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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

[…] Lo confirma otro texto del Libro del Éxodo, llamado «código de la alianza», donde se dice que no se puede estar en la Alianza del Señor y maltratar a aquellos que gozan de su protección. Y, ¿quiénes son estos que gozan de su protección? Dice la Biblia: la viuda, el huérfano y el extranjero, el migrante, es decir las personas más solas e indefensas. (cf. Éxodo 11, 20-21). Respondiendo a aquellos fariseos que le habían preguntado, Jesús intenta también ayudarles a poner orden en su religiosidad, a reestablecer aquello que verdaderamente cuenta y aquello que es menos importante. Dice Jesús: «De estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas» (Mateo 22, 40). Son los más importantes y los demás dependen de estos dos. Y Jesús vivió precisamente así su vida: predicando y obrando aquello que verdaderamente cuenta y es esencial, es decir, el amor. El amor da impulso y fecundidad a la vida y al camino de fe: sin amor, tanto la vida como la fe permanecen estériles. […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA «REPENSANDO EUROPA» ORGANIZADA POR LA COMISIÓN DE LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES DE LA COMUNIDAD EUROPEA (COMECE) EN COLABORACIÓN CON LA SECRETARÍA DE ESTADO

Eminencias, Excelencias,
Distinguidas autoridades,
Señoras y señores:

[…] La primera, y tal vez la mayor, contribución que los cristianos pueden aportar a la Europa de hoy es recordar que no se trata de una colección de números o de instituciones, sino que está hecha de personas. Lamentablemente, a menudo se nota cómo cualquier debate se reduce fácilmente a una discusión de cifras. No hay ciudadanos, hay votos. No hay emigrantes, hay cuotas. No hay trabajadores, hay indicadores económicos. No hay pobres, hay umbrales de pobreza. Lo concreto de la persona humana se ha reducido así a un principio abstracto, más cómodo y tranquilizador. Se entiende la razón: las personas tienen rostros, nos obligan a asumir una responsabilidad real y «personal»; las cifras tienen que ver con razonamientos, también útiles e importantes, pero permanecerán siempre sin alma. Nos ofrecen excusas para no comprometernos, porque nunca nos llegan a tocar en la propia carne.[…]

Un ámbito inclusivo
La responsabilidad de los líderes es la de favorecer una Europa que sea una comunidad inclusiva, libre de un equívoco de fondo: inclusión no es sinónimo de aplastamiento indiferenciado. Al contrario, se es auténticamente inclusivos cuando se saben valorar las diferencias, asumiéndolas como patrimonio común y enriquecedor. En esta perspectiva, los emigrantes son un recurso más que un peso. Los cristianos están llamados a meditar seriamente sobre la afirmación de Jesús: «Fui forastero y me hospedasteis» (Mt 25,35). Ante el drama de los refugiados y de los desplazados, no se puede olvidar, de ningún modo, el hecho de estar ante personas que no pueden ser elegidas o descartadas por el propio gusto, según lógicas políticas, económicas o incluso religiosas.

Sin embargo, esto no contrasta con el deber de toda autoridad de gobierno de gestionar la cuestión migratoria «con la virtud propia del gobernante, es decir, la prudencia»[3], que debe tener en cuenta tanto la necesidad de tener un corazón abierto, como la posibilidad de integrar plenamente a nivel social, económico y político a los que llegan al país. No se puede pensar que el fenómeno migratorio sea un proceso indiscriminado y sin reglas, pero no se pueden tampoco levantar muros de indiferencia o de miedo. Por su parte, los mismos emigrantes no deben olvidar el compromiso importante de conocer, respetar y también asimilar la cultura y las tradiciones de la nación que los acoge. […]

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VISITA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA SEDE DE LA FAO EN ROMA CON OCASIÓN DEL DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN

Signor Direttore Generale,
Distinte Autorità,
Signore e Signori,

[…] 1. La celebración de esta Jornada Mundial de la Alimentación nos reúne en el recuerdo de aquel 16 de octubre del año 1945 cuando los gobiernos, decididos a eliminar el hambre en el mundo mediante el desarrollo del sector agrícola, instituyeron la FAO. Era aquel un período de grave inseguridad alimentaria y de grandes desplazamientos de la población, con millones de personas buscando un lugar para poder sobrevivir a las miserias y adversidades causadas por la guerra.[…]

