Boletín post-COVID: Crisis de la naturaleza y desplazamiento
“Trabajemos todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida”. Papa Francisco
BOLETÍN M&R #6 | Julio de 2021
Crisis de la naturaleza y desplazamiento
El cambio climático contribuye a la migración humana a gran escala, lo que se traduce en una escasez de recursos esenciales, debido a la existencia, cada vez más frecuente, de fenómenos meteorológicos extremos y de los llamados fenómenos de evolución lenta. Según el ACNUR y el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), las crisis relacionadas con el clima han duplicado, en el último decenio, el número de desplazamientos con respecto a los conflictos y a la violencia.
El actual modelo de desarrollo considera que la humanidad es dueña y soberana de la naturaleza, que a su vez puede ser explotada sin límites. Este modus operandi agudiza las desigualdades e intensifica la exclusión social. Aunque la crisis ambiental afecta a todos, tiene una repercusión mayor en las poblaciones vulnerables, ya sea en términos de acceso limitado al agua potable, escasez de alimentos, deterioro de productos agrícolas o conflictos violentos. La degradación del ecosistema es también una degradación social y es un importante factor que impulsa los patrones de la migración humana.
La edificación de un mundo más sano, más acogedor y, por tanto, más equitativo, depende de la adopción de políticas públicas eficaces, que sepan ofrecer respuestas a los múltiples aspectos de la crisis climática, incluida la migración. Se precisan acciones coordinadas para reconocer y abordar los retos que plantean las cuestiones ambientales, de modo que se protejan los derechos de las personas, reflejen sus necesidades y aspiraciones y se proporcione un futuro sostenible.
La Iglesia católica se preocupa y cuida de la tierra y de quienes han sido desplazados por culpa de la crisis climática. Este boletín presenta algunas buenas prácticas.
Los compromisos de la Santa Sede en respuesta a la crisis climática
La Santa Sede realiza desde hace tiempo numerosos esfuerzos para hacer frente al cambio climático, a través de importantes acciones dirigidas a promover “una cultura del cuidado”. Sin lugar a dudas, el punto de referencia de ese compromiso es Laudato si‘ (2015). En dicha encíclica, el Santo Padre aborda cuestiones como el cambio climático, la pobreza y la migración: “Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental. […] La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil”.
Laudato si’ ha dado vida a varios movimientos e iniciativas dentro del mundo católico destinadas a poner en práctica el mensaje de la encíclica. Entre estos cabe destacar el Movimiento Católico Mundial por el Clima y la Plataforma de Acción de Laudato si’ (PALS), creada en mayo de 2021 por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. El camino trazado involucra a diócesis, parroquias, grupos eclesiales y de laicos, como también a hospitales y centros de atención, empresas, granjas, escuelas y universidades, institutos y órdenes religiosas, todos llamados a adoptar un estilo de vida sostenible. El recorrido de la PALS se desarrollará durante los próximos siete años y el Dicasterio ha propuesto siete objetivos basados en Laudato si’: la respuesta al clamor de la tierra, la respuesta al clamor de los pobres, economía ecológica, adopción de estilos de vida sostenibles, educación ecológica, espiritualidad ecológica, compromiso comunitario y acción participativa.
En diciembre de 2020, el Papa Francisco envió un vídeo mensaje a los participantes en la Cumbre Virtual de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Ambición Climática. En esa ocasión, el Santo Padre señaló que el cambio climático, así como la pandemia, tienen implicaciones éticas, sociales, económicas y políticas, además de ambientales. Estas crisis “inciden sobre todo en la vida de los más pobres y frágiles”, por lo que “apelan a nuestra responsabilidad de promover, con un compromiso colectivo y solidario, una cultura del cuidado, que ponga en el centro la dignidad humana y el bien común”.
