden hacerlo debido a las patentes. Esto representa un obstáculo para el acceso universal, constantemente invocado por el Papa Francisco. Al mismo tiempo, no podemos excluir el uso de remedios tradicionales, en la medida en que se pueda demostrar su eficacia.

“El debate sobre la vacunación debe adoptar un enfoque holístico, orientado a las personas y basado en el multilateralismo y en la voluntad política de promover el acceso”, afirmó el Secretario General de Caritas Internationalis (EN; IT; FR), Aloysius John, citando la interconexión de toda la humanidad. También alienta lo que define como una lógica de la “vacuna para la gente”, que promueve la solidaridad mundial en lugar del interés nacional. La alternativa, excluir a los países más pobres del acceso a las vacunas, “tendrá consecuencias nefastas y duraderas para la salud humana”. Además, supondrá también un daño económico considerable, tanto para las economías avanzadas como para los países emergentes. En resumidas cuentas, “se podrá abordar esta emergencia global únicamente si se pone a disposición de todos una vacuna contra el COVID-19, asequible y eficaz”. Las reflexiones conclusivas del Secretario General se dirigen a los migrantes y los refugiados, que siempre corren el riesgo de ser olvidados. “Estas personas desplazadas o en movimiento son muy vulnerables a la pandemia y pueden no entrar en el radar del proceso de vacunación”.

El P. Charles Chilufya SJ es Coordinador del Grupo de Trabajo para África de la Comisión COVID-19 del Vaticano y Director de la Oficina de Justicia y Ecología de la Conferencia Jesuita de África y Madagascar. En una entrevista concedida a Vatican News, explicó algunas de las complicaciones de la llegada de la vacuna a África. El tema principal, además de las patentes, es la oferta: “Los países ricos ya están comprando más que los países pobres”. La cooperación internacional, expuso el P. Chilufya, también es un factor a tener en cuenta. Nos recordó que la atención médica no es un privilegio para unos pocos, sino un derecho para todos y pidió la firma de acuerdos internacionales para superar los obstáculos burocráticos y garantizar la igualdad de acceso a las vacunas contra el coronavirus. Asimismo, dijo que “los intereses nacionales individuales y el poder de algunos estados sobre otros” interrumpen una distribución equitativa de la vacuna. Esta actitud egoísta no es eficaz, explicó el P. Chilufya: “Si la enfermedad no se aborda en África, afectará a otros países. Como todos sabemos, no se trata de un problema local. Es un problema de salud pública de proporciones mundiales”. Por esta razón, hizo un llamamiento a todas las partes interesadas a imaginar “un sistema de salud mundial más cooperativo en el futuro”.

La Comisión Vaticana COVID-19 (VCC-19) organizó un webinar titulado “El cuidado de las personas, los pueblos y el planeta en tiempos de pandemia”, con los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. El P. Carlo Casalone, teólogo moral y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, insistió en la cuestión de que todos deben tener acceso a la vacuna, como ya se indicó en la nota difundida por la VCC-19. Los principios de “justicia, solidaridad e inclusión”, dijo el padre Casalone, “deben estar en la base de cualquier intervención en respuesta a la pandemia”. El teólogo manifestó también su preocupación por la explotación comercial, éticamente inaceptable, de las vacunas, que está lejos de los valores de la solidaridad humana. Por esta razón, es esencial superar la lógica del “nacionalismo de la vacuna” y “apoyar los acuerdos internacionales para gestionar las patentes a fin de facilitar el acceso a todos a la vacuna”. Durante el webinar, la VCC-19 renovó su compromiso de promover la cooperación global dentro de la Iglesia, un compromiso que involucra a todas las agencias católicas, empezando desde cero. La Hna. Carol Keehan, directora general de la “Catholic Health Association” de los Estados Unidos y actual coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Pública de la VCC-19, habló de los “recursos” que se pondrán a disposición de las estructuras y organizaciones eclesiales locales de todo el mundo. Estas incluyen información clínica sobre vacunas contra el COVID-19, una guía sobre cuestiones éticas relacionadas con las vacunas, comunicados sobre las enseñanzas del Papa Francisco en la materia y una guía para las familias.

Para números anteriores, por favor consulte la página: migrants-refugees.va/es/boletin-c-19

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