COVID-19: ¡NADIE DEBE SER OLVIDADO! #31

COVID-19: ¡NADIE DEBE SER OLVIDADO! #31

COVID-19 | BOLETÍN #31 | 9 de diciembre de 2020

“Que el Señor pueda devolvernos la vista para redescubrir
qué significa ser miembros de la familia humana” (Papa Francisco)

La lucha contra la trata de personas y la violencia contra las mujeres

El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Papa Francisco reiteró su insistente llamamiento a poner fin a la comisión de actos de violencia. “A menudo las mujeres son ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse… Si queremos un mundo mejor, que sea casa de paz y no patio de guerra, debemos hacer todos mucho más por la dignidad de cada mujer”. En su homilía para el día de Año Nuevo de 2020, el Santo Padre dijo que: “Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer” y “de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad”.

En Myanmar, la pandemia ha puesto de manifiesto la difícil situación de las mujeres y las niñas más pobres, que han padecido las gravísimas consecuencias de la emergencia. Desde el comienzo de la pandemia, la pobreza ha obligado a cientos de mujeres de las ciudades de Myanmar a ejercer la prostitución, siendo así víctimas de explotación y abuso. La Misión de los Jesuitas de Myanmar (MJM) trabaja para mejorar la vida de las mujeres y niñas (EN) que residen en los barrios marginales de Yangon y en los campamentos de desplazados, mediante su capacitación para la vida práctica, y da especial prioridad a la educación de las niñas que viven en el estado de Kachin. Asimismo, la MJM tiene la determinación de asistir a aquellas mujeres que se han visto obligadas, por la pobreza, a ejercer la prostitución. Para ello, han distribuido paquetes de alimentos y, en los próximos meses, se ofrecerá a las mujeres cursos de capacitación y se les concederá préstamos de microcrédito. El objetivo es el de capacitar a las mujeres y ofrecerles un camino sostenible para salir de la explotación sexual, lo que conducirá a un futuro más seguro para ellas y sus hijos. En la ciudad de Myitkyina, el MJM trabaja en estrecha colaboración con grupos de mujeres que residen en dos campamentos de desplazados internos, ofreciendo actividades centradas en la educación y prestando apoyo a las familias más vulnerables. En septiembre, se impartió a estas mujeres, un taller intensivo de costura y sastrería, de ocho semanas de duración, en el que se les proporcionaron los conocimientos necesarios para ganarse la vida gracias a este oficio.

En España, la explotación de las mujeres, que se han quedado sin ingresos como consecuencia de la crisis, se está produciendo en números preocupantes. Estas mujeres, en su mayoría migrantes, trabajaban en el servicio doméstico o cuidaban a ancianos, con contratos “más o menos legales”, explica Ana Almarza, religiosa de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad y directora del Proyecto Esperanza. También se dan casos de coacciones con trabajos forzados (cuidar a los hijos, limpiar la casa, etc.) a cambio de no denunciarlas por estar en situación irregular. Durante esta pandemia, el Proyecto Esperanza ha desarrollado un programa de ayuda urgente y de necesidad, que tiene como objetivo evitar que el hambre y la desesperación lleven a las mujeres a la esclavitud, y participa en la red de trabajo que se ha generado en la Iglesia para alertar sobre posibles casos de explotación. “La Iglesia está muy sensibilizada; está trabajando muy bien y de una forma muy profesional”, señala la hermana Almarza. Las mujeres que acuden al Proyecto Esperanza son atendidas por psicólogas, terapeutas, trabajadoras sociales, educadoras y abogadas. Un equipo compuesto por 25 mujeres, “muy profesionales” y que trabajan “uniendo profesionalidad y mística”, aborda cada caso en concreto. Al tratar con mujeres que han sido víctimas de un delito y de un engaño, el equipo trabaja para restituir la confianza y generar vínculos.

