[…] La migración interna de los jóvenes, un problema. Rezad a la Virgen para que os conceda la gracia de que los jóvenes encuentren trabajo aquí, entre vosotros, cerca de la familia y no estén obligados a irse a buscarlo a otra parte y el pueblo se venga abajo, abajo, abajo. La población envejece, pero es un tesoro, ¡los ancianos son un tesoro! Por favor, no marginen a los ancianos. No hay que marginar a los ancianos, no. Los viejos son la sabiduría. Y que los viejos aprendan a hablar con los jóvenes y los jóvenes aprendan a hablar con los ancianos. Ellos, los ancianos, tienen la sabiduría de un pueblo. Cuando llegué me gustó mucho saludar a uno de 99 años y a una «jovencita» de 97. ¡Hermosísimo! Estos son vuestra sabiduría. Hablad con ellos. ¡Que sean los protagonistas del crecimiento de este pueblo. ¡Que la intercesión de vuestro santo paisano sostenga los propósitos de unir las fuerzas, con el fin de ofrecer sobre todo a las jóvenes generaciones perspectivas concretas para un futuro de esperanza. Que no falte una atención cuidadosa y cargada de ternura —como ya he dicho— hacia los ancianos que son patrimonio de nuestras comunidades. Me gustaría que una vez se diera el Premio Nobel a los ancianos que dan la memoria a la humanidad. […]