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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS ORGANIZADORES DEL FESTIVAL INTERCULTURAL DE GIÀVERA DEL MONTELLO

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[…] Esta forma de ver la realidad de la migración no significa ocultar o ignorar
las dificultades y problemas. ¿Quién mejor que tú los conoce y puede testificar
de ellos? Y por eso es importante que sus experiencias también se pongan a
disposición de la buena política , para ayudar a quienes tienen responsabilidades
gubernamentales a nivel local, nacional e internacional a tomar decisiones que
siempre sepan combinar el realismo saludable con el respeto a la dignidad de las
personas.. Vi uno de los cuadros que trajiste, sobre la tortura que sufren los
migrantes cuando los traficantes se los llevan. Y esto sucede hoy. ¡No podemos
cerrar los ojos! La dignidad de las personas. Por eso su Festival, como otras
iniciativas similares en Italia y en varios países, no debe reducirse a un evento
folclórico o un encuentro de idealistas. No, también digo esto como un alimento
para el pensamiento y la verificación por ustedes mismos. Podemos
preguntarnos, después de treinta años: ¿nuestra experiencia ha podido, y en
qué medida, afectar el nivel de opciones políticas, dialogando con las
instituciones y la sociedad civil? Me parece importante hacernos esta pregunta.
Queridos amigos, sobre todo agradezco al Señor con ustedes por el camino que
les ha dado a hacer en los últimos años a través de la experiencia del Festival.
Deseo que sigan adelante con un espíritu siempre renovado. Te propongo que
tomes como modelo a Abraham, a quien Dios llamó a dejar y que siempre fue
migrante durante toda su vida. Abraham es un «padre» que como cristianos
compartimos con judíos y musulmanes, pero es una figura en la que pueden
reconocerse todos los hombres y mujeres que conciben la vida como un viaje en
busca de la tierra prometida, una tierra de libertad y paz, donde convivir como
hermanos. […]

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VIDEO MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL FESTIVAL DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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[…] En la Encíclica “Fratelli Tutti” recuerdo que “la pandemia nos ha permitido
recuperar y agradecer a muchos compañeros y compañeros de viaje que, con
miedo, reaccionaron dando su vida. Hemos podido reconocer que nuestras vidas
están entrelazadas y apoyadas por personas comunes que, sin duda, han escrito
los hechos definitorios de nuestra historia compartida: médicos, enfermeras y
enfermeras, farmacéuticos, trabajadores de supermercados, amas de casa,
cuidadores, transportistas., Hombres. y mujeres que trabajan para brindar
servicios esenciales y seguridad, voluntarias, sacerdotes, religiosas ”, etc. Estos
«han entendido que nadie se salva solo» (n. 54). Nadie se salva solo. Aquí están
los talentos puestos en práctica. Aquí está la esperanza que apoya y dirige la
creatividad con audacia y coraje. Por eso, renuevo la invitación a caminar con la
esperanza de que «es atrevida, sabe mirar más allá de la comodidad personal,
las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para
abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y hermosa». (ibid., 55); cf.
Saludo a los jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela , La Habana – Cuba,
20 de septiembre de 2015). […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL PARTIDO DE FÚTBOL DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL ROM

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Queridos amigos romaníes,
queridos hermanos y hermanas.
Acogí con alegría la propuesta de la Organización Mundial Rom de jugar un
partido de fútbol aquí, en Roma, con un «equipo del Papa», que no son los
cardenales: es decir, un equipo del Vaticano.
De hecho, el equipo con el que – y no «contra» – jugará mañana representa un
estilo de pasión deportiva vivida con solidaridad y gratuidad, con espíritu
amateur e inclusivo. Jugarás junto con algún guardia suizo, con sacerdotes que
trabajan en oficinas de la Curia romana, con empleados del Vaticano y algunos
de sus hijos.
