COVID-19: ¡NADIE DEBE SER OLVIDADO! #32

COVID-19: ¡NADIE DEBE SER OLVIDADO! #32

COVID-19 | BOLETÍN #32 | 15 de diciembre de 2020

“Que el Señor pueda devolvernos la vista para redescubrir
qué significa ser miembros de la familia humana” (Papa Francisco)

Iniciativas de acogida e integración 

El 11 de diciembre de 2020 se iluminó la figura de la Sagrada Familia representada en la escultura Angels Unawares, que se encuentra en la Plaza de San Pedro de Roma desde el 29 de septiembre de 2019. Se trata de un símbolo que evidencia el profundo significado de la Navidad y recordar que Jesús, junto con María y José, también fue un migrante, y tuvo que huir para salvar su vida. La copia exacta de la escultura fue presentada el pasado 8 de diciembre en la Grand Army Plaza de Brooklyn, Nueva York, y ésta también, durante todo el período de Navidad, será iluminada de la misma manera. Es un gesto de hermanamiento para recordar que, todavía más en este momento de pandemia, todos estamos necesitados y a la espera. “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”. Papa Francisco, 27 de marzo de 2020

La Red Clamor, con el apoyo de ACNUR y del Consejo Episcopal Latinoamericano, presentó un informe (ES) sobre los refugiados y migrantes venezolanos, que llegaron a varios países latinoamericanos escapando de la grave situación que se vive en su país. Además de compartir los testimonios de los refugiados y migrantes venezolanos, el informe ofrece una serie de recomendaciones, destinadas a promover la protección y el desarrollo general de los refugiados y migrantes en sus comunidades de acogida. El primero de los cuatro capítulos analiza las causas que llevaron a emigrar de Venezuela; el segundo, examina las rutas de tránsito, junto con los riesgos que conlleva la migración; el tercero, presenta la red de apoyo y acogida en varias ciudades; el cuarto, describe los retos a los que se tienen que enfrentar los venezolanos. Por último, se formulan una serie de recomendaciones, sobre todo, la necesidad de lograr una mayor sinergia entre las organizaciones católicas, las agencias de las Naciones Unidas y otras organizaciones nacionales e internacionales, para que juntas puedan promover el desarrollo integral de refugiados y migrantes.

El centro Le Pont (FR) (El Puente), fundado por iniciativa de la Oficina de Comunidades Culturales y Rituales de la archidiócesis de Montreal, ofrece alojamiento y servicios a solicitantes de asilo. Para facilitar el proceso de integración, Le Pont ofrece a cada familia un servicio de acompañamiento y un seguimiento adaptados a sus circunstancias, a través de asistencia y actividades que realiza en colaboración con diferentes organizaciones asociadas. Además, muchas parroquias de Montreal han brindado su apoyo a través de la presencia de voluntarios y la entrega de bienes y otras donaciones. Una parte esencial de su labor consiste en la promoción de actividades de incidencia ante las autoridades locales, a fin de proteger y promover los derechos de las personas que solicitan asilo y su acceso a los servicios básicos, que es esencial para una auténtica integración. Le Pont respondió oportunamente a la pandemia y al consiguiente confinamiento; redujo al mínimo el personal, confinó a los residentes en sus instalaciones, llevó a cabo los ajustes correspondientes y supo transmitir a los residentes toda la información necesaria, de manera precisa y sin generar un pánico innecesario. Cuando cerraron los bancos de alimentos, también tuvo que hacer frente a la inseguridad alimentaria de sus huéspedes, pero supo gestionar la crisis gracias a las donaciones que recibieron de las parroquias. Las redes sociales les ayudaron a garantizar un servicio de acompañamiento a las familias y, a pesar de todo, éste ha sido un momento difícil. Asimismo, los residentes de Le Pont expresaron sus preocupaciones durante algunos encuentros celebrados, y manifestaron la ansiedad que les generaba la inseguridad financiera y la incertidumbre al no saber cuánto duraría el periodo de confinamiento. Otras personas revivieron también algunos de los traumas que habían padecido durante el período en el que habían migrado. “La integración no es una asimilación que lleva a suprimir u olvidar la propia identidad. Para estas personas, integración significa contar con un lugar en donde se sientan responsables de participar activamente en la sociedad. Si se reconocen y valoran adecuadamente sus habilidades y competencias, los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados pueden ser un verdadero recurso para las sociedades que les acogen”, afirma Alessandra Santopadre, directora de Le Pont

