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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A SU SANTIDAD MAR GEWARGIS III, CATHOLICÓS-PATRIARCA DE LA IGLESIA ASIRIA DE ORIENTE

[…] Compartimos, efectivamente, el gran sufrimiento que se deriva de la trágica situación de muchos de nuestros hermanos y hermanas en el Medio Oriente, víctimas de la violencia y, a menudo, obligados a abandonar las tierras donde siempre han vivido. Recorren el vía crucis siguiendo las huellas de Cristo y, aunque pertenecen a diferentes comunidades, establecen relaciones fraternas entre sí, convirtiéndose para nosotros en testigos de unidad. Por el final de tanto sufrimiento rezaremos juntos esta tarde, invocando del Señor el don de la paz para el Medio Oriente, especialmente para Irak y Siria. […] DECLARACIÓN COMÚN DEL PAPA FRANCISCO Y DEL CATHOLICÓS PATRIARCA MAR GEWARGIS III […] 3. En nuestro peregrinaje hacia la unidad visible, experimentamos un sufrimiento común, derivado de la dramática situación de nuestros hermanos y hermanas cristianos en Medio Oriente, especialmente en Irak y Siria. El significado de la presencia y misión cristiana en Medio Oriente se puso una vez más en evidencia durante la Jornada de Oración y Reflexión celebrada en Bari el 7 de julio de 2018, cuando los Jefes de Iglesias y comunidades cristianas de Medio Oriente se reunieron para orar y hablar unos con otros. La Buena Nueva de Jesús, crucificado y resucitado por amor, vino de Medio Oriente y conquistó los corazones humanos a través de los siglos, no debido al poder mundano sino al poder desarmado de la Cruz. Sin embargo, durante décadas, Medio Oriente ha sido un epicentro de violencia en el que poblaciones enteras soportan duras pruebas día tras día. Cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes sufren inmensamente a causa de conflictos violentos que nada puede justificar. Las guerras y las persecuciones han aumentado el éxodo de los cristianos de las tierras donde han convivido con otras comunidades religiosas desde la época de los apóstoles. Sin distinción de rito o confesión, sufren por profesar el nombre de Cristo. En ellos vemos el Cuerpo de Cristo que, hoy también, está afligido, golpeado y vilipendiado. Estamos profundamente unidos en nuestra oración de intercesión y en nuestro acercamiento caritativo a estos miembros sufrientes del cuerpo de Cristo. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA «LA GESTIÓN DE UN BIEN COMÚN: EL ACCESO AL AGUA POTABLE PARA TODOS»

[…] He propuesto ya algunas consideraciones sobre este tema en la Encíclica Laudato si’ y en el reciente Mensaje con motivo de la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación. Espero que quienes intervengan y participen en esta Conferencia puedan compartir en sus respectivos campos profesionales y políticos la urgencia, la voluntad y la determinación necesarias. La Santa Sede y la Iglesia están comprometidas en favor del acceso al agua potable para todos. Este compromiso se manifiesta en muchas iniciativas, como la creación de infraestructuras, la formación, la advocacy, la asistencia a poblaciones en peligro cuyo suministro de agua está comprometido, incluidos los migrantes, y la llamada a ese conjunto de referencias éticas y de principios que brotan del Evangelio y de una antropología sana. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL FORO SOCIAL MUNDIAL DE LAS MIGRACIONES

Queridos hermanos y hermanas: Agradezco la invitación extendida por los organizadores del Foro Social Mundial de las Migraciones, a dirigirles algunas palabras de aliento al comienzo de las sesiones de trabajo. El programa de acción de la octava edición del foro Social Mundial de las Migraciones recuerda el mandato del profeta Jeremías, enviado por Dios «para extirpar y arrasar, para destruir y derrocar, para reconstruir y plantar» (Jr 1,10). Como en el tiempo del profeta, hoy hay maldades que extirpar, injusticias que arrasar, discriminaciones que destruir, privilegios que derrocar, dignidades que reconstruir y valores que plantar. La transformación positiva de nuestras sociedades comienza por el rechazo de todas las injusticias, que hoy buscan su justificación en la “cultura del descarte” —una enfermedad “pandémica” del mundo contemporáneo—. Esta oposición se pone como una primera actuación de justicia, sobre todo cuando ella logra dar voz a los “sin voces”. Y entre estos últimos están los migrantes, los refugiados y los desplazados, que son ignorados, explotados, violados y abusados en el silencio culpable de muchos. Sin embargo, la acción transformadora no se limita a denunciar las injusticias. Es necesario identificar pautas de solución