[…] En estos tiempos de profundos cambios sociales y políticos, el compromiso con este principio por parte de los gobiernos y los pueblos no puede fallar. Es esencial que el respeto por la dignidad humana y los derechos humanos inspire y dirija todos los esfuerzos para abordar las situaciones graves de guerra y conflicto armado, la pobreza opresiva, la discriminación y la desigualdad que afligen a nuestro mundo y que en los últimos años haya contribuido. A la crisis migratoria actual. Ninguna solución humanitaria efectiva para ese problema apremiante puede ignorar nuestra responsabilidad moral, prestando la debida atención al bien común, para acoger, proteger, promover e integrar a quienes llaman a nuestras puertas en busca de un futuro seguro para ellos y para ellos. niños (ver Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2018, 4). La Iglesia, por su parte, está comprometida a trabajar con todos los interlocutores responsables en un diálogo constructivo dirigido a proponer soluciones concretas a este y otros problemas humanitarios urgentes, con el objetivo de preservar la vida y la dignidad humanas, aliviar el sufrimiento y aumentar la autenticidad. desarrollo integral. […]