Proyectos en las escuelas y apoyo a la educación

El cierre de escuelas, impuesto por la pandemia del COVID-19, ha privado a muchos niños de un espacio seguro donde poder crecer y construir un futuro. La educación es un derecho fundamental que abre la posibilidad de ejercer otros derechos y, por ello, es importante que sea siempre accesible y que se garantice a todos.

Burundi ha sido uno de los pocos países en el mundo donde las aulas no cerraron con motivo de la pandemia, lo que ha permitido a Entreculturas (ES) poder continuar atendiendo a la población refugiada en el país, valorando la importancia de la educación en esos contextos. Junto con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), Entreculturas ha puesto en marcha un proyecto de educación en emergencias, que tiene como objetivo promover un entorno educativo seguro para 15.050 estudiantes refugiados congoleños de primaria y secundaria. El proyecto consta de tres fases. La primera, ya finalizada, se ha centrado en la reforma y construcción de aulas y vallas de seguridad en torno a las escuelas. La segunda, se centra en mejorar las dinámicas de aprendizaje en las aulas, mediante la capacitación del profesorado y clases de refuerzo escolar para el alumnado que presenta mayores dificultades de aprendizaje. La tercera y última fase del proyecto, que se iniciará el próximo año, estará dirigida a reforzar los vínculos socio-afectivos en el núcleo familiar del alumnado. Las familias contarán con un acompañamiento constante, que no solo propiciará su implicación y participación en la vida escolar, sino que también contribuirá a mejorar sus habilidades para apoyar a sus hijos e hijas.

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) garantizará el acceso a la educación universitaria a refugiados vulnerables (EN) que viven en Kenia, mediante la concesión de becas. En colaboración con el College for America (CfA) de la Southern New Hampshire University y el Global Education Movement, el JRS otorgará becas basadas en el mérito a 21 estudiantes de todas las edades y credos religiosos. Después de graduarse, los estudiantes deberán realizar prácticas presenciales y/o virtuales, de tres meses de duración, en organizaciones locales e internacionales, antes de comenzar sus estudios de licenciatura. Se prevé que los beneficiarios de las becas realicen programas de licenciatura, acreditados por el CfA, de Comunicación y Gestión Empresarial. La organización de refugiados también presta orientación profesional y otros tipos de apoyo tras la licenciatura, con el fin de mejorar el grado de empleabilidad de los beneficiarios. 

Australian Catholic Religious Against Trafficking in Humans, en colaboración con Catholic Education Melbourne y la archidiócesis de Melbourne, ha desarrollado un kit de material didáctico (EN) para su uso en los distintos ambientes escolares, tales como salas de profesores, comedores escolares, etc., que muestren la variedad de productos a utilizar, que no hayan sido fabricados por mano de obra esclavizada, que también pueden ser aplicados a lugares de trabajo, parroquias, hogares, etc. Esta guía práctica ayuda a encontrar productos (té, café, bebidas de chocolate, etc.) que no hayan sido fabricados por mano de obra esclava y presenta numerosos recursos de sensibilización. Las personas víctimas de la trata o del trabajo esclavo, que se ven obligadas a trabajar en condiciones parecidas a la esclavitud, son una de las categorías más pobres y vulnerables, y la Doctrina Social Católica nos pide que cuidemos de ellas. Al decidir comprar solo productos fabricados sin trabajo esclavo, podemos ayudar a erradicar el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas, y crear una diferencia en nuestro mundo.  