concretas y viables, aclarando roles y responsabilidades de todos los actores. En el ámbito migratorio (migrar), la transformación (transformar) se alimenta de la resiliencia (resistir) de los migrantes, refugiados y desplazados, y aprovecha sus capacidades y aspiraciones para la construcción (construir) de «sociedades inclusivas, justas y solidarias, capaces de restituir dignidad a aquellos que viven con gran incertidumbre y que no logran soñar con un mundo mejor» (Mensaje al Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial, 23-26 enero 2018). Este foro se propone abordar siete ejes temáticos directamente relacionados con las migraciones contemporáneas: derechos humanos, fronteras, incidencia política, capitalismo, género, cambio climático y dinámicas transnacionales. Se trata de temas muy importantes, que merecen una reflexión atenta y compartida entre todos los actores, una reflexión que busca la integración de las distintas perspectivas, reconociendo la complejidad del fenómeno migratorio. Y es precisamente a raíz de esta complejidad que desde hace un par de años la comunidad internacional se ha comprometido en el desarrollo de dos procesos de consultaciones y negociaciones, que tienen como objetivo la adopción de dos pactos mundiales, uno para una migración segura, ordenada y regular, y otro sobre refugiados. Como contribución a estos procesos, la Sección Migrantes y Refugiados, bajo mi dirección, ha preparado un documento, titulado 20 puntos de Acción para los Pactos Mundiales, que aboga por una serie de medidas eficaces y acreditadas que, en su conjunto, constituyen una respuesta coherente a los retos que se plantean en la actualidad. Los 20 Puntos se articulan en torno a cuatro verbos —acoger, proteger, promover e integrar— que sintetizan la respuesta a los «desafíos planteados a la comunidad política, a la sociedad civil y a la Iglesia» (Discurso a los participantes del Foro Internacional sobre “Migraciones y Paz”, 21 febrero 2017) por el fenómeno migratorio hoy. Muchos de los principios declarados y de las medidas sugeridas en los 20 Puntos de Acción coinciden con las declaraciones que organizaciones de la sociedad civil han suscrito con el deseo de contribuir al proceso iniciado por las Naciones Unidas en vista de los Pactos Mundiales. Asimismo, son notables las coincidencias de principios y medidas entre los 20 Puntos y los textos finales de los mismos Pactos. Más allá de sus limitaciones, que la Santa Sede no ha dejado de señalar, y de su naturaleza no vinculante, los Pactos Mundiales constituyen «un marco de referencia para desarrollar propuestas políticas y poner en práctica medidas concretas» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2018, 13 noviembre 2017). Como para cualquier acción de alcance global, la implementación de las recomendaciones y sugerencias contenidas en los Pactos Mundiales requiere la coordinación de «los esfuerzos de todos los actores, entre los cuales, pueden estar seguros, estará siempre la Iglesia» (Discurso a los participantes del Foro Internacional sobre “Migraciones y Paz”, 21 febrero 2017). Para ello, espero poder contar con la colaboración de todos ustedes y de las organizaciones que ustedes representan en este foro. La misma colaboración se requiere para mejorar los acuerdos bilaterales y multilaterales en el ámbito migratorio, y que sean siempre para mayor beneficio de todos: migrantes, refugiados, desplazados, sus familias, sus comunidades de origen y las sociedades que los acogen. Esto solo se podrá lograr en un diálogo transparente, sincero y constructivo entre todos los actores, en el respeto de los roles y responsabilidades de cada uno. Quiero aprovechar esta ocasión para animar a las organizaciones de la sociedad civil y a los movimientos populares a colaborar en la difusión masiva de aquellos puntos de los Pactos Globales que apuntan a la promoción humana integral de los migrantes y refugiados —como también de las comunidades que los acogen—, evidenciando las buenas iniciativas propuestas. Las mismas organizaciones y movimientos están invitadas a comprometerse para promover una repartición de responsabilidades más equitativa en la asistencia de los solicitantes de asilo y refugiados. Asimismo, es determinante su actuación para identificar con prontitud las víctimas de la trata, realizando todos los esfuerzos necesarios para liberarlas y rehabilitarlas. Por último, pido la intercesión de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, para que los cuide y sostenga con su ayuda maternal en sus actividades en favor de los migrantes, refugiados y desplazados. Dios bendiga vuestro trabajo en los próximos días.