En el terreno de juego, con la camiseta con las palabras «Hermanos todos»,
también habrá un joven futbolista con síndrome de Down, perteneciente a
«Olimpiadas Especiales». Y también tres migrantes. Estos, tras un camino
marcado por el abuso y la violencia, que los vio pasar por el campo griego de
Lesbos y luego a Italia, fueron acogidos por la Comunidad de Sant’Egidio y están
viviendo una experiencia de integración. ¡Gracias a todos por aceptar formar
parte del “equipo del Papa”! Es un equipo donde no hay barreras y que hace de
la inclusión una simple normalidad. Hace de la inclusión una simple normalidad:
eso está claro. Doy las gracias al Pontificio Consejo para la Cultura, Cardenal
Ravasi, por esta acción concreta de testimonio en el mundo del deporte,
especialmente a través de “Athletica Vaticana”, que vive cada día esta misión de
servicio entre los deportistas y deportistas.
Queridos amigos gitanos, conozco bien vuestra historia, vuestra realidad,
vuestros miedos y vuestras esperanzas. Por eso, animo con especial cariño el
proyecto “Un puntapié a la exclusión”, iniciado por la Diócesis de Roma, para que
este partido no sea un momento aislado. Saludo a monseñor Ambarus, obispo
auxiliar que se ocupa de la pastoral entre los gitanos, acompañado de los niños
del oratorio de la parroquia de San Gregorio Magno alla Magliana. Gracias a
ustedes también, muchachos, y mis mejores deseos porque sé que mañana
serán los primeros en salir al campo en un partido preparatorio con sus
compañeros de Lazio. Y gracias al club Lazio que amablemente y generosamente
acoge y apoya esta iniciativa.
El 14 de septiembre pasado en Košice, Eslovaquia, visité la comunidad romaní .
Nos invitó a pasar del prejuicio al diálogo, del cierre a la integración. Después de
escuchar los testimonios de algunos miembros de la comunidad -historias de
dolor, redención y esperanza-, recordé a todos que «ser Iglesia es vivir como uno
de Dios, es sentirse dueños de la vida, ser parte del mismo equipo».
Precisamente había utilizado estas expresiones, extraídas del lenguaje
futbolístico, que también encajan muy bien con el significado de tu juego.
Demasiadas veces, les dije al pueblo gitano de Košice, los gitanos han “sido
objeto de prejuicios y juicios despiadados, de estereotipos discriminatorios, de
palabras y difamaciones. Con esto todos nos hemos vuelto más pobres en
humanidad ».
Por eso, el evento deportivo al que darás vida tiene un gran significado: indica
que el camino hacia la convivencia pacífica es la integración. Y la base es la
educación de los niños. Queridos amigos gitanos, sé que en Croacia estáis dando
vida a muchas iniciativas deportivas de inclusión, para ayudar al conocimiento
mutuo y la amistad. ¡Es un signo de esperanza! Porque los grandes sueños de
los niños no pueden chocar contra nuestras barreras. Los niños, todos los niños,
tienen derecho a crecer juntos, sin obstáculos y sin discriminación. Y el deporte
es un lugar de encuentro e igualdad, y puede construir comunidades a través de
puentes de amistad.
¡Gracias por esta visita! Te deseo un buen partido. No importa quién marcará
más goles, porque juntos hacen el gol decisivo, el gol que hace ganar la
esperanza y que patea la exclusión. ¡Gracias a todos!

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL «ERRADICAR EL TRABAJO INFANTIL, CONSTRUIR UN FUTURO MEJOR»

¡Eminencia,
ilustres señores y señoras,
queridos hermanos y hermanas!
Tengo el placer de dirigir la bienvenida a todos vosotros aquí reunidos,
procedentes de distintas partes del mundo, a pesar de las dificultades causadas
por la pandemia, para participar en la conferencia internacional “Erradicar el
trabajo infantil, construir un futuro mejor”, que se celebrará esta tarde en el
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
La plaga de la explotación laboral de los niños, sobre la cual hoy os encontráis
para reflexionar juntos, es de particular importancia para el presente y el futuro
de nuestra humanidad. El modo en el que nos relacionamos con los niños, la
medida con la que respetamos su innata dignidad humana y sus derechos
fundamentales, expresan qué tipo de adultos somos y queremos ser y qué tipo
de sociedad queremos construir.
Deja desconcertados y turbados el hecho de que, en las economías
contemporáneas, cuyas actividades productivas usan las innovaciones
tecnológicas, tanto que se habla de “cuarta revolución industrial”, persista en
todas las partes del mundo el empleo de niños en actividades laborales. Esto
pone en riesgo su salud, su bienestar psico-físico y les priva del derecho a la
educación y a vivir la infancia con alegría y serenidad. La pandemia ha agravado
la situación ulteriormente.
