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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA XXI ASAMBLEA PLENARIA DE LA UNIÓN INTERNACIONAL DE SUPERIORAS GENERALES (UISG)

[…] Tercera pregunta: Ante todo un gran agradecimiento, Santo Padre. En estos días hemos tratado varios temas, uno de los cuales es el diálogo interreligioso: gracias por todo lo que hace en esta área. También estoy pensando en el diálogo ecuménico, y llevo en mi corazón el sufrimiento que he tocado con mis manos, que he visto en tantas partes por la división que existe entre los cristianos. Sé que ya has hecho mucho en esta área. Pregunto: ¿es posible dar unos pasos más para alcanzar esta comunión entre los cristianos? Gracias. Papa Francisco: Gracias a ti Creo que el ecumenismo está en camino, siempre. Es cierto que los teólogos deben estudiar, discutir … Pero hay una anécdota, que es cierta, me dijeron que es verdad, que cuando San Pablo VI conoció a Atenágoras, me gustaría decir San Atenagoras, Atenagoras le dijo a Pablo VI: «Hagamos una cosa: vamos juntos, y los teólogos los enviarán a una isla que reflejará y hará teología, y continuaremos juntos». Una broma, dicen que es verdad. Pero si no es cierto se encuentra bien. [El ecumenismo] siempre está en movimiento. ¿Hay gente pobre? Vamos a trabajar juntos con los pobres. ¿Hay migrantes? Juntos. Siempre juntos Este es el ecumenismo de los pobres, como llamo a lo que se hace en el camino con obras de caridad. Pero hay otro ecumenismo: el de la sangre. Cuando matan a los cristianos porque son cristianos, no preguntan: «¿Eres anglicano? ¿Eres luterano? ¿Eres católico? ¿Eres ortodoxo? » Matan. Y la sangre se mezcla. Recuerdo una vez que un párroco en Hamburgo, el párroco de Sankt Josef en Wannsee, cerca de Hamburgo, estaba a cargo de llevar a cabo la causa de un sacerdote guillotinado por los nazis para enseñar catequesis a los niños. Pero después de él, un pastor luterano fue guillotinado por la misma razón. Y se dirigió al obispo diciendo: «No puedo continuar con la causa de esto sin la causa de los luteranos, porque su sangre está mezclada». Es el ecumenismo de la sangre. Tenemos muchos, muchos mártires comunes. Pablo VI, cuando canonizó a los mártires de Uganda, era más o menos catequista mitad católico y mitad anglicano, y en el discurso de canonización mencionó el martirio de los anglicanos. Pablo VI ya había dicho esto. Existe el ecumenismo de la sangre. Debemos hacer todo lo posible juntos. Por ejemplo, vengo de bendecir la exposición sobre el tráfico [«Talitha kum», inaugurada ante esta audiencia en el salón del Salón Pablo VI: trabajamos juntos, todos, católicos, evangélicos, todos, porque es un problema social que debemos ayudar a resolver Y creo que esto es importante: el ecumenismo está en camino, no solo con la reflexión teológica. Esto ayudará, porque hemos logrado un buen progreso, por ejemplo con los luteranos, en cuanto a la justificación … buen progreso. Pero no podemos permanecer quietos hasta que se resuelvan todos los puntos teológicos. Los teólogos tienen una gran función en la Iglesia: que estudian y nos ayudan; Pero nosotros, mientras tanto, tenemos que caminar. Y luego el ecumenismo de la oración. Son tres El ecumenismo de la oración, el ecumenismo de la sangre, el ecumenismo de los pobres. Oren el uno por el otro, incluso uno con el otro. Esto, en lo que se refiere al ecumenismo. En el diálogo interreligioso, también busque valores comunes, busque los valores comunes que existen y esto es bueno. Por ejemplo, entre los valores comunes, el respeto por la vida de los recién nacidos o niños no nacidos que tienen musulmanes es maravilloso. […]

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ENCUENTRO DE ORACIÓN CON EL PUEBLO GITANO PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO