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AUDIENCIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL XV CAPÍTULO GENERAL DE LA CONGREGACIÓN DE LOS MISIONEROS DE SAN CARLOS (SCALABRINIANOS)

Discurso improvisado por el Santo Padre Papa Francisco: He preparado algunas palabras para deciros, pero se las doy al Padre General y prefiero hablar un poco con el corazón, y si hay tiempo, dar la oportunidad de hacer algunas preguntas. En primer lugar, me gustaría daros las gracias por lo que hacéis. Tuve la gracia de conoceros ya antes de ser arzobispo de Buenos Aires, porque vuestros alumnos estudiaban en nuestra facultad. ¡Eran muy buenos! Luego, como arzobispo, me ayudasteis en esa ciudad que tenía tantos problemas de inmigración. Muchas gracias. Y ahora, gracias por darnos uno de los dos subsecretarios para los migrantes. Los dos trabajan muy bien. “Era extranjero”. Esta palabra hizo “ruido” cuando Usted la dijo… Es más fácil acoger a un extranjero que ser acogido, y vosotros tenéis que hacer las dos cosas. Tenéis que enseñar, ayudar a acoger al extranjero y dar todas las posibilidades a las naciones que tienen todo o lo suficiente para usar estas cuatro palabras que Usted ha dicho. Cómo acoger a un extranjero. Me impresiona la Palabra de Dios, ya el Antiguo Testamento subraya esto: acoger al extranjero “porque recuerda que has sido un extranjero”. Es cierto que hoy hay una oleada de cierre hacia el extranjero, y también hay muchas situaciones de trata de personas extranjeras, se explota al extranjero. Soy hijo de emigrantes, y recuerdo que en el período de posguerra —yo tenía 10 o 12 años— , cuando, donde trabajaba papá, llegaron a trabajar los polacos, todos emigrantes. Y lo bien que fueron recibidos. Argentina tuvo esta experiencia de acogida, porque había trabajo y también se necesitaba. Y Argentina —por mi experiencia —es un cóctel de olas migratorias, vosotros lo sabéis mejor que yo. Porque los migrantes construyen un país; cómo construyeron Europa. Porque Europa no nació de la nada, a Europa la hicieron muchas oleadas de migraciones a lo largo de los siglos. Usted ha mencionado una vez una palabra muy fea: “el bienestar”. Pero el bienestar es suicida, porque te lleva a dos cosas. A cerrar las puertas, para que no te molesten: solo pueden entrar las personas que sirven para mi bienestar. Y por otro lado, por el bienestar, a no ser fecundo. Y hoy tenemos este drama: un invierno demográfico y un cierre de puertas. Esto debe ayudarnos a comprender algo este problema de recibir al extranjero: Sí, es un extranjero, no es uno de nosotros, es uno que viene de fuera. ¿Pero cómo recibes a alguien que es un extranjero? Y este es el trabajo que hacéis y que ayudáis a hacer: a formar conciencias para hacerlo bien. Y os lo agradezco tanto. Pero existe la otra dimensión. No somos los patrones que dicen: “Ah, vosotros, si sois extranjeros, venid”. No. Nosotros también somos extranjeros. Y si no tratamos de que nos acoja la gente, los que son migrantes y los que no lo son, falta otra parte en nuestra conciencia: nos convertiremos en los “patrones”, los patrones de la migración, los que más saben de las migraciones. No. Es necesario, en vuestra experiencia religiosa, tener esta otra experiencia: la de ser vosotros también migrantes, al menos migrantes culturales. Por eso me ha gustado siempre, en vuestro itinerario de formación, el que hagáis viajar a los estudiantes: estudiando teología aquí, filosofía allí…, para que puedan conocer diferentes culturas. Ser extranjero. Y esto es muy importante. A partir de la experiencia de haber sido extranjero, por los estudios o el destino, crece el conocimiento de cómo se recibe a un extranjero. Estas dos cosas, estas dos direcciones son muy importantes, y vosotros tenéis que hacerlas bien. Esto es lo primero que quería decir. Usted también pronunció otra palabra: rezar. El migrante reza. Reza porque necesitas tantas cosas. Y reza a su manera, pero reza. Un peligro para todos nosotros, hombres y mujeres de la Iglesia, pero para vosotros más, por vuestra vocación, sería el de no tener necesidad de rezar. “Sí, sí, yo pienso, yo estudio, yo hago, pero no sé mendigar, no sé pedir al Señor que me acoja porque yo también soy migrante hacia el Señor”. Por eso me gustó cuando habló de la oración: una oración que muchas veces es aburrida o que te causa angustia. Pero estar ante el Señor y llamar a su puerta, como hace el