Fratelli tutti: un mensaje de apertura y acogida

Durante un seminario de formación en línea sobre la Encíclica Fratelli tutti, organizado por la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, el Cardenal Luis Antonio Tagle (EN) puso de manifiesto cómo la Encíclica nos inspira en nuestro camino hacia la edificación de un mundo mejor, basado en la amistad social, el amor universal y la fraternidad. El Cardenal afirmó que Fratelli tutti nos invita a tomar buena cuenta de la falta de fraternidad y hermandad: “Debemos prestar atención a cómo los pobres, los olvidados, los abandonados sufren aún más en esta cultura del descarte”, agravada por una mentalidad y un contexto “cerrado” a otros. Parte de la visión del Papa de un mundo abierto a la fraternidad es el amor universal: “El amor es una forma de buscar la unión con los demás. ¡Así ama Dios! ¡Así es como se ha manifestado! ¡Así es como Jesús ama e incluso murió por todos! ¡Así es como sopla el Espíritu! Dios, que es amor, es apertura total y plena”. Esto, añadió, se recoge también en la parábola del Buen Samaritano, a la que se refiere el Papa en Fratelli tutti. La apertura del Samaritano le llevó a acercarse al forastero que estaba tirado al borde del camino y a tratarlo como a un hermano. Por último, el cardenal Tagle pidió a sus oyentes respuestas concretas a los llamamientos de Fratelli tutti, porque el amor universal, sin una respuesta genuina corre el riesgo de quedarse en un mero concepto o en un eslogan.

El Padre Fabio Baggio (IT), scalabriniano y subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, describió la Encíclica Fratelli tutti como un llamamiento del Papa a acoger e integrar a todos los que viven en las periferias existenciales, incluidos los migrantes. En la Encíclica, el Papa Francisco se refiere a la ciudadanía como a un aspecto fundamental de la integración. El P. Baggio enfatizó que ésta se debe interpretar como ciudadanía activa y se traduce en pertenencia y participación en la comunidad en la que vive una persona. Para que esto sea posible, es necesaria una cultura del encuentro, como la define el Santo Padre, que presupone y requiere una apertura al otro, al que es diferente. No debemos tener miedo, escribe el P. Baggio: “Sólo se puede cuestionar una fe débil”. Y luego añade: “Muchas veces, las personas se van a proclamar el Evangelio de un continente a otro, pero hoy se nos ofrece esta oportunidad, dar testimonio de Jesús a través de nuestra forma de vivir con quienes llegan sin ni siquiera conocerle, o que tal vez le conocen pero solo de una manera distorsionada. ¿Cómo podemos perder esta oportunidad?”.

El también subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Vaticano, Cardenal Michael Czerny (EN; IT), invitó a los participantes en un seminario en línea, organizado por la Universidad Sophia en Tokio, a entender las enseñanzas de la tradición cristiana y la Encíclica Fratelli tutti como guías para las nuevas generaciones, a la hora de construir un mundo mejor, después de este tiempo de pandemia. El Cardenal dijo que la respuesta a esta crisis se puede encontrar en las antiguas enseñanzas de la tradición cristiana, como queda de manifiesto en Fratelli tutti, en la que el Papa nos pide que establezcamos la fraternidad y la amistad social entre todos los pueblos y naciones. Señaló que la pandemia ha golpeado a una sociedad en la que ya existe un “virus más grande”, el de la injusticia social, la desigualdad de oportunidades, la marginación y la falta de protección para los más débiles, además del “virus pequeño, pero terrible” del COVID-19. Recordó la definición del Papa de injusticia, un virus del que uno puede defenderse con los anticuerpos de la justicia, la caridad y la solidaridad. A este respecto, los jóvenes tendrán un papel decisivo en la creación de una cultura de fraternidad, solidaridad y gratuidad. Los valores fundacionales para una sociedad mejor, dijo el Cardenal Czerny, son el respeto a la historia, a los ancianos y a la creación, y el compromiso con el diálogo social entre generaciones y con la solidaridad, avanzando siempre con un espíritu de apertura.

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