Los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género es una campaña internacional para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Este año, la campaña mundial se centra en el tema “Pinta el mundo de naranja: ¡financiar, responder, prevenir, recopilar!”. El COVID-19 ha exacerbado factores clave de riesgo en lo que respecta la violencia contra mujeres y niñas, tales como las restricciones de alimentos, el desempleo, la inseguridad económica, el cierre de escuelas, los flujos masivos de migraciones o la amenaza de agitación social. Se otorga una especial atención a las mujeres trabajadoras cuyas vidas y sustento han sido fuertemente impactados por la pandemia. La organización Australian Catholic Religious Against Trafficking in Humans (EN) también se sumó a la iniciativa 16 Days y ofreció dos eventos en línea, historias de activismo, un documento que invita a la reflexión (EN), y una serie de instrumentos para invitar a las comunidades a participar activamente en la campaña.

Respuesta a emergencias en casos de desastre  

En los últimos años se han producido, con cada vez mayor frecuencia, desastres naturales en diferentes partes del planeta. Generalmente, las poblaciones más vulnerables y más pobres suelen ser las más afectadas, pues estos desastres desplazan a quienes dependen de la agricultura y viven en barrios marginales y refugios improvisados. 

El tifón Goni, el más fuerte del mundo en 2020, mató al menos a 20 personas y obligó a unas 350.000 a abandonar sus hogares en Filipinas. Las Iglesias locales abrieron sus puertas para ofrecer refugio (EN). La parroquia del Padre Treb Futol, de la diócesis de Sorsogon, organizó un comedor social en el que se dio de comer a los evacuados que habían huido de sus hogares. El obispo José Colin Bagaforo, director de Cáritas Filipinas, dijo que el brazo social de la Iglesia había estado coordinando con las oficinas locales de Cáritas, la distribución de artículos de socorro. A su vez, Cáritas Manila envió un millón de pesos (IT) (cuyo valor es de aproximadamente 17.000 euros), para ayudar a las diócesis más dañadas por el tifón.

No muy lejos de allí, la región central de Vietnam ha sufrido los embates de siete tormentas tropicales y tifones, causando inundaciones generalizadas y deslizamientos de tierra que  costaron la vida a más de 200 personas, dañaron más de 400.000 hogares y devastaron la agricultura. Cáritas ya ha tomado medidas (EN) proporcionando ayudas destinadas a la supervivencia de las víctimas, ayudando a reconstruir hogares y restableciendo los medios de subsistencia, después de una primera fase de emergencia. Los sacerdotes participaron activamente en la asistencia a las víctimas, distribuyendo alimentos y trasladándoles a refugios temporales.  

En un periodo de quince días, dos poderosos huracanes, Eta e Iota, golpearon Centroamérica. Las comunidades indígenas de la costa caribeña fueron las más afectadas por los fuertes vientos y las inundaciones de Eta. Muchas de sus casas fueron destruidas. Los agricultores nicaragüenses perdieron la mayoría de sus cultivos. Catholic Relief Services, la agencia humanitaria internacional de los obispos católicos de los EE.UU. ha destinado fondos para ayudar a las familias que se han visto tan gravemente afectadas. La agencia de ayuda tiene como objetivo proporcionar artículos de limpieza e higiene personal a los residentes locales, reconstruir viviendas y ayudar a los agricultores a recuperarse. A raíz de un llamamiento a favor de un apoyo a estas poblaciones, lanzado por el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, los fieles nicaragüenses ofrecieron su ayuda (IT; EN; FR) a las víctimas de los huracanes Iota y Eta, a través de sus parroquias. En la homilía dominical, difundida por medios de comunicación católicos, que el cardenal pronunció desde su casa en Managua, pidió a los fieles “generosidad sin mucha propaganda, humilde y sencilla, sin buscar ningún reconocimiento”. Por su parte, Cáritas (FR) puso en marcha tres proyectos de ayuda en Honduras, Guatemala y Nicaragua, para apoyar a la población en los próximos dos meses. Tiene previsto suministrar alimentos y agua potable, reforzar las medidas de seguridad anti-COVID y contribuir a la reconstrucción de viviendas.   