¿Cómo se pueden superar los conflictos? El derecho internacional nos indica los medios para prevenirlos o resolverlos rápidamente, evitando que se prolonguen y produzcan carestías y la destrucción del tejido social. Pensemos en las poblaciones martirizadas por unas guerras que duran ya decenas de años, y que se podían haber evitado o al menos detenido, y sin embargo propagan efectos tan desastrosos y crueles como la inseguridad alimentaria y el desplazamiento forzoso de personas. Se necesita buena voluntad y diálogo para frenar los conflictos y un compromiso total a favor de un desarme gradual y sistemático, previsto por la Carta de las Naciones Unidas, así como para remediar la funesta plaga del tráfico de armas. ¿De qué vale denunciar que a causa de los conflictos millones de personas sean víctimas del hambre y de la desnutrición, si no se actúa eficazmente en aras de la paz y el desarme? […]

Aquí permitidme que me una al debate sobre la vulnerabilidad, que causa división a nivel internacional cuando se habla de inmigrantes. Vulnerable es el que está en situación de inferioridad y no puede defenderse, no tiene medios, es decir sufre una exclusión. Y lo está obligado por la violencia, por las situaciones naturales o, aún peor, por la indiferencia, la intolerancia e incluso por el odio. Ante esta situación, es justo identificar las causas para actuar con la competencia necesaria. Pero no es aceptable que, para evitar el compromiso, se tienda a atrincherarse detrás de sofismas lingüísticos que no hacen honor a la diplomacia, reduciéndola del «arte de lo posible» a un ejercicio estéril para justificar los egoísmos y la inactividad. […]

4. Prestemos oído al grito de tantos hermanos nuestros marginados y excluidos: «Tengo hambre, soy extranjero, estoy desnudo, enfermo, recluido en un campo de refugiados». Es una petición de justicia, no una súplica o una llamada de emergencia. Es necesario que a todos los niveles se dialogue de manera amplia y sincera, para que se encuentren las mejores soluciones y se madure una nueva relación entre los diversos actores del escenario internacional, caracterizada por la responsabilidad recíproca, la solidaridad y la comunión.

El yugo de la miseria generado por los desplazamientos muchas veces trágicos de los emigrantes puede ser eliminado mediante una prevención consistente en proyectos de desarrollo que creen trabajo y capacidad de respuesta a las crisis medioambientales. Es verdad, la prevención cuesta mucho menos que los efectos provocados por la degradación de las tierras o la contaminación de las aguas, flagelos que azotan las zonas neurálgicas del planeta, en donde la pobreza es la única ley, las enfermedades aumentan y la esperanza de vida disminuye. […]

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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCIS A LOS OBISPOS DE LA INDIA

[…] Hace cinco décadas, cuando la Iglesia Siro-Malabar se extendió a algunas zonas del centro y norte de la India con «eparquias misioneros», fue la creencia general de los obispos latinos haber una sola jurisdicción, que un obispo en un territorio determinado . Estos eparquias desmembradas del latín Diócesis tienen jurisdicción exclusiva sobre esos territorios, tanto en América fieles que en los Siro-Malabar. Sin embargo, gracias a la experiencia de las últimas décadas desarrollado tanto en los territorios tradicionales de las Iglesias orientales, como en el vasto mundo de la llamada diáspora, donde estos fieles se han establecido desde hace algún tiempo, la experiencia de una cooperación fructífera y armoniosa entre los obispos católicos diferentes Iglesias sui iuris en el mismo territorio demuestran no solo una justificación eclesiológica, sino también una utilidad pastoral de esta solución. En un mundo en el que un gran número de cristianos se ven obligados a migrar, la superposición de jurisdicciones se han convertido en habitual y destacado regularmente como una herramienta eficaz para garantizar el cuidado pastoral de los fieles en el pleno respeto de sus tradiciones eclesiales. […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO SOBRE «LA DIGNIDAD DEL MENOR EN EL MUNDO DIGITAL»

eñores Cardenales,
Señor Presidente del Senado, Señora Ministra,
Señores Obispos, Rector Magnífico,
Señores Embajadores, distinguidas Autoridades, Profesores,
Señoras y Señores:

