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PRESENTACIÓN DE LAS CARTAS CREDENCIALES DE LOS EMBAJADORES DE ECC.MI GRANADA, GAMBIA, BAHAMAS, SUIZA, CABO VERDE, ISLANDIA, TURKMENISTÁN, MALTA, QATAR, ESTONIA DIRECCION DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] En estos tiempos de profundos cambios sociales y políticos, el compromiso con este principio por parte de los gobiernos y los pueblos no puede fallar. Es esencial que el respeto por la dignidad humana y los derechos humanos inspire y dirija todos los esfuerzos para abordar las situaciones graves de guerra y conflicto armado, la pobreza opresiva, la discriminación y la desigualdad que afligen a nuestro mundo y que en los últimos años haya contribuido. A la crisis migratoria actual. Ninguna solución humanitaria efectiva para ese problema apremiante puede ignorar nuestra responsabilidad moral, prestando la debida atención al bien común, para acoger, proteger, promover e integrar a quienes llaman a nuestras puertas en busca de un futuro seguro para ellos y para ellos. niños (ver Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2018, 4). La Iglesia, por su parte, está comprometida a trabajar con todos los interlocutores responsables en un diálogo constructivo dirigido a proponer soluciones concretas a este y otros problemas humanitarios urgentes, con el objetivo de preservar la vida y la dignidad humanas, aliviar el sufrimiento y aumentar la autenticidad. desarrollo integral. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL «LOS DERECHOS HUMANOS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO: CONQUISTAS, OMISIONES, NEGACIONES»

[…] Pienso, entre otras cosas, en los niños por nacer a quienes se les niega el derecho a venir al mundo; en aquellos que no tienen acceso a los medios indispensables para una vida digna[5]; en aquellos que están excluidos de la educación adecuada; en quien está injustamente privado de trabajo o forzado a trabajar como esclavo; a quienes están detenidos en condiciones inhumanas, a quienes son sometidos a torturas o a quienes se les niega la oportunidad de redimirse[6], a las víctimas de desapariciones forzadas y sus familias. Mis pensamientos también se dirigen a todos aquellos que viven en un clima dominado por la sospecha y el desprecio, que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia debido a su pertenencia racial, étnica, nacional o religiosa[7]. Finalmente, no puedo dejar de recordar a cuantas personas sufren violaciones múltiples de sus derechos fundamentales en el contexto trágico de los conflictos armados, mientras los mercaderes de muerte sin escrúpulos[8] se enriquecen al precio de la sangre de sus hermanos y hermanas. Ante estos graves fenómenos, todos somos cuestionados. De hecho, cuando se violan los derechos fundamentales, o cuando se favorecen algunos en detrimento de otros, o cuando se garantizan solo a ciertos grupos, se producen graves injusticias, que a su vez alimentan los conflictos con graves consecuencias tanto dentro de las naciones como en las relaciones entre ellas. Por lo tanto, cada uno está llamado a contribuir con coraje y determinación, en la especificidad de su papel, a respetar los derechos fundamentales de cada persona, especialmente de las “invisibles”: de los muchos que tienen hambre y sed, que están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos. (cfr Mt 25,35-36), que viven en los márgenes de la sociedad o son descartados.[…]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 52 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2019 La buena política está al servicio de la paz

[…] 4. Los vicios de la política En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio. […] 6. No a la guerra ni a la estrategia del miedo Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas. Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad. 7. Un gran proyecto de paz Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos»[7]. La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria: — la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”; — la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo; — la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro. La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55)

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS RELIGIOSOS DE LA ORDEN DE LA MERCED EN EL VIII CENTENARIO DE SU FUNDACIÓN

[…] Ustedes, como miembros de una Orden redentora, deben experimentar primero en sí mismos la redención de Cristo para ayudar a sus hermanos a descubrir al Dios que salva. “Redimidos para redimir”, buena definición de su vida y vocación. Los invito a seguir siendo portadores de la redención del Señor a los presos, a los refugiados y los migrantes, a los que caen en las redes de la trata de personas, a los adultos vulnerables, a los niños huérfanos y explotados… Lleven a todos los que son descartados por la sociedad la ternura y la misericordia de Dios. […]

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PAPA FRANCISCO ÁNGELUS

Después del Ángelus Queridos hermanos y hermanas: El Adviento es un tiempo de esperanza. En este momento me gustaría hacer mía la esperanza de paz de los niños de Siria, de la amada Siria, atormentada por una guerra que dura desde hace ocho años. Por este motivo, adhiriéndome a la iniciativa de “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, ahora encenderé una vela, junto con muchos niños que harán lo mismo, niños sirios y muchos fieles en el mundo que hoy encienden sus velas. [Enciende la vela] ¡Que esta llama de esperanza y tantas llamitas de esperanza dispersen las tinieblas de la guerra! Recemos y ayudemos a los cristianos a permanecer en Siria y en Oriente Medio como testigos de misericordia, de perdón y de reconciliación. La llama de la esperanza llegue también a todos aquellos que sufren en estos días conflictos y tensiones en otras partes del mundo, cercanas y lejanas. La oración de la Iglesia les ayude a sentir la proximidad del Dios fiel y toque toda conciencia por un compromiso sincero para la paz. Y que Dios, nuestro Señor, perdone a los que hacen la guerra, a los que hacen armas para destruirse y convierta sus corazones. Oremos por la paz en la amada Siria. […]