migrante, que llama a la puerta. ¿Cómo hizo esa “migrante” en Israel, la mujer siro-fenicia, que hasta logró discutir con el Señor (cf. Mt 15,21-28)? Llamar a la puerta de la oración. Ser migrantes en la experiencia de la migración, como hacéis en los destinos, y ser migrantes en la oración, llamar a la puerta para ser recibido por el Señor: esta es una ayuda muy importante. Y otro fenómeno de los migrantes —pensemos en la caravana que va de Honduras a Estados Unidos— es el de agruparse. El migrante suele intentar ir en grupos. A veces tiene que ir solo, pero es normal agruparse, porque nos sentimos más fuertes en la migración. Y ahí está la comunidad. En el fútbol existe la posibilidad de uno “líbero”, que pueda moverse de acuerdo con las oportunidades, pero vosotros no tenéis esta posibilidad, entre vosotros los “líberos” fracasan. Siempre la comunidad. Siempre en comunidad, porque vuestra vocación es precisamente para los migrantes que se agrupan. Sentíos migrantes. Sentíos, sí, migrantes frente a las necesidades, migrantes ante el Señor, migrantes entre vosotros. Y de ahí la necesidad de agruparse. Estas tres cosas me vinieron en mente mientras Usted hablaba. Estas ideas que tal vez puedan ayudaros. Gracias por todo lo que hacéis. Sois un ejemplo. Y también sois valientes, porque a menudo vais más allá de los límites, os arriesgáis. Y arriesgarse es también una característica del migrante. Se arriesga. A veces también arriesga su vida. Y esto es algo que ayuda: valientes, se arriesgan. La prudencia en vosotros tiene otro matiz respecto a la prudencia de un monje de clausura: son prudencias diferentes. Ambas virtudes, pero con matices diferentes. Arriesgar. Todavía queda algo de tiempo. No sé si alguien quiere hacer algunas preguntas para enriquecer la reunión. ¡Adelante! Primera pregunta de un Scalabriniano [en italiano]: Santo Padre, antes que nada quisiera darle las gracias por este encuentro —aunque el Superior General ya lo ha hecho—, darle las gracias en nombre de tantos migrantes que me han pedido hoy que le diga que le quieren mucho. Queremos darle las gracias por todas las enseñanzas, especialmente por todo lo que hace —lo recordaba hoy el Superior— y también pedirle que nunca se canse de pedir a la Iglesia y a los scalabrinianos, especialmente hoy, que sean “evangelizadores con Espíritu”, como ha dicho muy bien en la Evangelii gaudium y en la Gaudete et exsultate. Gracias y pídanos siempre esto. Papa Francisco: Gracias a ti. ¿Otro valiente? Pregunta de un scalabriniano [en italiano]: Santidad, desde su perspectiva, que es universal, ¿dónde deberíamos ir? Papa Francisco: No sois tan numerosos para ir donde se necesita: hoy hay necesidad en todas partes. La elección de los lugares se hace con discernimiento, discernimiento ante el Señor y ante las necesidades del mundo. Y no es fácil, no es fácil elegir. Hay dos palabras que quizás me ayuden a responderte. Una es siempre el magis: cada vez más, cada vez más, porque Dios te atrae así. Caminar más, caminar sin cansarse de ir más allá, hacia nuevas fronteras. Esta es una dimensión de una buena elección. Y la otra es una frase que dice Santo Tomás en la primera parte de la Summa Teologica; un “lema”, en latín es: “Non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo divinum est”. “Cosa divina es no estar ceñido por lo más grande y, sin embargo, estar contenido entero en lo más pequeño”. Y no es fácil, elegir en esta tensión: “Non coerceri a maximo” no, tener el horizonte, sin asustarse, pero “contineri tamen a minimo”: “cosa divina es”. Y Dios lo hace, porque Dios es el Dios del universo, de la historia de la salvación, es el Maximus. Él es el Dios del sacrificio de la cruz: el máximo del amor. Y también es el Dios que cuida de cada persona, de lo “mínimo”: puede abrir la puerta del Paraíso a un ladrón. Con estos dos criterios: el magis, y también esta tensión, creo que se pueden tomar buenas decisiones. Y una buena decisión es la capacidad de despedirse. Esto no os pasa solamente a vosotros, a todos. Cuando llega el momento en que Dios pide, por obediencia a Él, o por obediencia a los superiores, despedirse, hacerlo. Despedirse no es fácil. Hay algunas despedidas buenas: ¡Usted está contento de despedirse del puesto de superior general, hoy! Es feliz. Pero despedirse es difícil, porque uno se acostumbra al trabajo, se acostumbra a la comunidad, se acostumbra al pueblo, se acostumbra… Y decir que