El trabajo infantil no hay que confundirlo con las pequeñas labores domésticas
que los niños, en su tiempo libre y en base a su edad, pueden desarrollar en el
ámbito de la vida familiar, para ayudar a padres, hermanos, abuelos y otros
miembros de la comunidad. Estas actividades son generalmente favorables a su
desarrollo, porque consienten poner a prueba las propias capacidades y crecer
en conciencia y responsabilidad. ¡El trabajo infantil es otra cosa! Es explotación
de los niños en los procesos productivos de la economía globalizada en ventaja
de los beneficios y de las ganancias de otros. Es negación del derecho de los
niños a la salud, a la educación, a un crecimiento armonioso, que comprenda
también la posibilidad de jugar y soñar. Esto es trágico. Un niño que no puede
soñar, que no puede jugar, no puede crecer. Es robar el futuro a los niños y por
tanto a la humanidad misma. Es lesión de la dignidad humana.
La pobreza extrema, la falta de trabajo y la consecuente desesperación en las
familias son los factores que mayormente exponen a los niños a la explotación
laboral. Si queremos erradicar la plaga del trabajo infantil, debemos trabajar
juntos para erradicar la pobreza, para corregir las distorsiones del sistema
económico vigente, que centra la riqueza en las manos de pocos. Debemos
animar a los Estados y a los actores del mundo empresarial a crear
oportunidades de trabajo digno con salarios justos, que consientan satisfacer las
necesidades de las familias sin que los hijos sean obligados a trabajar. Debemos
unir nuestros esfuerzos para favorecer en todos los países una educación de
calidad, gratuita para todos, así como un sistema sanitario que sea accesible a
todos indistintamente. Todos los actores sociales son llamados a combatir el
trabajo infantil y las causas que lo determinan. La participación en esta
conferencia de representantes de las organizaciones internacionales, de la
sociedad civil, del mundo empresarial y de la Iglesia es un signo de gran
esperanza.
Exhorto al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, a quien
compete también la promoción del desarrollo de los niños, a seguir en esta obra
de estímulo, facilitación y coordinación de las iniciativas y los esfuerzos ya en
marcha a todos los niveles en la lucha contra el trabajo infantil.
Y a vosotros, relatores y participantes en este encuentro, expreso mi
reconocimiento: gracias porque ponéis en común vuestras competencias y
vuestro compromiso por esta causa que es una verdadera cuestión de
civilización. Os animo a ir adelante en este camino, sin desanimaros por las
inevitables dificultades, pero ampliando cada vez más la red de las personas y
de las organizaciones involucradas. Tengamos siempre presente las palabras de
Jesús en el Evangelio: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Os encomiendo a vosotros, a vuestras familias y vuestro trabajo a la materna
intercesión de María Santísima, y de corazón os bendigo. Gracias.

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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy celebramos la V Jornada Mundial de los Pobres, nacida como fruto del
Jubileo de la Misericordia. El tema de este año son las palabras de Jesús: «A los
pobres los tenéis siempre con vosotros» (Mc 14,7). Y es verdad: la humanidad
progresa, se desarrolla, pero los pobres están siempre con nosotros, siempre los
hay, y en ellos está presente Cristo, en el pobre está presente Cristo. Anteayer,
en Asís, vivimos un momento fuerte de testimonio y de oración que os invito a
retomar, os hará bien. Y doy las gracias por las muchas iniciativas de solidaridad
que se han organizado en las diócesis y en las parroquias de todo el mundo.
El grito de los pobres, unido al grito de la tierra, ha resonado los pasados días en
la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático COP26, en Glasgow.