[…] Seguid adelante con dignidad, con trabajo… Y cuando veáis las dificultades, mirad hacia arriba y encontrareis que nos están observando allí. Te mira. Hay Uno que te mira primero, que te ama, Uno que tuvo que vivir al margen, cuando era niño, para salvar la vida, oculto, refugiado: Uno que sufrió por ti, que dio su vida en la cruz. Es Uno, como escuchamos en la Lectura que has hecho, que te está buscando para consolarte y animarte a seguir adelante. Por eso te digo: nada de distancia; para ti y para todos: la mente con el corazón. Nada de adjetivos, no: todas las personas, todos merecerán su adjetivo, pero no los adjetivos generales, de acuerdo con la vida que haces. Escuchamos un bonito nombre, que incluye a las madres; este es un bonito nombre: «mamá». Es una cosa hermosa. […]

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ENCUENTRO DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA DE LA DIÓCESIS DE ROMA

Papa Francisco: El segundo rasgo necesario, el primero es la humildad: para escuchar, debes rebajarte, el segundo rasgo necesario para escuchar el llanto es el desinterés. Se expresa en el pasaje evangélico de la parábola del pastor que va en busca de la oveja perdida. No tiene ningún interés personal que defender, este buen pastor: la única preocupación es que nadie se pierda. Tenemos intereses personales, ¿quiénes somos esta noche? Todos pueden pensar en nosotros: ¿cuál es mi interés personal oculto que tengo en mi actividad eclesial? Vanidad? No sé … cada uno tiene el suyo. ¿Estamos preocupados por nuestras estructuras parroquiales, por el futuro de nuestro instituto, por el consenso social, por lo que dirá la gente si cuidamos a los pobres, a los migrantes, a los romaníes? ¿O estamos apegados a ese poco de poder que aún ejercemos sobre las personas de nuestra comunidad o nuestro vecindario? Todos hemos visto parroquias que han tomado decisiones serias, bajo la inspiración del Espíritu, y muchos fieles que fueron allí se mudaron porque «ah, este párroco es demasiado exigente, incluso un poco comunista», y la gente No hace falta. Hoy conocí a quinientos romaníes en el Vaticano y oí cosas dolorosas. La xenofobia. Tenga cuidado, porque el fenómeno cultural mundial, digamos al menos europeo, del populismo crece sembrando miedo. Pero en la ciudad también hay mucho bien, porque hay lugares positivos, lugares fructíferos: donde los ciudadanos se reúnen y dialogan de manera constructiva y solidaria, aquí creamos «un tejido conectivo donde las personas y los grupos comparten diferentes formas de soñar. Se forman la vida, imaginarios similares y nuevos sectores humanos, territorios culturales invisibles «(ibid.).

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PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL

[…] Macedonia del Norte es un país independiente desde 1991. La Santa Sede ha tratado de sostener su camino desde el principio. Con mi visita quise alentar, sobre todo, su capacidad tradicional de albergar diferentes afiliaciones étnicas y religiosas, así como su esfuerzo por acoger y socorrer a un gran número de migrantes y de refugiados durante el período crítico de 2015 y 2016. Hay una gran acogida, tienen un gran corazón. Los migrante les crean problemas, pero los acogen y los aman, y los problemas los resuelven. Es algo grande de este pueblo. Un aplauso a ese pueblo. […]

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO A BULGARIA Y MACEDONIA DEL NORTE [5-7 DE MAYO DE 2019] VISITA DEL SANTO PADRE AL CENTRO DE REFUGIADOS DE VRAZHDEBNA

Muchas gracias por vuestra acogida. Gracias a los niños por su canto tan bonito. Ellos llevan la alegría en vuestro caminar. El camino que tenéis que recorrer no siempre es fácil, y además está el dolor de dejar la patria e insertarse en otra… Siempre hay esperanza… Hoy, el mundo de los migrantes y los refugiados es como una cruz, una cruz de la humanidad, es la cruz que muchas personas sufren… Os agradezco vuestra buena voluntad; y os deseo lo mejor a vosotros y a los conciudadanos que habéis dejado en vuestra patria. Que Dios os bendiga y rezad por mí.