no y volver atrás… se necesita valor y se necesita santidad para hacerlo bien. Capacidad para despedirse cuando es la voluntad de Dios, ya sea por obediencia, o por otras razones, o por la inspiración, que te dice: “basta”. Esto ayuda a tomar buenas decisiones. No sé si he contestado, pero esos dos principios ayudarán bastante. Pregunta de un scalabriniano (en español) Yo soy de aquí, crecí en los Estados Unidos desde cuando tenía 16 años y ahora trabajo con los migrantes latinos especialmente los mexicanos. El dolor más grande es cuando ellos no pueden regresar a enterrar a sus papás, después de 20 años en los Estados Unidos. Me gustaría un mensaje para ellos… Papa Francesco: Probablemente es la obra de misericordia que menos se entiende. Y la que, me permito la palabra, menospreciamos más: enterrar a los muertos. La menospreciamos porque generalmente mueren viejos y uno dice, bueno, por fin dejó de sufrir y por fin dejó de ser una preocupación para mí. Y todos los egoísmos que se juntan ahí. Perdonad estoy hablando en español… Pero cuando nos encontramos ante esta gente que sufre porque no puede ir a enterrar a sus padres, nos encontramos ante la grandeza de nuestro pueblo fiel, porque detrás de esto no solo está la obra de misericordia, sino el cuarto mandamiento, y el pueblo fiel de Dios ama el cuarto mandamiento. Tiene olfato para saber que también hay una bendición allí. Los católicos que no son tan fieles, aquellos a quienes les gusta mirar hacia adelante, pueden sentirse tentados de olvidar a sus padres y no estar con ellos. Una vez, explicando los mandamientos —yo era un niño— mi abuela me contó una historia: había una familia muy católica, muy buena… El abuelo viudo vivía con ellos, pero al final el abuelo envejeció demasiado y en la mesa se manchaba la ropa, se le caía la sopa o el puré. Y en un momento dado, el padre decidió y les explicó a los niños que, para poder invitar a sus amigos, el abuelo habría comido solo en la cocina. Y compró la mesa para el abuelo: bien hecha, de buena calidad, pero estaba solo. Para que la familia pudiera comer sin esta cosa que no era tan bonita. Unos días después, al regresar del trabajo, el padre encontró al hijo más pequeño con un martillo, algunos clavos y algunos tacos de madera con los que estaba trabajando. —“¿Qué estás haciendo?”. —“Estoy haciendo una mesa”. —“¿Pero por qué una mesa?”. —“Para ti, para que puedas usarla cuando seas viejo”. Nunca olvidé esto. Una historia, una historia que atañe a lo que dijiste: el amor por los padres. Y el pueblo fiel de Dios ama a sus padres, ama a los ancianos. La sociedad actual, en general, esta cultura, corre el riesgo de considerar a los ancianos como material de descarte. Cuando no los deja ir con tantas formas de eutanasia enmascarada, como las de no darles los medicamentos apropiados, o darles menos porque son caros, y por eso se mueren antes. Todos también tenemos abuelos espirituales, padres espirituales, incluso en la congregación. Tu pregunta me sugiere: ¿Vuestros padres espirituales en la congregación están bien cuidados? ¿Hacéis todo lo posible para que vivan en la comunidad el mayor tiempo posible, o estáis demasiado preocupados por enviarlos a la residencia lo antes posible? Perdonadme, ¡pero fuiste tú quien puso el dedo en la llaga! Pregunta de un scalabriniano (en español) Desde Centroamérica unas palabras nada más. Estando en misión en Guatemala. En este momento Centroamérica llora, Centroamérica clama. Y encontramos muestras de acogida, muestras de cerrazón, muchas de estas muestras de los mismos laicos comprometidos. La Iglesia comienza a abrir sus puertas más, algunos en sus obispos, gracias a Sus palabras y al empuje que está dando. Nuestra mayor tentación es no sentirnos escuchados por Dios ante tanto sufrimiento y tanto clamor, y traerle este clamor a Usted aquí que sé que lo sabe, que lo siente. Y un agradecimiento desde Centroamérica por sus palabras de aliento, sus palabras de fuerza. Gracias, Su Santidad. Papa Francisco: Gracias a ti. Yo entiendo esa tentación, la entiendo. Es una tentación, pero hay que llamar, llamar, llamar sin cansarse. Pero en comunidad, todos, todos juntos. Hacerlo juntos. Cada uno. Cada uno, pero sabiendo que toda la comunidad reza por este pueblo que sufre tanto. Pregunta de un scalabriniano (en español) Muchas gracias Santidad. Soy un colombiano por allá perdido en servicio de liderazgo en Australia y Asia donde el