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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONVENCIÓN ORGANIZADA POR LA FUNDACIÓN «CENTESIMUS ANNUS – PRO PONTIFICE»

[…] Las dificultades y crisis actuales en el sistema económico tienen una dimensión ética innegable: están vinculadas a una mentalidad de egoísmo y exclusión que, de hecho, ha generado una cultura de desperdicio, ciega a la dignidad humana de los más vulnerables. Lo vemos en la creciente «globalización de la indiferencia» ante los obvios desafíos morales que la familia humana está llamada a enfrentar. Estoy pensando especialmente en los muchos obstáculos para el desarrollo humano integral de muchos de nuestros hermanos y hermanas, no solo en los países materialmente más pobres sino también cada vez más en medio de la opulencia del mundo desarrollado. También estoy pensando en las cuestiones éticas urgentes relacionadas con los movimientos de migración mundial. […]

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DIRECCION DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE LAS CARTAS CREDENCIALES DE LOS EXCELENTES EMBAJADORES DE TANZANIA, LESOTHO, PAKISTÁN, MONGOLIA, DINAMARCA, ETIOPÍA Y FINLANDIA Ante la Santa Santa Sede

[…] Entre los problemas humanitarios más apremiantes que enfrenta la comunidad internacional está la necesidad de acoger, proteger, promover e integrar a quienes huyen de la guerra y el hambre o se ven obligados a enfrentar la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental. Como tuve la oportunidad de reiterar en mi mensaje para el Día de la Paz Mundial de este año, este problema tiene una dimensión inherentemente ética que trasciende las fronteras nacionales y las concepciones limitadas sobre la seguridad y el interés personal. A pesar de la complejidad y la sensibilidad de los problemas políticos y sociales involucrados, las naciones individuales y la comunidad internacional están llamadas a contribuir con lo mejor de sus posibilidades al trabajo de paz y reconciliación, a través de decisiones y políticas caracterizadas sobre todo por la compasión, la previsión y el valor. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA 101 JORNADA DE LOS FIELES CATÓLICOS ALEMANES

Queridos hermanos y hermanas: Saludo cordialmente a todos vosotros con motivo del 101 Katholikentag que tiene lugar en Münster y me alegra que seáis tan numerosos. Vuestra participación es una clara señal de lo mucho que os importa el lema de este Katholikentag: «Busca la paz». Esta palabra está tomada del Salmo 34: «Apártate del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella» (v. 15). Es un imperativo y una petición de ayuda de extremada actualidad. Hoy no hay tema más importante en el debate público sobre la religión que el problema del fanatismo y la propensión a la violencia. Lo vemos en la esfera familiar, en el lugar de trabajo, en las asociaciones, en los barrios, en las regiones y en las naciones: donde el hombre como tal no es considerado como un don de Dios hay desacuerdo, resentimiento y odio. Estoy profundamente preocupado por las personas, especialmente los niños y jóvenes, que se ven obligados a huir por causa de la guerra y la violencia en sus países para salvar sus vidas. Llaman a nuestras puertas pidiendo ayuda y acogida. En sus ojos vemos la nostalgia por la paz. […]

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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL II FORO INTERNACIONAL SOBRE LAS FORMAS MODERNAS DE ESCLAVITUD