[…] Debemos tener los ojos abiertos y no ocultar una verdad que es desagradable y que no quisiéramos ver. Por otra parte, ¿no hemos entendido demasiado bien en estos años que ocultar la realidad del abuso sexual es un gravísimo error y fuente de tantos males? Entonces, miremos la realidad tal y como la habéis visto en estos días. En la red se están propagando fenómenos extremadamente peligrosos: la difusión de imágenes pornográficas cada vez más extremas porque con la adicción se eleva el umbral de la estimulación; el creciente fenómeno del sexting entre chicos y chicas que utilizan las redes sociales; la intimidación que se da cada vez más en la red y representa una auténtica violencia moral y física contra la dignidad de los demás jóvenes; la sextortion; la captación a través de la red de menores con fines sexuales es ya un hecho del que hablan continuamente las noticias; hasta llegar a los crímenes más graves y estremecedores de la organización online del tráfico de personas, la prostitución, incluso de la preparación y la visión en directo de violaciones y violencia contra menores cometidos en otras partes del mundo. Por lo tanto, la red tiene su lado oscuro y regiones oscuras (la dark net) donde el mal consigue actuar y expandirse de manera siempre nueva y cada vez con más eficacia, extensión y capilaridad. La antigua difusión de la pornografía a través de medios impresos era un fenómeno de pequeñas dimensiones comparado con lo que está sucediendo hoy en día, de una manera cada vez más creciente y rápida, a través de la red. De todo esto habéis hablado claramente, de manera documentada y en profundidad, por eso os damos las gracias.
Ante todo esto ciertamente nos quedamos horrorizados. Pero lamentablemente estamos también desorientados. Como bien sabéis y así nos enseñáis, la característica de la red es su carácter global, que cubre todo el planeta superando todas las fronteras, siendo cada vez más capilar, alcanzando en cualquier parte todo tipo de usuarios, incluidos los niños, a través de dispositivos móviles cada vez más ágiles y fáciles de manejar. Por eso ahora nadie en el mundo, ninguna autoridad nacional por su cuenta se siente capaz de abarcar adecuadamente y de controlar las dimensiones y la evolución de estos fenómenos, que se entrelazan y se conectan con otros problemas dramáticos relacionados con la red, como el tráfico ilegal, el crimen económico y financiero, el terrorismo internacional. Incluso desde un punto de vista educativo nos sentimos desorientados, ya que la velocidad del desarrollo deja «fuera de juego» a las generaciones de más edad, haciendo que sea muy difícil o casi imposible el diálogo entre las generaciones y la transmisión equilibrada de las normas y de la sabiduría de vida adquirida con la experiencia de los años. […]

Con razón expresáis el deseo de que también los líderes religiosos y las comunidades de creyentes participen en este esfuerzo común, aportando toda su experiencia, su autoridad y su capacidad educativa y de formación moral y espiritual. En efecto, sólo la luz y la fuerza que vienen de Dios nos pueden ayudar a afrontar los nuevos desafíos. Por cuanto respecta a la Iglesia Católica, quiero asegurar su disponibilidad y compromiso. Como todos sabemos, la Iglesia Católica en los últimos años se ha hecho cada vez más consciente de no haber hecho lo suficiente en su interior para la protección de los menores: han salido a la luz hechos gravísimos de los que hemos tenido que reconocer nuestra responsabilidad ante Dios, ante las víctimas y ante la opinión pública. Precisamente por eso, por las dramáticas experiencias vividas y los conocimientos adquiridos en el compromiso de conversión y purificación, la Iglesia siente hoy un deber especialmente grave de comprometerse, de manera cada vez más profunda y con visión de futuro, en la protección de los menores y de su dignidad, tanto dentro de ella como en toda la sociedad y en todo el mundo; y esto no lo realiza ella sola –porque sería evidentemente insuficiente– sino ofreciendo su colaboración activa y cordial a todas las fuerzas y miembros de la sociedad que desean comprometerse en la misma dirección. En este sentido, se adhiere al objetivo de «poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños», establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible 2030 (Objetivo 16.2). […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS MIEMBROS DEL SÍNODO DE LA IGLESIA CALDEA