En mayo de 2021, el arzobispo Ivan Jurkovič (EN), Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, se dirigió al Diálogo Internacional sobre la Migración del Panel de la Organización Internacional para las Migraciones, destacando el impacto del cambio climático y de la crisis ecológica en millones de personas que viven en situación de pobreza en todo el mundo. Mons. Jurkovič señaló que “el cambio climático se produce en todas partes, pero la capacidad de responder y adaptarse a él varía mucho. Son los más pobres y vulnerables los que se ven afectados de forma desproporcionada”. Es vital, dijo, reconocer que la crisis climática posee un rostro humano. Mons. Jurkovič también destacó que las cuestiones de la migración y del cambio climático requieren una respuesta colectiva y coordinada de la comunidad internacional: “ningún Estado puede gestionar las consecuencias por sí solo”.
Por último, las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos (OPDC), de la Sección M&R del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, son una guía para comprender los retos que plantea el cambio climático y la atención pastoral que se debe ofrecer a las personas desplazadas por el clima. Las Orientaciones destacan diez retos relacionados con el desplazamiento causado por el cambio climático y sus víctimas, y sugiere respuestas pastorales apropiadas. El documento está disponible en inglés, español, italiano, francés, portugués y en breve también en árabe y alemán.
Una cultura del cuidado para hacer frente al desplazamiento climático
Para abordar un problema tan complejo como el desplazamiento climático, la Iglesia católica interviene en numerosos frentes. Para ilustrar algunos buenos ejemplos de esa ardua y valiosa labor, la Sección M&R ha publicado una colección de iniciativas (EN) emprendidas por la Iglesia católica, a diferentes niveles, en respuesta al desplazamiento climático. La publicación nace de una colaboración con diferentes agentes católicos en la redacción de las OPDC. De hecho, estas buenas prácticas se clasifican sobre la base de los diez puntos de acción identificados en las OPDC. Este conjunto de prácticas no es exhaustivo, sino que se actualiza constantemente con la incorporación de nuevas iniciativas.
El primer paso para abordar la cuestión del desplazamiento climático es sensibilizar a la opinión pública sobre los efectos del cambio climático y la degradación ambiental en los movimientos migratorios. A ese respecto, FOCSIV y GCAP Italia publicaron un vídeo sobre el cambio climático y la migración (IT/EN), que muestra cómo los efectos del cambio climático empeoran las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables. Para muchos, el desplazamiento de personas debido al deterioro de las condiciones climáticas o a fenómenos meteorológicos extremos, puede parecer algo normal e inevitable, pero no lo es. Como se explica en el vídeo, es una cuestión de injusticia climática. Por ello, es necesario tomar decisiones que respeten el medio ambiente y los derechos humanos de sus habitantes, tales como fomentar transacciones ecológicamente responsables en el comercio o la inversión, y proteger y mejorar la resiliencia de las comunidades vulnerables.
A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, el enfoque adoptado anteriormente en los desplazamientos climáticos tendía a responder a los desastres ambientales en el momento en el que se producían. Ahora está cobrando impulso un enfoque preventivo, sobre todo en el ámbito católico, cuya prioridad es la de lidiar con los efectos nocivos de la crisis ambiental sobre las personas. Por ejemplo, con el aval de la diócesis local, Manos Unidas junto con TREE Trust ha puesto en marcha un proyecto de formación sobre técnicas de agricultura orgánica y sostenible en Pudukkottai, un distrito del sur de la India declarado oficialmente “zona de sequía”. La escasez de agua está generando una difícil situación para las poblaciones rurales, que se están viendo forzadas a migrar y malvivir en las ciudades. Gracias a ese proyecto, se enseña a los pequeños agricultores locales técnicas para mejorar el aprovechamiento del agua de lluvia y revitalizar aquellas semillas autóctonas que requieren un menor consumo de agua. Gracias a las actividades del proyecto se han sembrado más de 5.000 plantones autóctonos, se han creado semilleros comunitarios y bancos de semillas tradicionales para los agricultores locales y se han saneado y ampliado 11 estanques.
El cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes e intensos, lo que a su vez genera desplazamientos forzados. Según el IDMC, a finales de 2020 se registraron al menos 55 millones de desplazados internos. Estos datos, en tiempos de pandemia, hacen que la prestación de asistencia sea aún más dificultosa pero también más urgente. La presencia de la Iglesia católica sobre el terreno resultó ser crucial, no solo para brindar una primera respuesta, sino también para buscar soluciones a largo plazo para las víctimas del desplazamiento climático. Después de que las inundaciones y los deslizamientos de tierra provocados por el ciclón tropical Seroja causaran más de 42 muertos y desplazaran a unas 9.700 personas en Timor-Leste, la Iglesia católica comenzó de inmediato a brindar asistencia. La Conferencia Episcopal Timorense (CET) movilizó a todos los sacerdotes y religiosos para responder a las necesidades más inmediatas. El Centro Técnico Salesiano de Comoro, se convirtió en un lugar de hospedaje de emergencia, en el que se ofreció protección y alimentos a quienes habían perdido sus hogares y pertenencias. También los Jesuitas han estado apoyando a las comunidades en seis centros de evacuación informales, suministrando colchones, sábanas y utensilios de cocina para unos 100 hogares. La Iglesia de Timor Oriental está también colaborando con el gobierno para reparar y reconstruir las viviendas dañadas por las inundaciones. Cáritas, el brazo social de la Iglesia, tiene previsto reconstruir 58 casas, mientras que la CET ha contribuido a la compra de materiales de construcción y proporciona asistencia logística a las víctimas.
Un llamamiento a actuar para lograr un hogar común sano
En una entrevista concedida a Crux (EN), el padre Joshtrom Isaac Kureethadam, coordinador de la sección “Ecología y Creación” del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, afirmó que es “lamentable” saber que muchos dudan acerca del origen antropogénico de la actual crisis climática. Argumentó que la resistencia a reconocer esto “se debe sobre todo a intereses económicos creados y, en algunos casos, también a ideologías partidistas”. Hablando de su propia conversión ecológica, el P. Kureethadam relató cómo “entró en contacto con el inmenso sufrimiento que la crisis ecológica está causando, especialmente entre los pobres y más vulnerables”, mientras trabajaba en una zona de misión en la India. “Vivía y trabajaba en una zona donde se registraron (y por desgracia se siguen registrando incluso ahora) casos trágicos de suicidios entre agricultores, que se quitaron la vida debido a sus malas cosechas, año tras año, por culpa de las sequías y otros desastres naturales desencadenados por el clima”.
Chiara Martinelli, asesora senior de CIDSE, pidió emprender acciones en favor del clima más ambiciosas (EN) en este momento de pandemia del COVID-19, que representa un punto de inflexión, pero también un tiempo de reflexión y de aprendizaje. “Aunque hemos desacelerado nuestros estilos de vida durante la crisis del COVID-19, ha sido imposible ‘poner en pausa’ el estado permanente de crisis climática que viven las comunidades más vulnerables y pobres del mundo”. La crisis sanitaria ha dejado patente el fracaso del actual sistema económico dominante y ha demostrado que “no puede haber una humanidad sana en un planeta enfermo. Por lo tanto, la ambición climática debe restaurar una coexistencia pacífica de la naturaleza y de la humanidad en nuestro planeta”. Con este objetivo, señaló que “necesitamos un enfoque claro e integral, [y] una coherencia de las políticas en todos los sectores y a todos los niveles, que pueda unir fuerzas para dar forma a un nuevo paradigma según el cual, las personas y el planeta son la prioridad central”.
En su mensaje de Pentecostés de 2021 (FR), los obispos de Inglaterra y Gales se centraron en la protección del medio ambiente. La Carta Pastoral fue una invitación a los católicos de todo el Reino Unido a participar “en las rutinas, en las elecciones y en las decisiones de nuestra vida cotidiana y nuestras aspiraciones para el futuro”. Recordaron que “la forma en que vivimos nuestra vida cotidiana tiene un impacto en todos y en la tierra”, especialmente en los países más pobres. A pesar de la innegable responsabilidad de las naciones, la Carta Pastoral señala que la curación de nuestro hogar común y el bienestar y el cuidado de todos, especialmente de los pobres y de los marginados, no se puede delegar “simplemente a una respuesta de la industria y de los gobiernos”.
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