Queridos hermanos y hermanas: Acojo con agrado la invitación para dirigirles un saludo a ustedes, que están participando en este Fórum sobre las formas modernas de esclavitud: «Viejos problemas en el nuevo mundo», organizado por la Arquidiócesis ortodoxa de Buenos Aires, guiada por el querido Metropolita Tarasios, y por el Instituto Ortodoxo «Patriarca Atenágoras» de Berkeley, en California, y cuenta con el patrocinio del Patriarcado ecuménico. Antes de nada, manifiesto mi más sentido agradecimiento al Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, y al Arzobispo de Canterbury, Su Gracia Justin Welby, que el año pasado inauguraron estos Fórum. Me consuela saber que compartimos la misma preocupación por las víctimas de la esclavitud moderna. La esclavitud no es algo de otros tiempos. Es una práctica que tiene raíces hondas y se manifiesta todavía hoy y en muchas formas diversas: tráfico de seres humanos, explotación del trabajo a través de deudas, explotación de niños, explotación sexual y de trabajos domésticos forzados son algunas de las tantas formas. Cada una es más grave y deshumana que las otras. A pesar de la falta de información que tenemos a disposición desde algunas regiones del mundo, las cifras son dramáticamente elevadas y, muy probablemente, subestimadas. Según algunas estadísticas recientes, habría más de 40 millones de personas, hombres, pero sobre todo mujeres y niños, que sufren la esclavitud. Solo para hacernos una idea podemos pensar que si vivieran en una única ciudad, sería la más grande megalópolis de nuestro planeta y tendría, más o menos, cuatro veces más la población de toda el área urbana de Buenos Aires y gran Buenos Aires. Ante esta realidad trágica, nadie puede lavarse las manos si no quiere ser, en cualquier modo, cómplice de este crimen contra la humanidad. Una primera tarea que se impone es poner en acción una estrategia que permita un conocimiento mayor del tema, rompiendo ese velo de indiferencia que parece cubrir la suerte de esta porción de la humanidad que sufre, que está sufriendo. Parece ser que muchos no desean comprender el alcance del problema. Hay algunos que, al estar involucrados directamente en organizaciones criminales, no quieren que se hable de esto, simplemente porque sacan elevados beneficios gracias a las nuevas formas de esclavitud. También está quien, aun conociendo el problema, no quiere hablar porque se encuentra allí donde termina la «cadena de consumo», como consumidor de los «servicios» que ofrecen hombres, mujeres y niños convertidos en esclavos. No podemos hacernos los distraídos: todos estamos llamados a salir de cualquier forma de hipocresía, afrontando la realidad de que somos parte del problema. El problema no está en la vereda de enfrente: me involucra. No nos está permitido mirar hacia otra parte y declarar nuestra ignorancia o nuestra inocencia. Una segunda gran tarea es la de actuar en favor de quienes son convertidos en esclavos: defender sus derechos, impedir que los corruptos y los criminales escapen de la justicia y tengan la última palabra sobre las personas explotadas. No es suficiente que algunos Estados y Organismos internacionales adopten una política particularmente dura al querer castigar la explotación de los seres humanos, si después no se afrontan las causas, las raíces más profundas del problema. Cuando los Países sufren pobreza extrema, sufren violencia y corrupción, ni la economía, ni el marco legislativo ni las infraestructuras de base son eficaces; no logran garantizar la seguridad ni los bienes ni los derechos esenciales. De este modo, es más fácil que los autores de estos crímenes sigan actuando con total impunidad. Además, hay un dato sociológico: la criminalidad organizada y el tráfico ilegal de seres humanos eligen sus víctimas entre las personas que hoy tienen escasos medios de subsistencia y todavía menos esperanzas para el futuro. Para ser más claro: entre los más pobres, entre los más postergados, los más descartados. La respuesta de base reside en crear oportunidades para un desarrollo humano integral, iniciando con una educación de calidad: este es el punto clave, educación de calidad desde la primera infancia, para seguir generando después nuevas oportunidades de crecimiento a través del empleo. Educación y empleo. Este trabajo inmenso, que requiere valentía, paciencia y perseverancia, necesita un esfuerzo común y global por parte de los diversos actores que componen la sociedad. También las Iglesias deben empeñar su tarea en esto. Mientras individuos y grupos especulan vergonzosamente sobre la esclavitud, nosotros cristianos, todos juntos, estamos llamados a desarrollar cada vez más una mayor colaboración, para que se supere todo tipo de desigualdad todo tipo de discriminación, que son precisamente las que hacen posible que un hombre pueda hacer esclavo a otro hombre. Un compromiso común para afrontar este desafío será una ayuda valiosa para la construcción de una sociedad renovada y orientada a la libertad, a la justicia y a la paz. Deseo que este Fórum tenga buen éxito; pido al Señor que los bendiga a ustedes y bendiga el trabajo que están haciendo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

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VISITA PASTORAL DEL SANTO PADRE FRANCIS AD ALESSANO (LECCE), EN LA DIÓCESIS DE UGENTO-SANTA MARIA DI LEUCA, Y EN MOLFETTA (BARI) EN LA DIÓCESIS DE MOLFETTA-RUVO-GIOVINAZZOTERLIZZI, EN EL 25 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ST. MONS. Tonino bello ENCUENTRO CON LOS FIELES DIRECCION DEL SANTO PADRE

