[…] a segunda pregunta. Veamos si he escrito algo… Realmente vuestra isla es un centro de encuentro de tantas culturas… Yo no conozco Sicilia, es la primera vez: he estado en Lampedusa y ahora, aquí. También vuestra lengua, vuestros dialectos tienen raíces de muchas lenguas, muchas, porque fue un cruce de caminos de culturas y todas dejaron un rastro cultural. Vosotros sois un pueblo [fruto del] encuentro de culturas y de personas. Me gustó sentir esto, escuchar decir de vosotros, de ti, que Sicilia, que está en el centro del Mediterráneo, es siempre una tierra de encuentro. No se trata solo de una hermosa tradición cultural, es un mensaje de fe. Vuestra vocación será seguramente ser hombres y mujeres de encuentro. Encontrar y hacer encontrar; favorecer los encuentros, porque el mundo de hoy es un mundo de desencuentros, de guerra… La gente no se entiende… Y la fe se funda en el encuentro, un encuentro con Dios. Dios no nos ha dejado solos, ha bajado Él a encontrarnos. Él viene a encontrarnos, Él nos precede, para encontrarnos. La fe se funda en el encuentro. Y [en el] encuentro entre nosotros, ¿cuánto cuenta la dignidad de los demás? Dios quiere que nos salvemos juntos, no solos, que seamos felices juntos, no de forma egoísta solos. Que nos salvemos como pueblo. Esta palabra, «pueblo»: Vosotros sois un pueblo con una identidad grande y debéis estar abiertos a todos los pueblos que, como en otros tiempos, vienen a vosotros. Un cristiano que no es solidario no es cristiano. Con ese trabajo de integración, de acogida, de respetar la dignidad de los demás, de la solidaridad… Para nosotros no son buenos propósitos para gente educada, sino rasgos distintivos de un cristiano. Un cristiano que no es solidario no es cristiano. La solidaridad es la marca del cristiano. Lo que hoy falta, de lo que hay carestía es el amor: no el amor sentimental, que podemos ver en las telenovelas, sino aquel concreto, el amor del Evangelio. Yo les diré a ti y a todos: ¿Cómo va tu amor? ¿Cómo está el termómetro de tu amor? […]