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO A BULGARIA Y MACEDONIA DEL NORTE [5-7 DE MAYO DE 2019] ENCUENTRO CON LA COMUNIDAD CATÓLICA DISCURSO DEL SANTO PADRE

En este sentido, quiero compartir con vosotros una experiencia reciente. Esta mañana, en el Campo de Refugiados de Vrazhdebna, tuve la alegría de reunirme con refugiados y personas acogidas de varios países del mundo que buscan un contexto de vida mejor que el que dejaron, y también he encontrado a los voluntarios de Cáritas [Aplauso a los voluntarios de Cáritas, que se ponen en pie, todos con la camiseta roja]. Cuando he entrado aquí y he visto a los voluntarios de Cáritas, he preguntado quiénes eran, porque pensaba que eran los bomberos. ¡Vestidos tan rojos! Allí [en el Centro de Vrazhdebna] me dijeron que el corazón del Centro —de este Campo de refugiados— nace de la conciencia de que toda persona es hija de Dios, independientemente de su etnia o confesión religiosa. Para amar a alguien no hay necesidad de exigir o pedirle un curriculum vitae; el amor “primerea”, va siempre por delante, se adelanta. ¿Por qué? Porque el amor es gratuito. En este centro de Cáritas son muchos los cristianos que aprendieron a ver con los mismos ojos del Señor, que no se detiene en adjetivos, sino que busca y espera a cada uno con ojos de Padre. ¿Sabéis una cosa? Tenemos que estar atentos. Hemos caído en la cultura del adjetivo: “esta persona es esto, esta persona es esto, esta persona es esto…”. Y Dios no quiere eso. Es una persona, es imagen de Dios. Nada de adjetivos. Dejemos que Dios ponga los adjetivos; nosotros pongamos el amor, en cada persona. Así, esto sirve también para el chismorreo. Con qué facilidad se da entre nosotros el chismorreo. “Ah, este es eso, este hace esto…”. Siempre “adjetivamos” a la gente. Yo nos estoy hablando de vosotros, porque sé que aquí no hay chismorreo, pero pensemos en el lugar donde se dicen chismes. Esto es el adjetivo: adjetivar a la gente. Tenemos que pasar de la cultura del adjetivo a la realidad del sustantivo. Ver con los ojos de la fe es la invitación a no ir por la vida poniendo etiquetas, clasificando qué persona es digna o no de amor, sino tratar de crear las condiciones para que toda persona pueda sentirse amada, especialmente aquellas que se sienten olvidadas de Dios porque son olvidadas de sus hermanos. Hermanos y hermanas, quien ama no pierde el tiempo en lamentarse, sino que siempre ve lo que puede hacer en concreto. En este centro habéis aprendido a ver los problemas, a reconocerlos, a mirarlos de frente, os dejáis interpelar y buscáis discernir con los ojos del Señor. Como dijo el papa Juan: «No he conocido nunca a un pesimista que haya terminado algo bueno». Los pesimistas no hagan nunca nada bueno. Los pesimistas arruinan todo. Cuando pienso en el pesimista, me viene a la mente una buena tarta: ¿Qué hace el pesimista? Hecha vinagre sobre la tarta, lo arruina todo. Los pesimistas lo arruinan todo. En cambio el amor abre las puertas, ¡siempre! Papa Juan tenía razón: «No he conocido nunca a un pesimista que haya terminado algo bueno». El Señor es el primero en no ser pesimista y continuamente está buscando abrir caminos de Resurrección para todos nosotros. El Señor es un optimista incorregible. Siempre busca pensar bien de nosotros, de llevarnos adelante, de apostar por nosotros. Qué lindas son nuestras comunidades cuando se convierten en talleres de esperanza. El optimista es un hombre o una mujer que crea esperanza en la comunidad.

