28 junio 2017 | Discurso del Santo Padre, Discursos

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA CONFEDERACIÓN ITALIANA DE SINDICATOS DE TRABAJADORES (CISL)

Aula Pablo VI

[…] El capitalismo de nuestro tiempo no comprende el valor del sindicato, porque se ha olvidado de la naturaleza social de la economía, de la empresa. Este es uno de los pecados más graves. Economía de mercado: no. Digamos economía social de mercado, como enseñaba san Juan Pablo ii: economía social de mercado. La economía ha olvidado la naturaleza social que tiene como vocación, la naturaleza social de la empresa, de la vida, de los vínculos, de los pactos. Pero tal vez nuestra sociedad no entiende al sindicato porque no lo ve luchar lo suficiente en los lugares de los “derechos del todavía no”: en las periferias existenciales, entre los descartados del trabajo. Pensemos en el 40% de jóvenes menores de 25 años que no tienen trabajo. Aquí. En Italia. ¡vosotros tenéis que luchar ahí! Son periferias existenciales. No lo ve luchar entre los inmigrantes, los pobres, que están bajo las murallas de la ciudad; o simplemente no lo entiende porque a veces —pero pasa en todas las familias— la corrupción ha entrado en el corazón de algunos sindicalistas. No os dejéis bloquear por esto. Sé que os estáis esforzando ya desde hace tiempo en la dirección justa, especialmente con los migrantes, con los jóvenes y con las mujeres. Y esto que digo podría parecer superado, pero en el mundo del trabajo la mujer es todavía de segunda clase. Podríais decirme: “No, está esa empresaria, esa otra…”. Sí, pero la mujer gana menos, se la explota con más facilidad… Haced algo. Os animo a continuar y, si es posible, a hacer más. Vivir las periferias puede convertirse en una estrategia de acción, en una prioridad del sindicato de hoy y de mañana. No hay una buena sociedad sin un buen sindicato, y no hay un sindicato bueno que no renazca cada día en las periferias, que no transforme las piedras descartadas por la economía en piedras angulares. Sindicato es una bella palabra que proviene del griego “dike”, es decir justicia y “syn” juntos: syn-dike, “justicia juntos”. No hay justicia juntos si no es junto con los excluidos de hoy. […]