2 julio 2021 | Mensaje

VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON OCASIÓN DEL ENCUENTRO INTERNACIONAL “LA CIENCIA PARA LA PAZ”

Deseo expresar mi agradecimiento a los organizadores del encuentro «La ciencia para la paz» con motivo del jubileo de San Gabriel cuyo santuario se halla en las faldas del Gran Sasso, sede de los Laboratorios Nacionales de Física Nuclear.

Saludo a las autoridades académicas y científicas, a los invitados de las instituciones nacionales y europeas y a todos los hombres y mujeres dedicados a la investigación científica.

Entre ellos quiero recordar al profesor Antonio Zichichi, presidente de la Federación Mundial de Científicos, que ha recibido en esta ocasión el más alto título honorífico de la Universidad de Teramo, y que sigue dedicando su vida al desarrollo de la ciencia y a la educación de las nuevas generaciones.

Estimados e ilustres científicos, vuestro encuentro es un gran don de esperanza para toda la humanidad. Nunca como en este tiempo se advierte la necesidad de un relanzamiento de la investigación científica para hacer frente a los retos de la sociedad contemporánea. Y me alegra que sea la comunidad diocesana de Teramo la que promueva este encuentro dando así testimonio de que no puede ni debe haber oposición entre fe y ciencia.

Como recordaba en la encíclica Fratelli tutti, es urgente «conocer la realidad para construir juntos» (204). Para que el deseo de conocimiento, que se esconde en el corazón de cada hombre y de cada mujer, crezca y se desarrolle la investigación científica debe poner al servicio de todos sus conocimientos buscando siempre nuevas formas de colaboración, de intercambio de resultados y de construcción de redes.

Además, «no se debe soslayar el riesgo de que un avance científico sea considerado el único abordaje posible para comprender algún aspecto de la vida, de la sociedad y del mundo» (FT 204).

La experiencia de la emergencia sanitaria ha instado todavía más, y de alguna manera con más urgencia, al mundo de la ciencia a replantearse las perspectivas de la prevención, la terapia y la organización sanitaria, teniendo en cuenta las repercusiones antropológicas ligadas a la convivencia social y a la calidad de las relaciones entre los miembros de la familia y, sobre todo, entre las generaciones.

Ningún saber científico debe caminar solo y sentirse autosuficiente. La realidad histórica es cada vez más una única, (cf. FT 204) y hay que servirla con la pluralidad de los saberes, que en su especificidad, contribuyan al crecimiento de una nueva cultura capaz de construir la sociedad promoviendo la dignidad y el desarrollo de cada hombre y cada mujer.

Ante los nuevos retos, a vosotros, queridos amigos de la ciencia, se confía —¡sí, a vosotros!— la tarea de dar testimonio de que es posible construir un nuevo vínculo social, comprometiéndoos a hacer que la investigación científica esté cerca de toda la comunidad, desde la local hasta la internacional, y que juntos es posible superar cualquier conflicto.

¡La ciencia es un gran recurso para construir la paz!

Os pido que acompañéis la formación de las nuevas generaciones, enseñándolas a no tener miedo al esfuerzo de la investigación. También el Maestro también se hace buscar: Infunde en todos la certeza de que cuando se busca con honradez se encuentra la verdad. El cambio de época necesita nuevos discípulos del conocimiento, y vosotros, queridos científicos, sois los maestros de una nueva generación de constructores de paz.

Os lo aseguro, estoy cerca de vosotros y toda la Iglesia está cerca de vosotros, con la oración y el aliento.