Animo a cuantos tienen responsabilidades políticas y económicas a actuar
inmediatamente, con valentía y amplitud de miras; al mismo tiempo, invito a
todas las personas de buena voluntad a ejercer la ciudadanía activa en el
cuidado de la casa común. Con este fin, precisamente hoy, Jornada Mundial de
los Pobres, se abren las inscripciones a la plataforma Laudato si’, que promueve
la ecología integral. […]

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ENCUENTRO DE ORACIÓN Y TESTIMONIO CON MOTIVO DE LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Gracias por aceptar mi invitación —¡yo he sido el invitado— para celebrar aquí
en Asís, la ciudad de san Francisco, la quinta Jornada Mundial de los Pobres, que
se celebra pasado mañana. Es una idea que nació de ustedes, ha crecido y ya
hemos llegado a la quinta. Asís no es una ciudad como las demás: Asís lleva la
huella de san Francisco. Pensar que fue en estas calles donde vivió su inquieta
juventud, donde recibió la llamada a vivir el Evangelio al pie de la letra, es una
lección fundamental para nosotros. Por supuesto, en algunos aspectos su
santidad nos hace temblar, porque parece imposible imitarlo. Pero luego, cuando
recordamos ciertos momentos de su vida, esas “florecillas” (fioretti ) que se
recogieron para mostrar la belleza de su vocación, nos sentimos atraídos por esa
sencillez de corazón y de vida: es el atractivo mismo de Cristo, del Evangelio.
Son hechos de la vida que valen más que los sermones.
Me gusta recordar una, que expresa bien la personalidad del Poverello (cf.
Fioretti , capítulo 13: Fuentes Franciscanas, 1841-1842). Él y el hermano Masseo
habían partido hacia Francia, pero no habían llevado provisiones. En cierto
momento tuvieron que empezar a pedir caridad. Francisco fue en una dirección y
el hermano Masseo en otra. Pero, como cuentan los Fioretti, Francisco era de
baja estatura y quienes no lo conocían lo consideraban un “vagabundo”,
mientras que el hermano Masseo “era un hombre grande y apuesto”. Así fue que
San Francisco apenas logró recoger algunos trozos de pan seco y duro, mientras
que el hermano Masseo recogió algunos buenos trozos de pan.
Cuando los dos se reunieron, se sentaron en el suelo y colocaron lo que habían
recogido en una piedra. Al ver los trozos de pan recogidos por el fraile, Francisco
dijo: “Hermano Masseo, no somos dignos de este gran tesoro”. El fraile,
asombrado, le contestó: “Padre Francisco, ¿cómo se puede hablar de tesoro
donde hay tanta pobreza y faltan hasta las cosas necesarias?”. Francisco
respondió: “Es precisamente esto lo que considero un gran tesoro, porque no
hay nada, pero lo que tenemos nos lo da la Providencia que nos ha dado este
pan”. Esta es la enseñanza que nos da san Francisco: saber contentarse con lo
poco que tenemos y compartirlo con los demás.
Estamos en la Porciúncula, una de las pequeñas iglesias que san Francisco pensó
en restaurar, después de que Jesús le pidiera “reparar su casa”. En aquel
momento, nunca habría pensado que el Señor le pediría que diera su vida para
renovar no la iglesia hecha de piedras, sino la de las personas, de los hombres y
mujeres que son las piedras vivas de la Iglesia. Y si estamos hoy aquí es
precisamente para aprender de lo que hizo san Francisco. Le gustaba pasar
mucho tiempo en esta pequeña iglesia rezando. Se reunía aquí en silencio y
escuchaba al Señor, lo que Dios quería de él. También nosotros hemos venido
aquí para esto: queremos pedirle al Señor que escuche nuestro grito, que
escuche nuestro grito y que venga en nuestra ayuda. No olvidemos que la
primera marginación que sufren los pobres es la espiritual. Por ejemplo, muchas
personas y jóvenes encuentran tiempo para ayudar a los pobres y llevarles
comida y bebidas calientes. Esto es muy bueno y doy gracias a Dios por su
generosidad. Pero sobre todo me alegro cuando oigo que estos voluntarios se
paran a hablar con la gente, y a veces rezan con ellos… Así, nuestro estar aquí,
en la Porciúncula, nos recuerda la compañía del Señor, que nunca nos deja solos,
siempre nos acompaña en cada momento de nuestra vida. El Señor está hoy con
nosotros. Nos acompaña, en la escucha, en la oración y en los testimonios
dados: es Él, con nosotros.
Hay otro hecho importante: aquí, en la Porciúncula, san Francisco acogió a santa
Clara, a los primeros frailes y a muchos pobres que acudían a él. Con sencillez
los recibió como hermanos y hermanas, compartiendo todo con ellos. Esta es la
expresión más evangélica que estamos llamados a hacer nuestra: la acogida.
