22 marzo 2021 | Mensaje

MENSAJE DE SU EMINENCIA EL CARDENAL PIETRO PAROLIN, SECRETARIO DE ESTADO, EN NOMBRE DEL SANTO PADRE, CON MOTIVO DEL DÍA MUNDIAL DEL AGUA 2021

Excelencias:

Es para mí un honor saludarles cordialmente, también en nombre del Santo Padre, con motivo del Día Mundial del Agua 2021.

El tema elegido para este año, “Valorar el agua”, nos invita a ser más responsables en la tutela y utilización de este elemento tan fundamental para la preservación de nuestro planeta. Sin agua, en efecto, no habría habido vida, ni centros urbanos, ni productividad agrícola, forestal o ganadera. Con todo, este recurso no ha sido cuidado con el esmero y la atención que merece. Desperdiciarlo, desdeñarlo o contaminarlo ha sido un error que continúa repitiéndose también en nuestros días.

Más aún, en el mismo siglo XXI, en la era del progreso y de los avances tecnológicos, el acceso al agua potable y segura no está al alcance de todos. El Santo Padre nos recuerda que el agua es “un derecho humano básico, fundamental y universal,  […]condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (Enc. Laudato si’, n. 30); un bien al que todos los seres humanos, sin excepción, tienen derecho a acceder de forma adecuada, de modo que puedan llevar una vida digna. De manera que “este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarle el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (Ib.).

A esta triste realidad se añaden hoy los nocivos efectos del cambio climático: inundaciones, sequías, aumento de las temperaturas, variabilidad repentina e impredecible de las precipitaciones, deshielos, disminución de las corrientes de los ríos o agotamiento de las aguas subterráneas. Todos estos fenómenos perjudican y merman la calidad del agua y, por consiguiente, impiden una vida serena y fecunda. También contribuye a este estado de cosas la difusión de la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia, que llevan al hombre a sentirse autorizado para saquear y esquilmar la creación. Sin olvidar la actual crisis sanitaria, que ha agrandado las desigualdades sociales y económicas existentes, poniendo en evidencia el daño causado por la ausencia o la ineficiencia de los servicios hídricos entre los más necesitados.

Pensando en cuantos hoy carecen de un bien tan sustancial como el agua, así como en las generaciones que nos sucederán, invito a todos a trabajar para terminar con la contaminación de los mares y los ríos, de las corrientes subterráneas y los manantiales, a través de una labor educativa que promueva el cambio de nuestros estilos de vida. la búsqueda de la bondad, la verdad, la belleza y la comunión con los demás hombres en aras del bien común. Que sean estos los planteamientos que determinen las opciones del consumo, del ahorro y de las inversiones (cfr. San Juan Pablo II, Enc. Centesimus annus, n. 36). […]