[…] Me gustaría agradecer a los miembros de la Guardia Costera: son buenos hombres y mujeres. Te lo agradezco de todo corazón, porque has sido un instrumento de la esperanza que Jesús nos trae. Tú, entre nosotros, has sido sembradores de esperanza, de la esperanza de Jesús. Gracias, Antonio, a ti y a todos tus compañeros y a todos aquellos que El italiano ha recibido tan generosamente: ¡el sur de Italia ha sido un ejemplo de solidaridad para todo el mundo! A todos ellos, espero que al mirar este pesebre puedan decirle a Jesús: «¡Yo también he ayudado a hacerte un signo de esperanza!».
Y a todos los refugiados les digo una palabra, la del profeta: Levanten la cabeza, el Señor está cerca. Y con él la fuerza, la salvación, la esperanza. El corazón, tal vez, entristecido; pero la cabeza, alta en la esperanza del Señor. […]