Acoger significa abrir la puerta, la de la casa y la del corazón, y dejar entrar a
quien llama. Y que se sienta a gusto, no con temor, no, a gusto, libre. Donde hay
un verdadero sentido de la fraternidad, hay también una experiencia sincera de
acogida. Cuando, por el contrario, hay miedo al otro, desprecio por su vida,
entonces nace el rechazo o, peor aún, la indiferencia: mirar para otro lado. La
acogida genera un sentimiento de comunidad; el rechazo, por el contrario, se
cierra en el propio egoísmo. A la Madre Teresa, que hizo de su vida un servicio a
la hospitalidad, le gustaba decir: “¿Cuál es la mejor bienvenida? La sonrisa. La
sonrisa”. Compartir una sonrisa con alguien necesitado es bueno para ambos,
para el otro y para mí. La sonrisa como expresión de simpatía, de ternura. Y
entonces la sonrisa te envuelve, y no puedes distanciarte de la persona a la que
has sonreído.
[…]
Ya es hora de que los pobres vuelvan a tener la palabra, porque durante
demasiado tiempo sus demandas no han sido escuchadas. Es hora de que se
abran los ojos para ver el estado de desigualdad en el que viven tantas familias.
Es hora de arremangarse para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo.
Es hora de volver a escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos,
esclavizados, náufragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia. Es hora de
que la violencia contra las mujeres se detenga y de que se las respete y no se
las trate como mercancías. Es hora de romper el círculo de la indiferencia y
descubrir la belleza del encuentro y del diálogo. Es hora de encontrarse. Es la
hora del encuentro. Si la humanidad, si los hombres y las mujeres no
aprendemos a encontrarnos, nos dirigimos a un final muy triste.
He escuchado atentamente sus testimonios, y les digo gracias por todo lo que
han demostrado con valor y sinceridad. Valentía, porque han querido
compartirlas con todos nosotros, aunque formen parte de su vida personal;
sinceridad, porque se muestran tal y como son y abren sus corazones con el
deseo de ser comprendidos. Hay algunas cosas que me han gustado
especialmente y que me gustaría retomar de alguna manera, para hacerlas aún
más mías y que se instalen en mi corazón. En primer lugar, he captado una gran
sensación de esperanza. La vida no siempre ha sido amable con ustedes, es
más, a menudo les ha mostrado una cara cruel. La marginación, el sufrimiento
de la enfermedad y la soledad, la falta de muchos medios necesarios no les ha
impedido mirar con ojos llenos de gratitud las pequeñas cosas que les han
permitido resistir.
Resistir. Esta es la segunda impresión que he recibido y proviene de la
esperanza. ¿Qué significa resistir? Tener la fuerza de seguir adelante a pesar de
todo, de ir a contracorriente. La resistencia no es una acción pasiva, al contrario,
requiere el valor de emprender un nuevo camino sabiendo que dará sus frutos.
Resistir significa encontrar razones para no rendirse ante las dificultades,
sabiendo que no las vivimos solos sino juntos, y que solo juntos podemos
superarlas. Resistir a toda tentación de abandonar y caer en la soledad y la
tristeza. Resistir, aferrándose a la pequeña o escasa riqueza que podamos tener.
Pienso en la chica de Afganistán, con su frase lapidaria: mi cuerpo está aquí, mi
alma está allá. Resistir con la memoria, hoy. Pienso en la madre rumana que
habló al final: dolor, esperanza y sin salida, pero fuerte esperanza en sus hijos
que la acompañan y le devuelven la ternura que recibieron de ella.
Pidamos al Señor que nos ayude a encontrar siempre la serenidad y la alegría.
Aquí, en la Porciúncula, san Francisco nos enseña la alegría que supone mirar a
los que nos rodean como compañeros de viaje que nos comprenden y nos
apoyan, igual que nosotros lo hacemos con él o ella. Que este encuentro abra los
corazones de todos nosotros para ponernos a disposición de los demás; que abra
nuestros corazones para hacer de nuestras debilidades una fuerza que nos ayude
a seguir en el camino de la vida, para transformar nuestra pobreza en una
riqueza a compartir, y así mejorar el mundo.
La Jornada de los Pobres. Gracias a los pobres que abren sus corazones para
darnos su riqueza y sanar nuestros corazones heridos. Gracias por este valor.