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO A BULGARIA Y MACEDONIA DEL NORTE [5-7 DE MAYO DE 2019] ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES, LA SOCIEDAD CIVIL Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO DISCURSO DEL SANTO PADRE

Ahora, en esta coyuntura histórica, pasados 30 años del final del régimen totalitario que limitaba la libertad y las iniciativas, Bulgaria debe afrontar las consecuencias de la emigración, que se ha producido en los últimos decenios, en la que más de dos millones de connacionales han salido buscando nuevas oportunidades de trabajo. En ese mismo tiempo, Bulgaria —como otros países del viejo continente— tiene que hacer frente a lo que se puede considerar un nuevo invierno demográfico, que ha caído como una cortina de hielo sobre buena parte de Europa, consecuencia de una disminución de la confianza en el futuro. La caída de los nacimientos, por tanto, sumándose al intenso flujo migratorio, ha supuesto la despoblación y el abandono de tantos pueblos y ciudades. Además, Bulgaria debe hacer frente al fenómeno de aquellos que buscan entrar dentro de sus fronteras, para huir de la guerra y los conflictos o la miseria, e intentan alcanzar de cualquier forma las zonas más ricas del continente europeo, para encontrar nuevas oportunidades de existencia o simplemente un refugio seguro. Señor Presidente: Conozco el compromiso con el que, desde hace años, los gobernantes de este país se esfuerzan por crear las condiciones para que, sobre todo los jóvenes, no se vean obligados a emigrar. Quisiera animaros a seguir en este sentido, a realizar todo el esfuerzo posible para promover unas condiciones favorables con vistas a que los jóvenes puedan invertir sus nuevas energías y programar su futuro personal y familiar, encontrando en su patria las condiciones que les permitan llevar una vida digna. Y a vosotros, que conocéis el drama de la emigración, me permito sugeriros que, siguiendo vuestra tradición, no cerréis los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta. Vuestro país se ha distinguido siempre como un puente entre el este y el oeste, capaz de favorecer el encuentro entre culturas, etnias, civilizaciones y religiones diferentes, que, desde hace siglos, han convivido aquí en paz. El desarrollo, también económico y civil, de Bulgaria pasa necesariamente a través del reconocimiento y la valorización de esta específica característica suya. Ojalá que esta tierra, delimitada por el gran río Danubio y las orillas del mar Negro, fertilizada por el trabajo humilde de tantas generaciones y abierta al intercambio cultural y comercial, integrada en la Unión Europea y con sólidos vínculos con Rusia y Turquía, pueda ofrecer a sus hijos un futuro de esperanza. Que Dios bendiga Bulgaria y la conserve pacífica y acogedora, y la haga próspera y feliz.

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MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO PASCUA 2019

Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia. En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania. La Pascua nos lleva a dirigir la mirada a Oriente Medio, desgarrado por continuas divisiones y tensiones. Que los cristianos de la región no dejen de dar testimonio con paciente perseverancia del Señor resucitado y de la victoria de la vida sobre la muerte. Una mención especial reservo para la gente de Yemen, sobre todo para los niños, exhaustos por el hambre y la guerra. Que la luz de la Pascua ilumine a todos los gobernantes y a los pueblos de Oriente Medio, empezando por los israelíes y palestinos, y los aliente a aliviar tanto sufrimiento y a buscar un futuro de paz y estabilidad. Que las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión, evitando que se abran de nuevo las heridas provocadas por una década de conflicto e inestabilidad política. Que Cristo vivo dé su paz a todo el amado continente africano, lleno todavía de tensiones sociales, conflictos y, a veces, extremismos violentos que dejan inseguridad, destrucción y muerte, especialmente en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Pienso también en Sudán, que está atravesando un momento de incertidumbre política y en donde espero que todas las reclamaciones sean escuchadas y todos se esfuercen en hacer que el país consiga la libertad, el desarrollo y el bienestar al que aspira desde hace mucho tiempo. Que el Señor resucitado sostenga los esfuerzos realizados por las autoridades civiles y religiosas de Sudán del Sur, apoyados por los frutos del retiro espiritual realizado hace unos días aquí, en el Vaticano. Que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación. Que los habitantes de las regiones orientales de Ucrania, que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua. Que el Señor aliente las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera. Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava. Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita. Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses. Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente. Que el Resucitado, que ha abierto de par en par las puertas del sepulcro, abra nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad. Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!

