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PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL

[…] Nuestra existencia es una peregrinación, un camino. También los que están movidos por una esperanza especialmente humana, perciben la seducción del horizonte, que les empuja a explorar mundos que aún no conocen. Nuestra alma es un alma migrante. La Biblia está llena de historias de peregrinos y viajeros. La vocación de Abraham comienza con este mandamiento: «Vete de tu tierra» (Génesis 12, 1). Y el patriarca deja ese pedazo de mundo que conocía bien y que era una de las cunas de la civilización de su tiempo. Todo conspiraba contra la sensatez de ese viaje. Y aún así Abraham sale. No se convierte en hombres y mujeres maduros si no se percibe la atracción del horizonte: ese límite entre el cielo y la tierra que pide ser alcanzado por un pueblo de caminantes. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA PROFESORA MARGARET ARCHER, PRESIDENTA DE LA ACADEMIA PONTIFICIA DE CIENCIAS SOCIALES, CON MOTIVO DE LA SESIÓN PLENARIA

[…] A pesar de que vivimos en un mundo donde la riqueza es abundante, muchas personas siguen siendo víctimas de la pobreza y de la exclusión social. Las disparidades —junto con las guerras de dominación y el cambio climático— son las causas de la mayor migración forzosa de la historia, que afecta a más de 65 millones de seres humanos. Pensemos también en la creciente tragedia de las nuevas esclavitudes en las formas de trabajo forzado, de prostitución, de tráfico de órganos, que son verdaderos crímenes contra la humanidad. Es alarmante y sintomático que hoy el cuerpo humano se compre y se venda, como si fuera una mercancía. Hace casi cien años, el Papa Pío XI preveía la afirmación de estas desigualdades e inequidades como resultado de una dictadura económica mundial a la que llamó “imperialismo internacional del dinero” (Enc. Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, 109). Y fue Pablo VI quien denunció, casi cincuenta años después, la “forma nueva y abusiva de dominio económico en el ámbito social, cultural e incluso político” (Carta. Ap. Octogesima Adveniens, 14 de mayo, 1971, 44). […]

El siglo XV fue el siglo del primer Humanismo; a principios del siglo XXI se advierte cada vez más fuerte la necesidad de un nuevo humanismo. Entonces fue la transición del feudalismo a la sociedad moderna el motor decisivo del cambio. Hoy, es un pasaje de época igualmente radical: de la sociedad moderna a la posmoderna. El aumento endémico de las desigualdades sociales, el tema de la migración, los conflictos de identidad, las nuevas formas de esclavitud, la cuestión ambiental, los problemas de biopolítica y de bioderecho son sólo algunas de las cuestiones que hablan del malestar de hoy. Frente a estos desafíos, la mera actualización de las viejas categorías de pensamiento o el recurso a técnicas sofisticadas de decisión colectiva no son suficientes; es necesario buscar nuevos caminos inspirados en el mensaje de Cristo. […]

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LITURGIA DE LA PALABRA CON LA COMUNIDAD DE SANT’EGIDIO, EN MEMORIA DE LOS “NUEVOS MÁRTIRES” DE LOS SIGLOS XX Y XXI HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] Yo quisiera, hoy, añadir un icono más, a esta iglesia. Una mujer. No sé el nombre. Pero ella nos mira desde el cielo. Estaba en Lesbos, saludaba a los refugiados y encontré a un hombre de treinta años, con tres niños. Me miró y me dijo: “Padre, yo soy musulmán. Mi mujer era cristiana. Llegaron los terroristas a nuestro país, nos miraron y nos peguntaron nuestra religión y la vieron a ella con el crucifijo, y le dijeron que lo tirara al suelo. Ella no lo hizo y la degollaron delante de mí. ¡Nos queríamos mucho!”. Este es el icono que traigo como regalo aquí. No sé si ese hombre está todavía en Lesbos o ha conseguido ir a otra parte. No sé si ha sido capaz de salir de ese campo de concentración, porque los campos de refugiados —muchos— son de concentración, por la masa de gente que es dejada allí. Y los pueblos generosos que les acogen deben llevar adelante también este peso, porque los acuerdos internacionales parece que son más importantes que los derechos humanos. Y este hombre no tenía rencor: él, musulmán, tenía esta cruz del dolor llevada adelante sin rencor. Se refugiaba en el amor de la mujer, salvada por el martirio.[…]

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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL OBISPO DE ASÍS CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DEL SANTUARIO DE LA EXPOLIACIÓN

[…] Cuando visité la Sala de la Expoliación te pedí que me encontrase sobre todo una representación de los pobres. En esa Sala, tan elocuente, ellos eran testigos de la escandalosa realidad de un mundo todavía tan marcado por la brecha entre el inmenso número de indigentes, a menudo desprovistos de lo estrictamente necesario, y la minúscula porción de propietarios que tienen la mayor parte de la riqueza y pretenden determinar los destinos de la humanidad. Por desgracia, dos mil años después del anuncio del Evangelio y después de ocho siglos del testimonio de Francisco, estamos frente a un fenómeno de «inequidad global» y de «economía que mata» (cf. Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 52-60). Precisamente, el día antes de mi llegada a Asís, en las aguas de Lampedusa, se había consumado una masacre de migrantes. Hablando en el lugar de la “expoliación”, también con la conmoción determinada por ese luctuoso evento, sentí toda la verdad de lo que había testimoniado el joven Francisco: solamente cuando se acercó a los más pobres, en su tiempo representados sobre todo por los enfermos de lepra, ejercitando con ellos la misericordia, experimentó «dulzura del alma y del cuerpo» (Testamento, FF 110).