Gracias, Étienne, por ser dócil a la inspiración del Espíritu Santo. Gracias por
estos años de trabajo; ¡y también por la “terquedad” de traer el Papa a Asís!
Gracias. Gracias, Eminencia, por su apoyo, por su ayuda a este movimiento de
Iglesia —decimos “movimiento” porque se mueven— y por su testimonio. Y
gracias a todos. Los llevo en mi corazón. Y, por favor, no se olviden de rezar por
mí, porque tengo mis pobrezas, ¡y muchas! Gracias.

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA «LOS ITALIANOS EN EUROPA Y LA MISIÓN CRISTIANA» PROMOVIDA POR LA FUNDACIÓN MIGRANTES DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA

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Queridos hermanos y hermanas,
Os doy la bienvenida y agradezco al cardenal Bassetti sus palabras de saludo y
presentación. Saludo al Secretario General de la CEI, al Presidente de la
Fundación Migrantes con el Director y colaboradores, y dirijo un saludo de
agradecimiento a todos vosotros, sacerdotes y colaboradores pastorales, que
estáis al servicio de las comunidades y misiones de lengua italiana. en Europa.
El tema que guía el trabajo de su encuentro es “Los italianos en Europa y la
misión cristiana ”. Veo en esto, por un lado, la inquietud pastoral que siempre
nos empuja a conocer la realidad, en este caso la movilidad italiana; y, por otro,
el deseo misionero de que esto pueda ser levadura, levadura de nueva
evangelización en Europa. En este contexto, me gustaría compartir tres
reflexiones que espero les ayuden en el presente y en el futuro.
El primero se refiere a la movilidad, la migración . A menudo vemos a los
migrantes solo como » otros » de nosotros, como extraños. En realidad, incluso
leyendo los datos del fenómeno, descubrimos que los migrantes son una parte
significativa de » nosotros «, así como, en el caso de los emigrantes italianos, las
personas cercanas a nosotros: nuestras familias, nuestros jóvenes estudiantes,
graduados, desempleados. , nuestros emprendedores. La migración italiana
revela – como escribió el gran obispo Geremia Bonomelli, fundador de la Obra de
asistencia a los emigrantes en Europa y Oriente Medio – una “ hija de Italia”, De
camino en Europa, sobre todo, y en el mundo. Es una realidad que me siento
especialmente unida, pues mi familia también emigró a Argentina. El «nosotros»,
por tanto, para leer la movilidad.
La segunda reflexión se refiere a Europa . La lectura de la emigración italiana al
continente europeo debe hacernos cada vez más conscientes de que Europa es
una casa común . Incluso la Iglesia en Europa no puede dejar de considerar a los
millones de emigrantes de Italia y de otros países que están renovando el rostro
de ciudades y países. Y, al mismo tiempo, alimentan «el sueño de una Europa
unida, capaz de reconocer raíces comunes y de alegrarse de la diversidad que la
habita» (Enc. Fratelli tutti , 10). Es un hermoso mosaico, que no debe estar
marcado o corrompido con prejuicios o con ese odio velado a la respetabilidad.
Europa está llamada a revitalizar hoy su vocación de solidaridad en la
subsidiariedad.
La tercera reflexión se refiere al testimonio de fe de las comunidades de
emigrantes italianos en los países europeos. Gracias a su religiosidad popular
profundamente arraigada, comunicaron la alegría del Evangelio, hicieron visible
la belleza de ser comunidades abiertas y acogedoras, compartieron los caminos
de las comunidades cristianas locales. Un estilo de comunión y misión ha
caracterizado su historia y espero que también dé forma a su futuro. Es un
hermoso hilo que nos une a la memoria de nuestras familias. ¿Cómo no pensar
en nuestros abuelos emigrados y su capacidad de ser generativos también en
términos de vida cristiana? Es un legado que hay que conservar y cuidar,
encontrar los caminos que nos permitan revitalizar el anuncio y el testimonio de
fe. Y esto depende mucho de ladiálogo entre generaciones : especialmente entre
abuelos y nietos . Esto es muy importante, lo enfatizo: abuelos y nietos. De
hecho, los jóvenes italianos que hoy se mueven por Europa son muy diferentes,
en términos de fe, de sus abuelos, pero en general están muy apegados a ellos.