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VIERNES SANTO PASIÓN DEL SEÑOR VÍA CRUCIS PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE FRANCISCO

II Estación Jesús con la cruz a cuestas «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga» (Lc9,23) Reflexión: Señor Jesús, es fácil llevar el crucifijo al cuello o colgarlo como un ornamento en las paredes de nuestras hermosas catedrales o nuestras casas, pero no es tan fácil encontrar y reconocer los nuevos crucificados de hoy: las personas sin hogar, los jóvenes sin esperanza, sin trabajo y sin perspectivas, los inmigrantes obligados a vivir en las barracas en los márgenes de nuestra sociedad, después de haber padecido sufrimientos inauditos. Lamentablemente, estos campamentos sin seguridad son quemados y arrasados, junto con los sueños y esperanzas de miles de hombres y mujeres marginados, explotados y olvidados. Además, ¡cuántos niños son discriminados a causa de su origen, del color de su piel o de su clase social!, ¡cuántas madres sufren la humillación de ver a sus hijos ridiculizados y excluidos de las mismas oportunidades que tienen sus coetáneos y compañeros de escuela! Oración: Te damos gracias, Señor, porque con tu propia vida nos has dado ejemplo de cómo se manifiesta el amor verdadero y desinteresado hacia los demás, especialmente hacia los enemigos o simplemente hacia el que no es como nosotros. Señor Jesús, cuántas veces también nosotros, igual que tus discípulos, nos hemos declarado abiertamente seguidores tuyos en los momentos en que realizabas curaciones y prodigios, cuando alimentabas a la multitud y perdonabas los pecados. Pero no fue tan fácil entenderte cuando hablabas de servicio y perdón, de renuncia y sufrimiento. Ayúdanos a que sepamos poner siempre nuestras vidas al servicio de los demás. V Estación El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz «Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo» (Ga 6,2) Reflexión: Señor Jesús, en el camino al Calvario sentiste el peso y la dificultad de llevar esa áspera cruz de madera. En vano esperaste el gesto de ayuda de un amigo, de uno de tus discípulos o de una de las muchas personas a quienes aliviaste sus sufrimientos. Lamentablemente, solo un desconocido, Simón de Cirene, por obligación, te echó una mano. ¿Dónde están hoy los nuevos cireneos del tercer milenio? ¿Dónde los encontramos? Me gustaría mencionar la experiencia de un grupo de religiosas de diferentes nacionalidades, orígenes e institutos de proveniencia con las que, durante más de diecisiete años, visitamos en Roma todos los sábados un centro para mujeres inmigrantes indocumentadas. Mujeres, a menudo jóvenes, en espera de conocer su destino, en vilo entre la deportación y la posibilidad de quedarse. Cuánto sufrimiento, pero también cuánta alegría percibimos en estas mujeres cuando encuentran religiosas provenientes de sus países, que hablan sus lenguas, que secan sus lágrimas, que comparten momentos de oración y de fiesta, que vuelven menos crueles los largos meses pasados entre rejas y en sórdidas calles. Oración: Por todos los cireneos de nuestra historia. Para que nunca les falte el deseo de acogerte bajo la apariencia de los últimos de la tierra, conscientes de que, al tender la mano a los más pobres de nuestra sociedad, te acogemos a ti. Que ellos sean samaritanos portavoces de aquellos que no tienen voz. VIII Estación Jesús encuentra a las mujeres «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos» (Lc 23,28) Reflexión: La situación social, económica y política de los migrantes y de las víctimas de la trata de personas nos cuestiona y nos sacude. Debemos tener el valor, como afirma con fuerza el Papa Francisco, de denunciar el tráfico de seres humanos como un crimen contra la humanidad. Todos nosotros, especialmente los cristianos, debemos tomar más conciencia de que todos somos responsables del problema y que podemos y debemos ser parte de la solución. A todos, pero, sobre