[…] Renuevo mi aprecio y mi aliento por tu misión, invitándote a llevarla a diario a la oración personal y comunitaria, recordando a las personas que apoyas. También encomendarlos al Señor es parte de tu misión, y así construyes la comunión eclesial, porque todos somos hijos del mismo Padre. Con la generosa ofrenda que le da al Sucesor de Pedro, contribuye a la misión de la Iglesia de apoyar a todas las personas, especialmente a los más pobres y que han perdido todo debido a la emigración forzada. Te agradezco en su nombre por tu ayuda y tu cercanía espiritual. […]