Y es fundamental que permanezcan apegados a sus raíces: precisamente cuando
se encuentran viviendo en otros contextos europeos, la savia que extraen de sus
raíces, de sus abuelos, una savia de valores humanos y espirituales, es preciosa.
Entonces, si existe este diálogo entre generaciones, entre abuelos y nietos,
realmente «las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos
[…], sobre todo cuando pensamos en la nueva evangelización» ( Exhortación
Apostólica Evangelii gaudium , 126 ).
A la luz de la experiencia latinoamericana pude afirmar que «los inmigrantes, si
les ayudas a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que
invita a una sociedad a crecer» (Enc. Fratelli tutti , 135). Acoger, acompañar,
promover e integrar los cuatro pasos. Si no llegamos a la integración puede
haber problemas, y serios. Siempre me viene a la mente la tragedia de
Zaventem: los que hicieron esto fueron belgas, pero hijos de inmigrantes no
integrados y en guetos. Acoger, acompañar, promover e integrar. Lo mismo
puede decirse de Europa. Los migrantes también son una bendición para y
ennuestras Iglesias en Europa. Si se integran, pueden ayudar a respirar el aire
de una diversidad que regenera la unidad; pueden nutrir el rostro de la
catolicidad; pueden dar testimonio de la apostolicidad de la Iglesia; pueden
generar historias de santidad. No olvidemos, por ejemplo, que Santa Francesca
Saverio Cabrini, monja emigrante lombarda entre los emigrantes, fue la primera
santa de los Estados Unidos de América. Al mismo tiempo, las migraciones han
acompañado y pueden apoyar, a través de encuentros, relaciones y amistad, el
camino ecuménico en los distintos países europeos donde los fieles pertenecen
en su mayoría a comunidades reformadas u ortodoxas.

En este sentido, me complace observar que el camino sinodal de las Iglesias en
Italia, también gracias a la labor pastoral de la Fundación Migrantes, tiene como
objetivo considerar a los migrantes como un recurso importante para la
renovación y misión de las Iglesias en Europa. Sobre todo, el mundo de los
jóvenes en emigración, muchas veces desorientados y solos, tendrá que ver una
Iglesia con sus Pastores atentos, que camine con ellos y entre ellos.
El beato obispo Giovanni Battista Scalabrini, cuya acción entre los migrantes ha
alimentado la misión de las Iglesias en Italia, y Santa Francesca Cabrini, patrona
de los migrantes, guían y protegen su camino en las Iglesias de Europa para un
nuevo, alegre y profético anuncio del Evangelio. .
Queridos hermanos y hermanas, gracias por lo que están haciendo. Os animo a
continuar en vuestro compromiso y pensar creativamente en una misión que
mira al futuro de nuestras comunidades, para que estén cada vez más
arraigadas en el Evangelio, fraternales y acogedoras. Te bendigo y te acompaño.
Y tú, por favor, no olvides orar por mí. ¡Gracias!

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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas:
Sigo con preocupación las noticias que llegan desde la región del Cuerno de
África, en particular de Etiopía, sacudida por un conflicto que se prolonga desde
hace más de un año y que ha causado numerosas víctimas y una grave crisis
humanitaria. Invito a todos a la oración por esa población tan duramente
probada, y renuevo mi llamamiento para que prevalezcan la concordia fraterna y
el camino pacífico del diálogo.
Y aseguro mi oración también por las víctimas del incendio que siguió a una
explosión de carburante, en la periferia de Freetown, capital de Sierra Leona.
[…]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO, FIRMADO POR EL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO, PARA LA SESIÓN INAUGURAL DEL ENCUENTRO GLOBAL SOBRE LA ELIMINACIÓN DEL TRABAJO INFANTIL EN AGRICULTURA

A Su Excelencia Qu Dongyu
Director General de la FAO
Excelencia:
Por encargo y en nombre del Santo Padre, quiero agradecer a la FAO por haber
promovido, en colaboración con la OIT, este encuentro mundial de Alto Nivel que
centra nuestra atención en un fenómeno cada vez más preocupante, dadas las
estimaciones recientes de los organismos internacionales.
De hecho, aún más cuando se manifiesta como explotación, el trabajo infantil se
convierte en un flagelo que hiere cruelmente la existencia digna y el desarrollo
armónico de los más pequeños, limitando considerablemente sus oportunidades
de futuro, ya que reduce y lastima su vida para satisfacer las necesidades
productivas y lucrativas de los adultos.