Beatitud,
queridos hermanos en el episcopado:

Os acojo con alegría en estos días en los que estáis reunidos en el Sínodo, mientras os preparáis para afrontar cuestiones de gran importancia para la Iglesia caldea, entre las cuales las migraciones forzosas de los cristianos, la reconstrucción de los pueblos, el retorno de los desplazados, el derecho particular de la Iglesia, la cuestión litúrgica y la pastoral vocacional. Doy gracias a su Beatitud, el Patriarca Louis Raphaël, por el saludo que me ha dirigido también en vuestro nombre. Aprovecho la oportunidad para saludar, a través de vosotros, a los fieles de la amada tierra iraquí, duramente probados, compartiendo la esperanza de las recientes noticias que hablan de la reanudación de la vida y de la actividad en regiones y ciudades hasta ahora sometidas a una opresión dolorosa y violenta. Pueda la misericordia de Dios aliviar las heridas de la guerra que atormentan los corazones de vuestras comunidades para que finalmente puedan levantarse. […]

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VISITA PASTORAL DEL PAPA FRANCISCO A CESENA EN EL TERCER CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE PÍO VI Y A BOLONIA PARA LA CLAUSURA DEL CONGRESO EUCARÍSTICO DIOCESANO ENCUENTRO CON LOS EMIGRANTES Y CON EL PERSONAL DEL SERVICIO DE ASISTENCIA EN EL CENTRO DE ACOGIDA DE VÍA ENRICO MATTEI PALABRAS DEL SANTO PADRE

Queridos hermanos y hermanas:

[…] El fenómeno requiere visión y gran determinación en la gestión, inteligencia y estructuras, mecanismos claros que no permitan distorsiones o explotaciones, aún más inaceptables porque se hacen con los pobres. Creo realmente necesario que un mayor número de países adopte programas de apoyo privados y comunitarios de acogida y se abran pasillos humanitarios para los refugiados en las situaciones más difíciles, para evitar esperas insoportables y tiempos perdidos que pueden iludir. La integración comienza con el conocimiento. El contacto con el otro lleva a descubrir el «secreto» que todo el mundo lleva consigo y también el don que representa, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y por lo tanto aprender a amarlo, y a superar el miedo , ayudándolo a incorporarse a la nueva comunidad que lo acoge. Cada uno de vosotros tiene su propia historia, me decía la señora que me acompañaba. Y esta historia tiene algo sagrado, hay que respetarla, aceptarla, acogerla y ayudar a seguir adelante. Algunos de vosotros sois menores de edad: estos chicos y chicas tienen una necesidad particular de ternura y tienen derecho a la protección, que incluye programas de custodia temporal o acogida. He venido entre vosotros porque quiero llevar en mis ojos los vuestros —yo he mirado vuestros ojos— y en mi corazón el vuestro. Quiero llevar conmigo vuestros rostros que piden ser recordados, ayudados, yo diría «adoptados», porque en el fondo buscáis a alguien que apueste por vosotros, que os dé confianza, que os ayude a encontrar ese futuro cuya esperanza os ha hecho llegar hasta aquí. […]

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DIRECCIÓN DEL SANTO PADRE FRANCIS A LOS MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN MUNICIPAL NACIONAL ITALIANA (ANCI)

[…] Porque la ciudad es un organismo vivo, un gran cuerpo animado donde, si una parte exhala, también es porque no recibe suficiente oxígeno de los demás. Estoy pensando en las realidades en las que falta la disponibilidad y la calidad de los servicios, y se forman nuevos focos de pobreza y marginación. Es allí donde la ciudad se mueve en dos carriles: por un lado, la carretera de los que corren sin embargo garantizados, por el otro, los cuellos de botella de los pobres y los desempleados, las familias numerosas, los inmigrantes y aquellos que no tienen a alguien en contar. […]

Para avanzar en esta perspectiva, necesitamos una política y una economía centradas en la ética: una ética de la responsabilidad, de las relaciones, de la comunidad y del medio ambiente. Igualmente, necesitamos un auténtico «nosotros», de formas sólidas y duraderas de ciudadanía. Necesitamos una política de aceptación e integración, que no deje a los que llegan a nuestro territorio al margen, sino que se esfuerce por aprovechar al máximo los recursos que cada uno posee.

