15 mayo 2021 | Discurso del Santo Padre

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN «METER»

Sala Clementina

Me complace encontrarme con vosotros, representantes de la asociación Meter,
que desde 1989 —cuando pocos hablaban de esta lacra— se dedica a la lucha
contra la pederastia en Italia y en otros países. Saludo y doy las gracias a
monseñor Antonio Staglianò y a don Fortunato Di Noto, fundadores de esta
importante organización. Y saludo y doy las gracias al cardenal Paolo Lojudice y
a todos los que de diversas maneras sostienen a la Asociación, para la
protección y defensa de los niños abusados y maltratados.
A lo largo de los años, con vuestra generosa labor, habéis contribuido a hacer
visible el amor de la Iglesia por los más pequeños e indefensos. ¡Cuántas veces,
como el buen samaritano del Evangelio, os habéis acercado con respeto y
compasión, para acoger, consolar y proteger! Cercanía, compasión y ternura: es
el estilo de Dios ¡Cuántas heridas espirituales habéis vendado! Por todo ello, la
comunidad eclesial os está agradecida.
Podemos comparar vuestra Asociación con una casa. Cuando decimos “casa”
pensamos en un lugar de acogida, de refugio, de custodia. La palabra casa tiene
un sabor típicamente familiar, que evoca el calor, el afecto y la ternura que se
puede experimentar en una familia, especialmente en los momentos de angustia
y dolor. Y vosotros habéis sido y sois “casa” para tantos niños violados en su
inocencia o esclavizados por el egoísmo de los adultos. Habéis sido y sois casa
de esperanza, favoreciendo en muchas víctimas un camino de liberación y
rescate. Os animo, por tanto, a continuar con esta benemérita actividad social y
humana, continuando a ofrecer vuestra valiosa contribución al servicio de la
protección de la infancia.
Vuestro trabajo es necesario más que nunca porque, desgraciadamente, los
abusos contra los niños continúan. Me refiero en particular a las propuestas que
tienen lugar a través de Internet y de las distintas redes sociales, con páginas y
portales dedicados a la pornografía infantil. Se trata de una lacra que, por un
lado, es necesario abordar con determinación renovada por parte de las
instituciones públicas, de las autoridades y, por otro, con una concienciación aún
mayor por parte de las familias y de los distintos organismos educativos. Todavía
hoy seguimos viendo cuantas veces la primera reacción de la familia es taparlo
todo; una primera reacción que está siempre presente en otras instituciones,
también en la Iglesia. Tenemos que luchar contra esta vieja costumbre de tapar.
Sé que siempre estáis atentos a la protección de los niños, incluso en el contexto
de los medios de comunicación más modernos.
El abuso de menores es una especie de “homicidio psicológico” y en muchos
casos un borrar la infancia. Por lo tanto, la protección de los niños contra la
explotación sexual es un deber de todos los Estados, que deben identificar tanto
a los traficantes como a los abusadores. Al mismo tiempo, es más necesario que
nunca denunciar y prevenir esa explotación en los distintos ámbitos de la
sociedad: la escuela, el deporte, las actividades recreativas y culturales, las
comunidades religiosas y los individuos. Además, en el ámbito de la protección
de la infancia y la lucha contra la pederastia, deben adoptarse medidas
específicas para prestar una ayuda eficaz a las víctimas.
En todos estos frentes, la asociación Meter colabora activamente con organismos
institucionales y con diversos sectores de la sociedad civil, también a través de
los correspondientes protocolos de entendimiento. Continuad vuestra labor sin
vacilar, prestando especial atención al aspecto educativo, para formar en las
personas una conciencia sólida y erradicar la cultura del abuso y la explotación.
El logo de vuestra asociación está formado por una gran letra “M” que recuerda
la idea del seno, acogida, protección y abrazo a los más pequeños. Dentro de la
“M” hay doce estrellas, símbolo de la corona de la Virgen María, Madre de Jesús
y madre de todos los niños. Ella, madre bondadosa, empeñada en amar a su
Hijo Jesús, es modelo y guía para toda la asociación, impulsando a amar con
caridad evangélica a los niños víctimas de la esclavitud y la violencia. La caridad
con el prójimo es inseparable de la caridad que Dios tiene con nosotros y que
nosotros tenemos con Él. Por eso os exhorto a enraizar siempre vuestra
actividad cotidiana en la relación diaria con Dios: en la oración personal y
comunitaria, en la escucha de su Palabra y, sobre todo, en la Eucaristía,
sacramento de unidad y vínculo de caridad.
Queridos hermanos y hermanas, renuevo a los responsables, a los socios, a los
voluntarios y a todos los que colaboran con vuestra Asociación mi aprecio y mi
reconocimiento. No tengáis miedo de la incomprensión y de las dificultades; hay
tantas, pero no tengáis miedo. Seguid adelante con valor y perseverancia. Os
acompaño con mi oración y también con mi bendición. Y vosotros también, por
favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.