Las connotaciones negativas de este drama se han visto agudizadas por la
pandemia, que ha empujado a un número creciente de menores a abandonar la
escuela para caer, lamentablemente, en las garras de esta forma de esclavitud.
Para muchos de estos pequeños hermanos nuestros, faltar a la escuela significa
no solo perder oportunidades que los capaciten para afrontar los retos de la
edad adulta, sino también enfermar, es decir verse privados del derecho a la
salud, a causa de las deplorables condiciones en las que han de desarrollar las
tareas que vilmente se les exigen.
Si nos detenemos en el sector agrícola, la emergencia es aún más alarmante:
miles de niños y niñas se ven apremiados a trabajar incansablemente, en
condiciones agotadoras, precarias y degradantes, sufriendo maltratos, abusos y
discriminación. Pero la situación alcanza el ápice de la desolación, cuando son los
mismos padres los que se ven impelidos a enviar a sus hijos a trabajar, porque
sin su aporte activo no podrían mantener a la familia.
Señor Director General, que de este encuentro surja potente un clamor que
reclame a las instancias internacionales y nacionales competentes que se
defienda la serenidad y felicidad de los niños. ¡La inversión más rentable que
puede hacer la humanidad es la protección de la infancia! Proteger a los niños es
respetar el momento de su crecimiento, dejando que estos frágiles brotes
disfruten de las condiciones adecuadas para su apertura y floración. Proteger a
los niños, además, entraña tornar medidas incisivas para ayudar a las familias
de los pequeños agricultores, de modo que no se vean obligados a enviar a sus
hijos al campo para incrementar sus ingresos, que siendo tan bajos no les
permiten mantener dignamente sus hogares. Por último, proteger a los niños
conlleva actuar de tal forma que se despejen ante ellos horizontes que los
configuren corno ciudadanos libres, honrados y solidarios.
Qué importante sería que un acertado y eficaz ordenamiento jurídico, tanto de
alcance internacional como nacional, defendiera y amparara a los niños y niñas
de esa nociva mentalidad tecnocrática que se ha apoderado del presente. Para
ello han de multiplicarse las personas y las asociaciones que, a todos los niveles,
se esfuercen para que el afán de lucro desmedido que condena a niños y jóvenes
al brutal yugo de la explotación laboral ceda su puesto a la lógica del cuidado. En
este sentido se requiere una obra de denuncia, de educación, de sensibilización,
de convicción para que quienes no tienen escrúpulos de esclavizar a la infancia
con cargas insoportables logren ver más lejos y más profundamente, venciendo
el egoísmo y esa ansia de consumir compulsivamente que terminan por devorar
el planeta, olvidando que sus recursos hay que preservarlos para las
generaciones futuras.
Excelencia, si aspiramos a que nuestra sociedad pueda gozar de aquella dignidad
que la ennoblece, si queremos que el derecho triunfe sobre la arbitrariedad,
hemos de asegurar a nuestros niños y jóvenes un presente sin explotación
laboral. Y esto solo será posible si nos implicamos de forma conjunta y
perentoria en que custodien y cultiven sus sueños, en que jueguen, entrenen y
aprendan. Entonces se abrirá paso un porvenir luminoso para la familia humana.
No me cabe duda de que a ello contribuirá el evento de hoy y el actual Ano
Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil.
Al renovar la voluntad de la Santa Sede y el compromiso de la Iglesia católica y
sus instituciones para que la comunidad internacional no deje de combatir de
manera firme, mancomunada y decidida la lacra de la explotación laboral de los
menores, invoco sobre usted, Señor Director General, y sobre cuantos se
esfuerzan por liberar a niños y jóvenes de toda adversidad, la bendición de Dios
Todopoderoso.
Vaticano, 2 de noviembre de 2021
Pietro Card. Parolin
Secretario de Estado

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SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas:
Mañana por la mañana iré al Cementerio Militar Francés de Roma. Será una
oportunidad para rezar en sufragio de todos los muertos, especialmente por las
víctimas de la guerra y la violencia. Al visitar este cementerio, me uno
espiritualmente a todos los que en estos días van a rezar ante las tumbas de sus
seres queridos en todas partes del mundo. […]