Señor nos está bendiciendo con los números de vocaciones. Una gran bendición para nuestra congregación. Un mensaje para nuestros seminaristas, no sólo asiáticos sino toda la congregación y a ese pueblo de Oriente. Papa Francisco [en español]: Bueno, un poco diría resumiendo lo que les dije, que sean migrantes primero para poder trabajar con los migrantes. Migrantes de Dios, migrantes con la comunidad, migrantes de un pueblo, que se sientan en camino, en camino. Y con lo de ser migrantes de Dios que lleven a la oración cosas concretas: que la oración es para pelear, para pelear con Dios! Y si uno pelea, saca las cosas. Deciles eso: que tengan coraje. Ahora, vamos a rezar a la Virgen: “Dios te salve, María…”

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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

[…] Esta Palabra de Dios expresa bien la experiencia que hemos vivido en las semanas del sínodo: ha sido un tiempo de consolación y de esperanza. Lo ha sido sobre todo como momento de escucha: escuchar, de hecho, exige tiempo, atención, apertura de la mente y del corazón. Pero este compromiso se transformaba cada día en consuelo, sobre todo porque teníamos en medio de nosotros la presencia vivaz y estimulante de los jóvenes, con sus historias y sus contribuciones. A través del testimonio de los padres sinodales, la realidad multiforme de las nuevas generaciones ha entrado en el Sínodo, por decirlo así, de todas partes, de cada continente y de muchas situaciones humanas y sociales diferentes. Con esta actitud fundamental de escucha, hemos tratado de leer la realidad, de captar los signos de nuestro tiempo. Un discernimiento comunitario hecho a la luz de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo. Este es uno de los dones más hermosos que el Señor da a la Iglesia católica, es decir, el de reunir voces y rostros de las realidades más variadas y así obtener una interpretación que tenga en cuenta la riqueza y la complejidad de los fenómenos, siempre a la luz del Evangelio. Así, en estos días, nos hemos confrontado sobre cómo caminar juntos a través de tantos desafíos, como el mundo digital, el fenómeno de las migraciones, el sentido del cuerpo y de la sexualidad, el drama de las guerras y de la violencia. […]

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SHARING THE WISDOM OF TIME / LA SABIDURÍA DEL TIEMPO DIÁLOGO CON JÓVENES Y ANCIANOS DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] Gracias. Me ha gustado ese “no hablo de política, sino de humanidad”. Es sabio. Los jóvenes no tienen la experiencia de las dos guerras. Aprendí de mi abuelo que combatió en la Primera, en el Piave, aprendí muchas cosas, de su historia. Incluso las canciones un poco irónicas contra el rey y la reina, aprendí todo esto. Los dolores, los dolores de la guerra… ¿Qué deja una guerra? Millones de muertos, en la gran masacre. Luego llegó la Segunda, y la conocí en Buenos Aires con tantos migrantes que llegaron: muchos, muchos, muchos, después de la Segunda Guerra Mundial. Italianos, polacos, alemanes… muchos, muchos. Y al escucharlos entendí, todos entendimos lo que era una guerra, que donde estábamos nosotros no sabíamos cómo era. Creo que es importante que los jóvenes conozcan los efectos de las dos guerras del siglo pasado: es un tesoro, negativo, pero un tesoro para transmitir, para crear conciencias. Un tesoro que también ha hecho crecer el arte italiano: el cine de posguerra es una escuela de humanismo. Que ellos sepan que esto es importante, para no caer en el mismo error. Que sepan cómo crece el populismo: por ejemplo, pensemos en los años 32 y 33 de Hitler, aquel jovenzuelo que prometía el desarrollo de Alemania después de un gobierno que había fracasado. Que sepan cómo empiezan los populismos. Usted ha pronunciado una palabra muy fea pero muy real: “sembrar odio”. Y no se puede vivir sembrando odio. Nosotros, en la experiencia religiosa de la historia de la religión, pensamos en la Reforma: hemos sembrado odio, tanto, de ambos lados, protestantes y católicos. Lo he dicho explícitamente en Lund [en Suecia, en el encuentro ecuménico], y ahora, desde hace 50 años, poco a poco, nos hemos dado cuenta de que no era aquel el camino y estamos tratando de sembrar gestos de amistad y no de división. Sembrar odio es fácil, y no solo en la escena internacional, también en el vecindario. Uno va, chismorrea de una vecina, de un vecino, siembra odio y cuando