[…] En este momento, me gustaría abordar a todos los enfermos que tienen el virus y que padecen la enfermedad, y a muchos que sufren incertidumbres sobre sus enfermedades. Agradezco sinceramente al personal del hospital, los médicos, las enfermeras y las enfermeras, los voluntarios que en este momento difícil están junto a las personas que sufren. Agradezco a todos los cristianos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que rezan por este momento, todos unidos, cualquiera que sea la tradición religiosa a la que pertenecen. Muchas gracias por este esfuerzo. Pero no quisiera que este dolor, esta epidemia tan fuerte nos haga olvidar a los sirios pobres, que han estado sufriendo en la frontera entre Grecia y Turquía: un pueblo que sufre desde hace años. Deben escapar de la guerra, del hambre, de las enfermedades. No olvidemos a los hermanos y hermanas, muchos niños, que sufren allí. […]