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DOMINGO DE RESURRECCIÓN SANTA MISA DEL DÍA HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] Es el primer anuncio: “Ha resucitado”. Y después la confusión, el corazón cerrado, las apariciones. Pero los discípulos permanecieron encerrados todo el día en el Cenáculo, porque tenían miedo de que les ocurriera lo mismo que le sucedió a Jesús. Y la Iglesia no cesa de decir a nuestras derrotas, a nuestros corazones cerrados y temerosos: “Parad, el Señor ha resucitado”. Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo están sucediendo estas cosas? ¿Cómo suceden tantas desgracias, enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerras, destrucciones, mutilaciones, venganzas, odio? ¿Pero dónde está el Señor?[…]

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MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO PASCUA 2017

Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua.

[…]Se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia casa.
El Pastor Resucitado se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la esperanza en el camino común.
Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas.
Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, la amada y martirizada Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. El vil ataque de ayer a los prófugos que huían ha provocado numerosos muertos y heridos. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.[…]

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VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] Y si hacemos un esfuerzo con nuestra imaginación, en el rostro de estas mujeres podemos encontrar los rostros de tantas madres y abuelas, el rostro de niños y jóvenes que resisten el peso y el dolor de tanta injusticia inhumana. Vemos reflejados en ellas el rostro de todos aquellos que caminando por la ciudad sienten el dolor de la miseria, el dolor por la explotación y la trata. En ellas también vemos el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas. Ellas son el rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien. Ellas, en su dolor, son el rostro de todos aquellos que, caminando por la ciudad, ven crucificada la dignidad.[…]

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VIGILIA DE ORACIÓN COMO PREPARACIÓN PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] ero este es el drama de este mundo: que los jóvenes ―y este es el drama de la juventud de hoy― que los jóvenes son a menudo descartados. No tienen trabajo, no tienen un ideal que seguir, falta la instrucción, falta la integración… Tantos jóvenes deben huir, emigrar a otras tierras… Los jóvenes hoy, es duro decirlo, a menudo son material de descarte. Y esto no podemos tolerarlo. Tenemos que hacer este Sínodo para decir: «Nosotros jóvenes estamos aquí». Y nosotros vamos a Panamá para decir: «Nosotros jóvenes estamos aquí, en camino. No queremos ser material de descarte. Nosotros tenemos algo valioso que dar».

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL DE LA ORDEN DE LOS CLÉRIGOS REGULARES DE SOMASCA*

[…] Y hablando de huérfanos, hay nuevos “medio huérfanos”: esos emigrantes, chicos, niños, que vienen solos a nuestras tierras y necesitan encontrar paternidad y maternidad. Me gustaría hacer hincapié en esto: en los barcos muchos vienen solos y eso es lo que necesitan. Esto y otras cosas son tarea vuestra. […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE LA UNIÓN EUROPEA PRESENTES EN ITALIA PARA LA CELEBRACIÓN DEL 60 ANIVERSARIO DEL TRATADO DE ROMA

[…] En nuestro mundo multicultural tales valores seguirán teniendo plena ciudadanía si saben mantener su nexo vital con la raíz que los engendró. En la fecundidad de tal nexo está la posibilidad de edificar sociedades auténticamente laicas, sin contraposiciones ideológicas, en las que encuentran igualmente su lugar el oriundo, el autóctono, el creyente y el no creyente […]

Está la crisis económica, que ha marcado el último decenio, la crisis de la familia y de los modelos sociales consolidados, está la difundida «crisis de las instituciones» y la crisis de los emigrantes: tantas crisis, que esconden el miedo y la profunda desorientación del hombre contemporáneo, que exigen una nueva hermenéutica para el futuro. A pesar de todo, el término «crisis» no tiene por sí mismo una connotación negativa. No se refiere solamente a un mal momento que hay que superar. La palabra crisis tiene su origen en el verbo griego crino (κρίνω), que significa investigar, valorar, juzgar. Por esto, nuestro tiempo es un tiempo de discernimiento, que nos invita a valorar lo esencial y a construir sobre ello; es, por lo tanto, un tiempo de desafíos y de oportunidades.

[…] La apertura al mundo implica la capacidad de «diálogo como forma de encuentro»[18] a todos los niveles, comenzando por el que existe entre los Estados miembros y entre las Instituciones y los ciudadanos, hasta el que se tiene con los muchos inmigrantes que llegan a las costas de la Unión. No se puede limitar a gestionar la grave crisis migratoria de estos años como si fuera sólo un problema numérico, económico o de seguridad. La cuestión migratoria plantea una pregunta más profunda, que es sobre todo cultural. ¿Qué cultura propone la Europa de hoy? El miedo que se advierte encuentra a menudo su causa más profunda en la pérdida de ideales. Sin una verdadera perspectiva de ideales, se acaba siendo dominado por el temor de que el otro nos cambie nuestras costumbres arraigadas, nos prive de las comodidades adquiridas, ponga de alguna manera en discusión un estilo de vida basado sólo con frecuencia en el bienestar material. Por el contrario, la riqueza de Europa ha sido siempre su apertura espiritual y la capacidad de platearse cuestiones fundamentales sobre el sentido de la existencia.[…]