se siembra odio hay división, hay maldad en la vida cotidiana. Sembrar odio con los comentarios, con los chismes… De la gran guerra bajo a los chismes, pero son de la misma especie. Sembrar odio incluso con los chismes en la familia, en el vecindario, es matar: matar la fama de los demás, matar la paz y la armonía en la familia, en el vecindario, en el lugar de trabajo, alimentar los celos, las competiciones de las que habló la primera chica. ¿Qué hago, —era su pregunta— cuando veo que el Mediterráneo es un cementerio? Yo, le digo la verdad, sufro, rezo, hablo. No debemos aceptar este sufrimiento. No hay que decir “pero se sufre en todas partes, sigamos adelante…”. No, no está bien. Hoy hay una tercera guerra mundial en pedazos: una pedazo aquí, un pedacito allí, y allí, y allí… Mirad los lugares de conflicto. Falta de humanidad, agresión, odio entre culturas, entre tribus, incluso una deformación de la religión para poder odiar mejor. Este no es un camino: este es el camino del suicidio de la humanidad. Sembrar odio, preparar la tercera guerra mundial, que está en curso en pedazos. Y creo que no exagero… Me viene a la mente —y esto hay que decírselo a los jóvenes—, aquella profecía de Einstein: “La cuarta guerra mundial se combatirá con piedras y palos”, porque la tercera habrá destruido todo. Sembrar odio y hacer que crezca el odio, crear violencia y división es un camino de destrucción, de suicidio, de otras destrucciones. Esto se puede cubrir [justificar] con la libertad, ¡se puede cubrir con muchos motivos! Ese jovenzuelo del siglo pasado, en los años 30, lo cubría con la pureza de la raza. Y ahora, los migrantes. Acoger al migrante es un mandato bíblico, porque “tú mismo has sido un migrante en Egipto” (cf. Lv 19, 34). Luego, pensemos: a Europa la han hecho los migrantes, tantas corrientes migratorias a lo largo de los siglos han hecho a la Europa de hoy, las culturas se han mezclado. Y Europa sabe muy bien que en tiempos malos otros países de América, por ejemplo, tanto del Norte como del Sur, han acogido a los migrantes europeos, saben lo que esto significa. Debemos retomar, antes de expresar un juicio sobre el problema de la migración, retomar nuestra historia europea. Soy hijo de un migrante que fue a Argentina, y muchos, en Estados Unidos, muchos tienen un apellido italiano, son migrantes. Recibidos con el corazón y con las puertas abiertas. Pero el cierre es el comienzo del suicidio. Es cierto que se debe acoger a los migrantes, que se les debe acompañar, pero sobre todo se les debe integrar. Si los acogemos, al tuntún [como cae, sin un plan], no hacemos un buen servicio: hay un trabajo de integración. Suecia, en esto, ha sido un ejemplo durante más de 40 años. Lo viví de cerca: cuántos argentinos y uruguayos, en el momento de nuestras dictaduras militares, han sido refugiados en Suecia. E inmediatamente los integraron, de inmediato. Escuela, trabajo… Integrados en la sociedad. Y cuando fui a Lund el año pasado, me recibió en el aeropuerto el Primer Ministro, y luego, como no podía venir a despedirse, envió una ministra, creo que era la de Cultura… En Suecia, donde todos son rubios, ésta era más morena, una Ministro de cultura así … Luego me enteré de que era la hija de una sueca y de un migrante africano. Tan integrada que ha llegado a ser ministra del país. Así es como se integran las cosas. En cambio, la tragedia que todos recordamos de Zaventem [en Bélgica] no la causaron los extranjeros: ¡eran jóvenes belgas! Pero jóvenes belgas que habían sido “guetizados” en un barrio. Sí, habían sido acogidos pero no integrados. Y este no es el camino. Un gobierno debe tener — estos son los criterios — el corazón abierto para recibir, las buenas estructuras para hacer el camino de la integración y también la prudencia de decir: hasta este punto, puedo, más, no puedo. Y por eso es importante que toda Europa se ponga de acuerdo sobre este problema. Al contrario el peso más fuerte recae en Italia, Grecia, España, Chipre, estos tres o cuatro países… Es importante. Pero, por favor, no sembrar odio. Y hoy, yo pediría a todos que mirasen por favor al nuevo cementerio europeo: se llama Mediterráneo, se llama Egeo. Esto es lo que se me ocurre decirle. Y gracias por haber hecho esta pregunta, no por política, sino por humanidad. ¡Gracias! […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL DE LA CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO (PASIONISTAS)

