14 septiembre 2022 | Visita apostólica

APERTURA DE LA SESIÓN PLENARIA DEL VII CONGRESO DE LÍDERES DE RELIGIONES MUNDIALES Y TRADICIONALES

Palacio de la Independencia (Nursultán) - KAZAJISTÁN

[…] Después de los desafíos de la pandemia y de la paz, recabamos un tercer
desafío, el de la acogida fraterna. Hoy es grande la dificultad de aceptar al ser
humano. Cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados.
Hay una cultura del descarte. Numerosos hermanos y hermanas mueren
sacrificados en el altar del lucro, envueltos en el incienso sacrílego de la
indiferencia. Y, sin embargo, todo ser humano es sagrado. «Homo sacra res
homini», decían los antiguos (Séneca, Epistulae morales ad Lucilium, 95,33). Es
sobre todo tarea nuestra, de las religiones, recordarlo al mundo. Nunca como ahora
presenciamos grandes movimientos de poblaciones, causados por las guerras, la
pobreza, los cambios climáticos, en la búsqueda de un bienestar que el mundo
globalizado permite conocer, pero al que a menudo es difícil acceder. Un gran éxodo
está en curso, desde las regiones más necesitadas se busca alcanzar aquellas con
mayor bienestar. Lo vemos todos los días, en las diversas migraciones en el mundo.
No es un dato de crónica, es un hecho histórico que requiere soluciones
compartidas y amplitud de miras. Ciertamente, defender las propias seguridades
adquiridas y cerrar las puertas por miedo viene de manera instintiva; es más fácil
sospechar del extranjero, acusarlo y condenarlo antes que conocerlo y entenderlo.
Pero es nuestro deber recordar que el Creador, que vela los pasos de toda criatura,
nos exhorta a tener una mirada semejante a la suya, una mirada que reconozca el
rostro del hermano. Al hermano migrante es necesario recibirlo, acompañarlo,
promoverlo e integrarlo. […]