[…] Cuando faltan la legalidad y la seguridad, los más débiles son los primeros perjudicados, porque tienen menos medios para defenderse y mantenerse por sí mismos. En efecto, toda injusticia afecta sobre todo a los más pobres, y a todos aquellos que de diversas maneras pueden llamarse “los últimos”. Los últimos en nuestro mundo son aquellos que abandonan sus tierras debido a la guerra y la miseria y deben comenzar desde cero en un contexto completamente nuevo; los últimos son aquellos que han perdido sus hogares y trabajos, y no pueden mantener a sus familias; los últimos son los que viven marginados y enfermos, o son víctimas de injusticias y abusos. A todos ellos os acercáis cuando intentáis prevenir los delitos y trabajáis para combatir el bullying y el fraude; cuando dedicáis vuestro tiempo y energías a la formación de los jóvenes y a la vigilancia de las escuelas, a la protección del territorio y del patrimonio artístico, a la organización de congresos y a la formación de una ciudadanía más activa y consciente. […]