[…] La Iglesia de hoy siente con fuerza el llamamiento a salir de sí misma e ir a las periferias, tanto geográficas como existenciales. Vuestro compromiso de abrazar las nuevas fronteras de la misión implica no solo ir a nuevos territorios para llevar el Evangelio, sino también enfrentar los nuevos desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el secularismo y el mundo digital. Esto significa estar presentes en aquellas situaciones en que la gente percibe la ausencia de Dios y tratar de estar cerca de aquellos que, de cualquier modo o forma, están sufriendo. […]

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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Después del Ángelus […] Un pensamiento especial dirijo al grupo de Caritas Internationalis, liderado por el Presidente Cardenal Luis Antonio Tagle, con algunos Obispos y personas de varios países del mundo. Habéis hecho un breve peregrinaje a Roma para expresar el deseo de caminar juntos, aprendiendo así a conocerse mejor. Animo esta iniciativa de «compartir el camino», que se promueve en tantas ciudades y que puede transformar nuestra relación con los migrantes. ¡Muchas gracias a Cáritas! […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PEREGRINOS DE EL SALVADOR CON OCASIÓN DE LA CANONIZACIÓN DE MONSEÑOR ROMERO

[…] ambién desde aquí envío mi saludo a todo el Pueblo santo de Dios que peregrina en El Salvador y hoy vibra por el gozo de ver a uno de sus hijos en el honor de los altares. Sus gentes tienen fe viva que expresan en diferentes formas de religiosidad popular y que conforma su vida social y familiar: la fe del Santo Pueblo fiel de Dios. A los sacerdotes, a los obispos les pido: «Cuiden al Santo Pueblo fiel de Dios, no lo escandalicen, cuídenlo». Y no han faltado las dificultades, el flagelo de la división, el flagelo de la guerra; la violencia se ha sentido con fuerza en su historia reciente, pero ese pueblo resiste y va adelante. No son pocos los salvadoreños que han tenido que abandonar su tierra buscando un futuro mejor. El recuerdo de san Óscar Romero es una oportunidad excepcional para lanzar un mensaje de paz y de reconciliación a todos los pueblos de Latinoamérica. El pueblo lo quería a mons. Romero, el Pueblo de Dios lo quería. Y ¿saben por qué? Porque el Pueblo de Dios sabe olfatear bien dónde hay santidad. Y acá entre ustedes, yo tendría para agradecer a tanta gente, a todo el pueblo que lo ha acompañado, que lo ha seguido, que estuvo cerca de él. Pero, ¿cómo hago para agradecer? Así que elegí a una persona, una persona que estuvo muy cerca de él, y lo acompañó y lo siguió; una persona muy humilde del pueblo: Angelita Morales. En ella pongo la representación del Pueblo de Dios. Yo le pediría a Angelita si puede venir [aplausos y cantos mientras se acerca la Sra. Morales]. […]

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ENCUENTRO DEL SANTO PADRE FRANCIS CON LOS SEMINARIOS DE LOMBARDIA

[…] Has dicho «la cruz de la duda» y te estoy respondiendo con respecto a la duda interna, la duda que tienes en tu orientación espiritual. Tal vez usted también está hablando de la duda cultural. Pero hoy no hay tanta duda cultural; quizás haya más afirmaciones culturales al contrario, cada una tiene la suya y creo que a la humanidad le falta la capacidad de dudar bien. Los grandes problemas …: pensar en la duda sobre la guerra, sobre las migraciones … Estas son dudas que deben tomarse en serio, porque de lo contrario, en estas áreas, el problema se resuelve no con una búsqueda interna, sino de acuerdo con los intereses de cada nación, de cada sociedad, de cada pueblo. Entonces la falta de estas dudas es fea, porque te hace estar siempre a salvo, sin preguntar el problema … Es una cruz, duda, pero es una cruz que te acerca a Jesús y te pone en crisis. Y como usted dijo, aquí está escrito: «¿Qué acciones concretas podemos poner en práctica todos los días para que nuestra vida diaria alimente este viaje de encomio?». La acción concreta es el diálogo con la persona que te acompaña, el diálogo con el superior, el diálogo con los compañeros. Pero diálogo abierto, diálogo sincero, cosas concretas. Y, sobre todo, el diálogo con el Señor: «Señor, ¿qué quieres decirme con lo que me haces sentir, con esta desolación, con esta duda? …». Tomar la duda como una invitación a buscar la verdad, a buscar un encuentro con Jesucristo: esta es la verdadera duda. Todo bien […]