25 septiembre 2022 | Angelus

VISITA PASTORAL A MATERA PARA LA CLAUSURA DEL 27 CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

Estadio municipal "XXI Settembre", Matera

Al final de esta Celebración, quiero daros las gracias a todos los que habéis
participado en representación del Pueblo santo de Dios que está en Italia. Y le estoy
agradecido al cardenal Zuppi que se ha hecho su portavoz. Felicito a la comunidad
diocesana de Matera-Irsina por el esfuerzo organizativo y de acogida; y agradezco a
todos los que han colaborado en este Congreso Eucarístico.
Ahora, antes de concluir, nos dirigimos a la Virgen María, Mujer eucarística. A Ella le
encomendamos el camino de la Iglesia en Italia, para que en cada comunidad se
sienta el perfume de Cristo Pan vivo bajado del Cielo. Hoy me atrevería a pedir por
Italia: más nacimientos, más hijos. E invocamos su materna intercesión para las
necesidades más urgentes del mundo.
Pienso, en particular, en Myanmar. Desde hace más de dos años ese noble país se
ha visto azotado por graves enfrentamientos armados y violencias, que han
causado muchas víctimas y desplazados. Esta semana escuché el grito de dolor por
la muerte de niños en una escuela bombardeada. Se ve que hoy en el mundo está
de moda bombardear las escuelas. ¡Que el grito de estos pequeños no caiga en el
olvido! ¡Estas tragedias no tienen que suceder!
Que María, Reina de la Paz, consuele al martirizado pueblo ucraniano y obtenga
para los líderes de las naciones la fuerza de voluntad para encontrar
inmediatamente iniciativas eficaces que conduzcan al fin de la guerra.
Me sumo al llamamiento de los obispos de Camerún por la liberación de algunas
personas secuestradas en la diócesis de Mamfe, entre ellas cinco sacerdotes y una
monja. Ruego por ellos y por la población de la provincia eclesiástica de Bamenda:
que el Señor conceda la paz a los corazones y a la vida social de ese querido país.
Hoy, en este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del
Refugiado, sobre el tema «Construir el futuro con los migrantes y refugiados».
Renovemos nuestro compromiso de construir el futuro según el proyecto de Dios:
un futuro en el que cada persona encuentre su lugar y sea respetada; donde los

migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata puedan vivir en paz y con
dignidad. Porque el Reino de Dios se realiza con ellos, sin excluidos. Es también
gracias a estos hermanos y hermanas que las comunidades pueden crecer a nivel
social, económico, cultural y espiritual; y compartir las diferentes tradiciones
enriquece al Pueblo de Dios. ¡Comprometámonos todos a construir un futuro más
inclusivo y fraterno! Los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos
e integrados.