30 noviembre 2014 | Discursos, Saludo, Visita apostólica

VIAJE APÓSTOLICO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A TURQUÍA (28-30 DE NOVIEMBRE DE 2014) SALUDO A LOS JÓVENES REFUGIADOS ASISTIDOS POR LOS SALESIANOS PALABRAS DEL SANTO PADRE

Catedral del Espíritu Santo, Estambul

Queridos jóvenes
He deseado mucho este encuentro con ustedes. Hubiera querido encontrarme también con otros refugiados, pero no ha sido posible hacer de otra manera. Ustedes vienen de Turquía, Siria, Irak, y de otros países del Medio Oriente y de África. Están aquí en representación de cientos de otros jóvenes, muchos de ellos refugiados y desplazados, asistidos cotidianamente por los Salesianos. Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación. Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros.
Los refugiados, como ustedes, se encuentran a menudo carentes, a veces durante mucho tiempo, de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo. Tuvieron que abandonar no sólo bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales. Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables. Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad. Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar. Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla.
Muchas organizaciones están haciendo mucho por los refugiados; me alegra particularmente la obra eficaz de los numerosos grupos católicos, que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna. Deseo expresar vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el gran esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional.[…]