En África, la peor inundación de los últimos 40 años golpeó a Sudán del Sur. Debido al peligroso aumento del nivel del agua, las personas que vivían en las islas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, cultivos y medios de subsistencia y a buscar refugio en iglesias y escuelas. La Sociedad de Misioneros de María Inmaculada (MMI), que desarrolla su ministerio en la archidiócesis de Juba en Sudán del Sur, en colaboración con la Agencia Católica para el Desarrollo (CAFOD), ha distribuido alimentos y antorchas a cientos de personas afectadas por las inundaciones, que residen en un complejo parroquial de Juba. “Hemos distribuido 25 kilos de arroz, 10 kilos de frijoles, 5 kilos de azúcar, 5 litros de aceite, 2 kilos de sal y una antorcha a cada familia”, informó a ACI África (EN) el párroco de San Francisco de Asís, el P. Rayappan Jayaprakash. Explicó que “el número de personas que se benefician de nuestra asistencia abarca unos 100 hogares, con aproximadamente 700 personas víctimas de las inundaciones que han golpeado el lado occidental del río Nilo”.

Libros de la Iglesia 

Abandonar la red del tráfico sexual puede ser una experiencia atemorizante y, a menudo, peligrosa para los supervivientes. A su vez, los supervivientes migrantes se enfrentan a ulteriores obstáculos a la hora de reconstruir sus vidas: su estatus migratorio, las barreras lingüísticas, bajos niveles de educación o comunidades poco acogedoras. Sin adecuadas oportunidades de integración en la sociedad, aumentan sus probabilidades de revictimización y/o volver a los círculos de la trata. El manual Right Way (EN) es una nueva guía integral, para ONG, agencias estatales y comunidades, que facilita la reintegración de los supervivientes de la trata de personas, mediante la identificación de sus necesidades y el asesoramiento de servicios apropiados. La guía, elaborada por la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC) Europa, incluye herramientas, ejemplos concretos de buenas prácticas, lecciones aprendidas de proyectos piloto, testimonios de supervivientes y recomendaciones. La sección principal del manual describe los diferentes servicios necesarios para lograr su integración, dividiéndolos en apoyo psicosocial, formación profesional, autonomía en el ámbito laboral y servicios de sensibilización en las comunidades.  “Aunque incluye temas generales y pasos hacia la integración, el proceso será diferente para cada superviviente. Por esta razón, es fundamental contar con un enfoque que se centre en la persona, que tenga en cuenta las necesidades, los deseos y los límites de cada individuo”, afirma Abigail Maristela, directora de proyectos de ICMC Europa.  

La última reflexión del periodista Raffaele Luise, publicada por Intermedia Edizioni bajo el título Una nuova Innocenza (IT) (Una nueva inocencia), considera las encíclicas de Francisco Laudato si’ y Fratelli tutti. Aunque parezca paradójico, este momento de pandemia nos está mostrando el camino hacia “una nueva inocencia”. “Inocencia”, explica el especialista del Vaticano, significa ante todo “no lastimar, no hacer daño”. Es necesario no dañar a la naturaleza y a todos sus seres vivos, porque es una única familia universal, como afirma el Papa en Laudato si’. Y en Fratelli tutti se afirma esta fraternidad universal. Las dos encíclicas diseñan un proyecto de ecología integral, como lo llama el Papa Francisco, en el que se establece una renovada relación de dignidad y de afecto recíproco entre los seres humanos y la naturaleza. El cardenal Francesco Coccopalmerio lo define “un texto de estética y belleza, de poesía”, en el prefacio que escribió junto con el cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. “Lo que quisiera destacar”, continúa, “es que, la enseñanza que deberíamos sacar de esta pandemia, es que necesitamos a los demás. No nos bastamos a nosotros mismos… necesitamos a nuestro prójimo. Y cuando digo ‘prójimo’, no me refiero solo a las personas, sino también a la creación”.

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