29 septiembre 2016 | Discurso del Santo Padre, Discursos

DIRECCIÓN DEL SANTO PADRE FRANCIS A LOS MIEMBROS DE CUERPOS BENÉTICOS CATÓLICOS QUE OPERAN EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS HUMANITARIA EN SIRIA, IRAQ Y LOS PAÍSES DE LIMITROFI

Sala Clementina

Cari fratelli e sorelle,

Queridos hermanos y hermanas:

[…] Un año después de nuestra última reunión, debemos observar con gran tristeza que, a pesar de los muchos esfuerzos realizados en diversas áreas, la lógica de las armas y la opresión, los oscuros intereses y la violencia continúan devastando a estos países y Hasta ahora, no ha sido posible poner fin a los penosos sufrimientos y las continuas violaciones de los derechos humanos. Las dramáticas consecuencias de la crisis ahora son visibles más allá de las fronteras de la región. El fenómeno de la migración grave es una expresión de esto. […]

[…] Al mirar a los muchos rostros que sufren, en Siria, en Iraq y en los países cercanos y lejanos donde millones de refugiados se ven obligados a buscar refugio y protección, la Iglesia ve el rostro de su Señor durante la Pasión.

El trabajo de aquellos que, como ustedes, que representan a muchos trabajadores de campo, están comprometidos a ayudar a estas personas y salvaguardar su dignidad es sin duda un reflejo de la misericordia de Dios y, como tal, una señal de que el mal tiene un límite y que no la última palabra Es un signo de gran esperanza, por lo cual quiero agradecer, junto con ustedes, a tantas personas anónimas, ¡pero no a Dios! – quienes, especialmente en este año jubilar, rezan e interceden en silencio por las víctimas de los conflictos, especialmente los niños y los más débiles, y por eso también apoyan su trabajo. ¡En Aleppo, los niños deben beber agua contaminada! […]