15 abril 2022 | Discurso del Santo Padre, Discursos

VIERNES SANTO PASIÓN DEL SEÑOR VÍA CRUCIS PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE FRANCISCO

Coliseo

XIV estación
El cuerpo de Jesús es puesto en el sepulcro
V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en el
sepulcro nuevo que él había excavado en la roca. Después hizo rodar una gran
piedra a la entrada del sepulcro y se fue. María Magdalena y la otra María se
quedaron allí, sentadas delante del sepulcro. (Mt 27,59-61)
Ya estamos aquí. Hemos muerto a nuestro pasado. Hubiéramos querido vivir en
nuestra tierra, pero la guerra nos lo ha impedido. Es difícil para una familia tener
que elegir entre sus sueños y la libertad. Entre los anhelos y la supervivencia.
Estamos aquí después de viajes en los que hemos visto morir mujeres y niños,
amigos, hermanos y hermanas. Estamos aquí, supervivientes. Nosotros, que en
nuestra casa éramos importantes, aquí somos percibidos como una carga, como
números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más que
inmigrantes. Somos personas. Hemos viajado hasta aquí por nuestros hijos.
Morimos cada día por ellos, para que puedan tener una vida normal, sin bombas,
sin sangre, sin persecuciones. Somos católicos, pero también esto a veces parece
que pasa a un segundo plano respecto al hecho de que somos migrantes. Si no nos
resignamos es porque sabemos que la enorme piedra sobre la puerta del sepulcro
un día será removida.
Señor Jesús, que fuiste bajado del madero de la cruz por manos amigas.
R/. Dona nobis pacem.
Tú que fuiste sepultado en la tumba nueva de José de Arimatea.
R/. Dona nobis pacem.
Tú que no conociste la corrupción del sepulcro.
R/. Dona nobis pacem.
Todos:
Pater noster…
Señor Jesús,
que descendiste a los infiernos
para liberar a Adán y Eva con sus hijos de la antigua esclavitud,
te suplicamos por las familias de los migrantes,
sácalos del aislamiento que destruye
y a todos nosotros concédenos reconocerte en cada persona
como nuestro amado hermano y hermana.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.