Entiendo la angustia de muchos de sus ciudadanos frente a la llegada masiva de migrantes y refugiados. Encuentra una explicación para el miedo innato al «extranjero», un temor agravado por las heridas causadas por la crisis económica, por la falta de preparación de las comunidades locales, por la insuficiencia de muchas medidas adoptadas en un clima de emergencia. Esta incomodidad se puede superar mediante la provisión de espacios de reunión personal y conocimiento mutuo. Bien, entonces vienen todas aquellas iniciativas que promueven la cultura del encuentro, el intercambio mutuo de riqueza artística y cultural, el conocimiento de los lugares y comunidades de origen de los recién llegados. […]

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PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL

[…] Un poeta francés —Charles Péguy— nos dejó páginas estupendas sobre la esperanza (cf. El pórtico del misterio de la segunda virtud). Él dice de forma poética que Dios no se asombra tanto por la fe de los seres humanos, ni por su caridad, sino que lo que realmente le llena de maravilla y asombro es la esperanza de la gente: «Que los pobres hijos —escribe— vean cómo van las cosas y que crean que irán mejor mañana». La imagen del poeta recuerda a los rostros de tanta gente que está de paso en este mundo —campesinos, pobres, obreros, migrantes en busca de un futuro mejor— que ha luchado tenazmente a pesar de la amargura de un presente difícil, lleno de tantas pruebas, pero animada por la confianza de que sus hijos hubieran tenido una vida más justa y serena. Luchaban por los hijos, luchaban en la esperanza.
La esperanza es el impulso en el corazón de quien se va dejando la casa, la tierra y a veces, a familiares y parientes —pienso en los emigrantes—, para buscar una vida mejor, más digna, para sí mismos y para sus seres queridos. Y es también el impulso en el corazón de quien acoge: el deseo de encontrarse, de conocerse, de dialogar… La esperanza es el impulso para «compartir el viaje», porque el viaje se hace en dos: los que vienen a nuestra tierra y nosotros, que vamos hacia su corazón, para entenderlos, para entender su cultura, su lengua. Es un viaje a dos vías, pero sin esperanza, ese viaje no se puede hacer. La esperanza es el impulso para compartir el viaje de la vida, como recuerda la Campaña de Cáritas que inauguramos hoy. Hermanos, ¡no tenemos miedo de compartir el viaje! ¡No tenemos miedo! ¡No tenemos miedo de compartir la esperanza! […]

Me complace recibir a los representantes de Cáritas, aquí reunidos para iniciar de forma oficial la campaña «Comparte el viaje» —hermoso nombre de vuestra campaña: compartir el viaje— , que he querido hacer coincidir con esta audiencia. Doy la bienvenida a los migrantes, a los solicitantes de silo y a los refugiados que, junto a los trabajadores de la Cáritas italiana y de otras organizaciones católicas, son símbolo de una Iglesia que buscar ser abierta, inclusiva, acogedora. Gracias a todos por vuestro incansable servicio. Vosotros habéis aplaudido ya, pero ellos se merecen realmente un gran aplauso, ¡de todos! Con vuestro empeño cotidiano, nos recordáis que el mismo Cristo nos pide acoger a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados con los brazos, con los brazos bien abiertos. Acoger precisamente así, con los brazos bien abiertos. Cuando los brazos están abiertos, están listos para un abrazo sincero, para un abrazo afectuoso, un abrazo envolvente, un poco como esta columnata en la Plaza, que representa a la Iglesia madre que abraza a todos al compartir el viaje común. Doy la bienvenida también a los representantes de tantas organizaciones de la sociedad civil empeñados en la asistencia a migrantes y refugiados, que, junto a Cáritas, han dado su apoyo a la recogida de firmas para una nueva ley migratoria, más relevante en el contexto actual. Sed todos bienvenidos.