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO CON OCASIÓN DE LA FESTIVIDAD DE SAN ANDRÉS

[…] Nuestras Iglesias han salvaguardado la tradición apostólica con gran cuidado, junto con las enseñanzas de los primeros Concilios Ecuménicos y de los Padres de la Iglesia, a pesar de las diferencias desarrolladas en las tradiciones locales y en las formulaciones teológicas, que deben ser comprendidas y aclaradas con mayor profundidad. Al mismo tiempo, ambas Iglesias, con un sentido de responsabilidad hacia el mundo, han sentido esa llamada urgente, que atañe a cada uno de nosotros que hemos sido bautizados, a proclamar el Evangelio a todos los hombres y mujeres. Por esta razón, hoy podemos trabajar juntos en la búsqueda de la paz entre los pueblos, por la abolición de todas las formas de esclavitud, por el respeto y la dignidad de todo ser humano y por el cuidado de la creación. Con la ayuda de Dios, a través del encuentro y el diálogo en nuestro camino juntos durante los últimos cincuenta años, ya experimentamos estar en comunión, a pesar de que todavía no sea plena y completa. […]

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SALUDO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS MIEMBROS DE LA «FUNDACIÓN MARONITA» Y AUTORIDADES DEL LÍBANO

¡Buenos días! Os doy las gracias por vuestra visita. Es interesante lo que ha dicho el Patriarca (Raï), que la visita ad limina está acompañada por los fieles. Es una buena idea, se puede formalizar, ¡para que puedan hablar mal de los obispos! ¡Se puede hacer! Así conocemos las cosas más concretas de la comunidad. Esto también me recuerda el milagro de la multiplicación de los panes, porque me habían dicho: “Habrá alrededor de cuarenta [personas] para saludar”, ¡pero he sido testigo de la multiplicación de los libaneses! Pero ¡gracias por haber venido tantos! Gracias. Me gustaría dar las gracias a la comunidad libanesa por todo lo que hace en el Líbano. Por dos cosas: mantener el equilibrio —este equilibrio creativo, tan fuerte como los cedros— entre cristianos y musulmanes, suníes y chiíes; un equilibrio de patriotas, de hermanos. Gracias ante todo por esto. Y también me gustaría agradeceros otra cosa: vuestra generosidad, vuestro corazón acogedor con los refugiados: tenéis más de un millón. ¡Gracias, muchas gracias! Y ahora pediré que el Señor os bendiga a todos. Que el Señor os bendiga, así como a vuestras familias, a vuestra patria, a vuestros hijos, a vuestros refugiados. Que os bendiga a todos. Amén.

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS MIEMBROS DE LA CONSULTA DE LA ORDEN ECUESTRE DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN

[…] Os habéis reunido para los trabajos de la Consulta, la asamblea general que se celebra cada cinco años en la sede de Pedro. Aquí en el Vaticano, estáis, de alguna manera, en casa, ya que constituís una antigua institución pontificia colocada bajo la protección de la Santa Sede. Desde la última Consulta de 2013, la Orden ha crecido en el número de sus miembros, en la expansión geográfica con la creación de nuevas articulaciones periféricas, en la asistencia material que ha ofrecido a la Iglesia en Tierra Santa y en el número de peregrinaciones de vuestros miembros. Agradezco vuestro apoyo a los programas de utilidad pastoral y cultural y os aliento a continuar con vuestro compromiso, al lado del Patriarcado Latino, para hacer frente a la crisis de refugiados que en los últimos cinco años ha llevado a la Iglesia a proporcionar una respuesta humanitaria significativa en toda la región. […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA DE LA PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS

[…] Acojo con satisfacción el hecho de que la Academia también se centra en los nuevos conocimientos necesarios para hacer frente a los flagelos de la sociedad contemporánea. Los pueblos piden justamente participar en la construcción de sus sociedades. Los derechos universales proclamados deben convertirse en realidad para todos, y la ciencia puede contribuir de manera decisiva a este proceso y a romper las barreras que lo obstaculizan. Agradezco a la Academia de las ciencias por su valiosa colaboración en la lucha contra ese crimen de lesa humanidad, que es el tráfico de personas destinadas al trabajo forzoso, la prostitución y el tráfico de órganos. Os acompaño en esta batalla de la humanidad. […]

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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA PLENARIA DEL COMITÉ PONTIFICIO PARA LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS INTERNACIONALES

[…] La segunda actitud es la del servicio. La comunidad eucarística, participando en el destino de Jesús Siervo, se convierte en “servidora”: al comer el “cuerpo entregado” se transforma en un “cuerpo ofrecido por las multitudes”. Volviendo constantemente a la “habitación superior” (cf. Hch 1,13), vientre que da a luz a la Iglesia, donde Jesús lavó los pies a sus discípulos, los cristianos sirven a la causa del Evangelio entrando en los lugares de la debilidad y de la cruz para compartir y sanar. Hay muchas situaciones en la Iglesia y en la sociedad sobre las que se debe derramar el bálsamo de la misericordia con las obras espirituales y corporales: son familias con dificultades, jóvenes y adultos sin trabajo, ancianos y enfermos solos, migrantes marcados por la fatiga y la violencia —y rechazados—, como también otros tipos de pobreza. En estos lugares de la humanidad herida, los cristianos celebran el memorial de la cruz y hacen vivo y presente el Evangelio del Siervo Jesús que se entregó por amor. Así, los bautizados siembran una cultura eucarística haciéndose servidores de los pobres, no en nombre de una ideología, sino del Evangelio mismo, que se convierte en la regla de vida de cada persona y de las comunidades, como lo atestigua el conjunto ininterrumpido de santos y santas de la caridad. […]