Papa Francisco está convencido de que se necesita una atención especial para asegurar que los que se encuentran forzados a emigrar no sean excluidos u olvidados y puedan participar del crecimiento común. Esta es la misión que encargó en 2017 a la Sección de Migrantes y Refugiados, de la que se reservó la dirección personal.
Uno de sus primeros frutos fue difundir y explicar los 4 verbos con los que el Papa Francisco resume cómo ha de ser la acción de gobiernos, instituciones y personas para afrontar la problemática de la movilidad humana: ACOGER, PROTEGER, PROMOVER, INTEGRAR.
Nuestro trabajo directo y solidaridad con las víctimas de explotación nos llevó a desarrollar las Orientaciones Pastorales sobre la Trata de seres humanos. Estas orientaciones están siendo implementadas en programas locales y grupos que colaboran en el rescate de las víctimas. Están dirigidas no solo a organizaciones católicas sino también a personas e instituciones de la sociedad civil.
Entre los muchos rostros de la crisis climática, también están los de los desplazados por causa de este gran fracaso colectivo. Por eso, actualmente dedicamos muchos esfuerzos a afrontar los retos que plantea el nuevo escenario mundial y encontrar respuestas pastorales adecuadas.
Un hito muy importante de nuestra labor es la celebración de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado el último domingo de septiembre que culmina cada año meses de trabajo centrado en un tema propuesto por el Papa.
Una buena forma de saber hacia dónde vamos es recordar de dónde venimos con las palabras del Santo Padre: “Estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas. La Iglesia está a vuestro lado en la búsqueda de una vida más digna para vosotros y vuestras familias. Para todos vosotros”.