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO DE RESPONSABLES NACIONALES DE LA PASTORAL DE MIGRACIONES, ORGANIZADO POR EL CONSEJO DE CONFERENCIAS EPISCOPALES DE EUROPA (CCEE)

Queridos hermanos y hermanas:

Os recibo con alegría con ocasión de vuestro encuentro y agradezco al cardenal presidente las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Quiero daros las gracias de todo corazón por vuestros esfuerzos en los últimos años a favor de tantos hermanos y hermanas migrantes y refugiados que están llamando a las puertas de Europa en busca de un lugar más seguro y una vida más digna. Frente los flujos migratorios masivos, complejos y variados, que han puesto en crisis las políticas migratorias adoptadas hasta ahora y los medios de protección sancionados por los convenios internacionales, la Iglesia tiene la intención de permanecer fiel a su misión: la de «amar a Jesucristo, adorarlo y amarlo, especialmente en los más pobres y desamparados; entre éstos, están ciertamente los emigrantes y los refugiados» (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015: Enseñanzas II, 2 [2014], 200). […]

En mi escucha constante de las Iglesias particulares en Europa, he percibido un profundo malestar frente a la llegada masiva de inmigrantes y refugiados. Ese malestar debe ser reconocido y entendido a la luz de un momento histórico marcado por la crisis económica, que ha dejado heridas profundas. Ese malestar, además, también se ha visto agravado por la cantidad y la composición de los flujos migratorios, por una falta sustancial de preparación de las sociedades de acogida y de políticas nacionales y comunitarias a menudo inadecuadas.
Pero el malestar también es indicativo de los límites del proceso de unificación europea, de los obstáculos con los que se debe medir la aplicación real de la universalidad de los derechos humanos, de los muros contra los que se estrella el humanismo integral, que constituye uno de los frutos más hermosos de la civilización europea. Y para los cristianos todo esto debe interpretarse, más allá del inmanentismo laicista, en la lógica de la centralidad de la persona humana creada por Dios, única e irrepetible. […]

Desde una perspectiva puramente eclesiológica, la llegada de tantos hermanos y hermanas en la fe ofrece a las iglesias en Europa una nueva oportunidad de realizar plenamente su catolicidad, un elemento constitutivo de la Iglesia que confesamos en el Credo cada domingo. Por otra parte, en los últimos años, muchas Iglesias locales en Europa se han enriquecido con la presencia de inmigrantes católicos, que han traído sus devociones y su entusiasmo litúrgico y apostólico. Desde una perspectiva misionológica, los flujos migratorios contemporáneos constituyen una nueva «frontera» misionera, una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse del propio ambiente, de dar un testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas.
El encuentro con los migrantes y refugiados de otras confesiones y religiones es un terreno fértil para el desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor.
En mi Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado del próximo año destaqué que la respuesta pastoral a los desafíos de la migración contemporánea se debe articular en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover, integrar. El verbo acoger se traduce después en otros verbos como ampliar los medios legales y seguros de entrada, proporcionar un primer alojamiento adecuado y decoroso, y garantizar a todos la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos. El verbo proteger se especifica al ofrecer información cierta y certificada antes de la salida, defender los derechos fundamentales de los migrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio, y al defender a los más vulnerables, que son los niños y las niñas.
Promover significa esencialmente asegurar las condiciones para el desarrollo humano integral de todos, migrantes y autóctonos. El verbo integrar se traduce en abrir espacios de encuentro intercultural, en favorecer el enriquecimiento mutuo y en promover programas de ciudadanía activa. En el mismo mensaje mencionaba la importancia de los Pactos Globales, que los Estados se han comprometido a elaborar y aprobar a finales de 2018. La Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha preparado 20 puntos de acción que las Iglesias locales están invitadas a utilizar, completar y profundizar en su pastoral: estos puntos se basan en las «buenas prácticas» que caracterizan la respuesta tangible de la Iglesia a las necesidades de los migrantes y refugiados. Los mismos puntos son útiles para el diálogo que las diferentes instituciones eclesiásticas puedan tener con sus gobiernos en vista de los Pactos Globales. Os invito, queridos directores, a conocer estos puntos y a promoverlos en vuestras Conferencias Episcopales.
[…]

Os renuevo mi agradecimiento por vuestro gran esfuerzo en el contexto de una pastoral migratoria tan compleja cuanto de candente actualidad y os aseguro mi oración. Y también vosotros, por favor no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.