[…] Queridos hermanos y hermanas, esta vocación de paz pertenece a su tierra, a esta maravillosa tierra fronteriza, finis-terrae, que Don Tonino llamó «ventana de la tierra», porque desde el sur de Italia se abre hacia los muchos países del sur del mundo, donde «Los más pobres son cada vez más numerosos, mientras que los ricos son cada vez más ricos y menos» [4]. Usted es una «ventana abierta, desde la cual puede observar toda la pobreza que afecta a la historia» [5], pero sobre todo es una ventana de esperanza porque la cuenca histórica de la civilización, mediterránea, nunca es un arco de guerra forzado, sino un arca. de dar la bienvenida a la paz [6]. […]

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PAPA FRANCISCO REGINA COELI

[…] Un saludo especial dirijo a los gitanos y a los sinti aquí presentes, con ocasión de su Jornada Internacional, el «Romanò Dives». Deseo paz y hermandad a los miembros de estos antiguos pueblos, y deseo que la jornada de hoy favorezca la cultura del encuentro, con la buena voluntad de conocerse y respetarse recíprocamente. Es este el camino que nos lleva a una verdadera integración. Queridos gitanos y sinti, rezad por mí y recemos juntos por vuestros hermanos refugiados sirios. […]

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MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO PASCUA 2018

[…] Nosotros, cristianos, creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda. Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se da hasta el final, y que renueva realmente el mundo. También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados —tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte—, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo. Y, hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizada Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin. Que la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados. […] Suplicamos en este día frutos de esperanza para cuantos anhelan una vida más digna, sobre todo en aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. Que la paz del Resucitado sane las heridas en Sudán del Sur: abra los corazones al diálogo y a la comprensión mutua. No olvidemos a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo necesario para vivir. [..]

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VÍA CRUCIS EN EL COLISEO ORACIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] la esperanza porque tantos misioneros y misioneras continúan, todavía hoy, desafiando la adormecida conciencia de la humanidad arriesgando la vida para servirte en los pobres, en los descartados, en los inmigrantes, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos y en los presos;[…]

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VISITA PASTORAL DEL PAPA FRANCISCO A PIETRELCINA Y SAN GIOVANNI ROTONDO ENCUENTRO CON LOS FIELES DISCURSO DEL SANTO PADRE

[…] La migración interna de los jóvenes, un problema. Rezad a la Virgen para que os conceda la gracia de que los jóvenes encuentren trabajo aquí, entre vosotros, cerca de la familia y no estén obligados a irse a buscarlo a otra parte y el pueblo se venga abajo, abajo, abajo. La población envejece, pero es un tesoro, ¡los ancianos son un tesoro! Por favor, no marginen a los ancianos. No hay que marginar a los ancianos, no. Los viejos son la sabiduría. Y que los viejos aprendan a hablar con los jóvenes y los jóvenes aprendan a hablar con los ancianos. Ellos, los ancianos, tienen la sabiduría de un pueblo. Cuando llegué me gustó mucho saludar a uno de 99 años y a una «jovencita» de 97. ¡Hermosísimo! Estos son vuestra sabiduría. Hablad con ellos. ¡Que sean los protagonistas del crecimiento de este pueblo. ¡Que la intercesión de vuestro santo paisano sostenga los propósitos de unir las fuerzas, con el fin de ofrecer sobre todo a las jóvenes generaciones perspectivas concretas para un futuro de esperanza. Que no falte una atención cuidadosa y cargada de ternura —como ya he dicho— hacia los ancianos que son patrimonio de nuestras comunidades. Me gustaría que una vez se diera el Premio Nobel a los ancianos que dan la memoria a la humanidad. […]

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DIRECCION DEL SANTO PADRE FRANCISCO AI PARLAMENTARIOS Y POLÍTICOS DE LA PROVINCIA DE MARSELLA (FRANCIA)

[…] También estoy pensando en los migrantes y refugiados que han huido de sus países debido a la guerra, la pobreza, la violencia y lo que ya se ha hecho para ayudarlos. Se trata de perseverar en la búsqueda de medios compatibles con el bien de todos, darles la bienvenida, protegerlos, promover su desarrollo humano integral e integrarlos en la sociedad (véase Mensaje para el Día Mundial de la Paz, 1 de enero de 2018). De este modo, se puede contribuir a la construcción de una sociedad más justa, más humana y más fraterna. Confío tu viaje a Cristo, la fuente de nuestra esperanza y de nuestro compromiso al servicio del bien común. Les invoco a ustedes, a sus familias, a su país, así como a los obispos que los acompañan con la bendición del Señor. Gracias.