[…] Os confieso que esta profecía del pueblo en camino la he comparado también con las imágenes de los refugiados que marchan por los caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros días. También a ellos Dios les dice: «Vendrán todos llorando y yo los guiaré entre consuelos». También estas familias que sufren, desplazadas de sus tierras, estuvieron presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestro trabajo, a través de la voz de algunos de sus pastores presentes en la asamblea. Estas personas que buscan dignidad, estas familias que buscan paz están aún con nosotros, la Iglesia no las abandona porque son parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar a la libertad.
Por lo tanto en esta palabra de Dios, se refleja tanto la experiencia sinodal que hemos vivido como el drama de los refugiados en marcha por los caminos de Europa. Que el Señor por intercesión de la Virgen María nos ayude también a realizarla en estilo de fraterna comunión». […]