todo, a nosotras las mujeres, se nos pide el desafío de ser valientes. La resolución de saber ver y actuar, individualmente y como comunidad. Solamente sumando la pobreza de cada uno, esta puede convertirse en una gran riqueza, capaz de cambiar la mentalidad y de aliviar el sufrimiento de la humanidad. El pobre, el extranjero, el que es diferente no debe ser visto como un enemigo que hay que rechazar o combatir sino, más bien, como un hermano o hermana que hay que acoger y ayudar. Ellos no son un problema, sino un recurso valioso para nuestras ciudades blindadas, donde el bienestar y el consumismo no apaciguan el cansancio y la fatiga crecientes. Oración: Señor, enséñanos a tener tus ojos. Esa mirada de bienvenida y misericordia con la que ves nuestros límites y nuestros temores. Ayúdanos a ver las diferencias de ideas, hábitos y puntos de vista. Ayúdanos a reconocernos a nosotros mismos como parte de la misma humanidad y a convertirnos en promotores de formas audaces y nuevas de acogida a los diferentes, para crear juntos comunidad, familia, parroquias y sociedad civil. IX Estación Jesús cae por tercera vez “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero” (Is53,7) Reflexión: Señor, has caído por tercera vez, exhausto y humillado, bajo el peso de la cruz. Como tantas jóvenes, obligadas en las calles por grupos de traficantes de esclavos, que sufren el cansancio y la humillación de ver sus propios cuerpos y sus sueños manipulados, abusados, destruidos. Esas jóvenes mujeres se sienten como desdobladas: por una parte buscadas y usadas, por otra rechazadas y condenadas por una sociedad que no quiere ver este tipo de explotación, causado por el triunfo de la cultura del usar y tirar. Una de las tantas noches pasadas en las calles de Roma, buscaba una joven recién llegada a Italia. Al no verla en su grupo, la llamaba insistentemente por su nombre: “¡Mercy!”. En la oscuridad, la vi acurrucada y dormida al borde de la calle. Al oírme se despertó y me dijo que no podía más. “Estoy exhausta”, repetía… Pensé en su madre: si supiese lo que le ha sucedido a su hija, se quedaría sin lágrimas. Oración: Señor, ¿cuántas veces nos has dirigido esta pregunta incómoda: “Dónde está tu hermano, dónde está tu hermana”? ¿Cuántas veces nos has recordado que su grito desgarrador había llegado hasta ti? Ayúdanos a compartir el sufrimiento y la humillación de tantas personas tratadas como desechos. Es muy fácil condenar seres humanos y situaciones vergonzosas que humillan nuestro falso pudor, pero no es tan fácil asumir nuestras responsabilidades como individuos, como gobiernos y también como comunidades cristianas. X Estación Jesús es despojado de sus vestiduras “Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia” (Col 3,12) Reflexión: Dinero, bienestar, poder. Son los ídolos de todas las épocas. También y sobre todo de la nuestra, que presume de los grandes pasos dados en el reconocimiento de los derechos de la persona. Todo se puede comprar, incluso el cuerpo de los menores, despojados de su dignidad y de su futuro. Hemos olvidado la centralidad del ser humano, su dignidad, su belleza, su fuerza. Mientras en el mundo se levantan muros y barreras, queremos recordar y agradecer a todos los que, en estos últimos meses, desde distintas funciones han arriesgado su propia vida, particularmente en el Mar Mediterráneo, para salvar las de tantas familias en busca de seguridad y oportunidades. Seres humanos escapando de la pobreza, las dictaduras, la corrupción, la esclavitud. Oración: Ayúdanos, Señor, a descubrir la belleza y la riqueza que toda persona y todo pueblo encierran en sí como don tuyo, único e irrepetible, para poner al servicio de toda la sociedad y no para alcanzar intereses personales. Te pedimos, Señor, que tu ejemplo y tus enseñanzas de misericordia y perdón, de humildad y paciencia nos hagan un poco más humanos y, por tanto, más cristianos. XI Estación Jesús es clavado en la cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) Reflexión: Nuestra sociedad proclama la igualdad de derechos y la dignidad de todos los seres humanos; pero practica y tolera la desigualdad, acepta incluso hasta sus formas más extremas. Hombres, mujeres y niños son comprados y vendidos como esclavos por los nuevos mercaderes de seres humanos. A su vez, las víctimas de la trata son explotadas por otros individuos. Y finalmente desechadas como mercancía sin valor. ¿Cuántos se hacen ricos devorando la carne y la sangre de los pobres? Oración: Señor, cuántas personas todavía hoy son clavadas en una cruz, víctimas de una explotación deshumana, privadas de dignidad, de libertad, de futuro. Su grito de auxilio nos interpela como hombres y mujeres, como gobiernos, como sociedad y como Iglesia. ¿Cómo es posible que continuemos crucificándote, siendo cómplices de la trata de seres humanos? Concédenos ojos para ver y un corazón para sentir los sufrimientos de tantas personas que aún hoy son clavadas en la cruz de nuestros sistemas de vida y de consumo. XII Estación Jesús muere en la cruz “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34) Reflexión: También tú, Señor, has sentido en la cruz el peso de la burla, del desprecio, de los insultos, de la violencia, del abandono, de la indiferencia. Solo María, tu madre, y otras pocas discípulas, permanecieron allí, testigos de tu sufrimiento y de tu muerte. Que su ejemplo nos inspire a comprometernos para no hacer sentir la soledad a cuantos agonizan hoy en tantos calvarios dispersos por el mundo, como los campos de acogida similares a campos de concentración en los países de tránsito, los barcos a los que se niega un puerto seguro, las largas negociaciones burocráticas para llegar al destino final, los centros de permanencia, las zonas críticas, los campos para trabajadores temporales. Oración: Te pedimos, Señor, que nos ayudes a estar cerca de los nuevos crucificados y desesperados de nuestro tiempo. Enséñanos a enjugar sus lágrimas, a confortarlos como supieron hacerlo María y las otras mujeres al pie de tu cruz. XIII Estación Jesús es bajado de la cruz “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn12,24) Reflexión: ¿Quién recuerda, en esta era de noticias vertiginosas, a las veintiséis jóvenes nigerianas, desaparecidas bajo las olas, cuyos funerales fueron celebrados en Salerno? Su calvario fue duro y largo. Primero la travesía por el desierto del Sahara, hacinadas en un improvisado autobús. Después la parada forzosa en los horribles campos de acogida en Libia. Finalmente, el salto al mar, donde encontraron la muerte a las puertas de la “tierra prometida”. Dos de ellas llevaban en su seno el don de una nueva vida, niños que no verán nunca la luz del sol. Pero su muerte, como la de Jesús bajado de la cruz, no fue en vano. Confiamos todas estas vidas a la misericordia del Padre nuestro y de todos, pero sobre todo Padre de los pobres, de los desesperados y de los humillados. Oración:Señor, en este momento, sentimos resonar una vez más el clamor que el papa Francisco elevó en Lampedusa, meta de su primer viaje apostólico: «¿Quién ha llorado?». Y ahora, después de infinitos naufragios, seguimos clamando: «¿Quién ha llorado?». ¿Quién ha llorado?, nos preguntamos frente a los 26 ataúdes alineados y en los que se distingue una rosa blanca. Solo cinco de ellas fueron identificadas. Con o sin nombre, todas, sin embargo, son hijas y hermanas nuestras. Todas merecen nuestro respeto y recuerdo. Todas nos piden que nos sintamos responsables: instituciones, autoridades y también nosotros, por nuestro silencio y nuestra indiferencia. XIV Estación Jesús es puesto en el sepulcro “Está cumplido” (Jn 19,30) Reflexión: El desierto y el mar se han convertido en los nuevos cementerios de hoy. Frente a esas muertes no hay respuestas; pero hay responsabilidad. Hermanos que dejan morir a otros hermanos. Hombres, mujeres, niños que no hemos podido o querido salvar. Mientras los gobiernos discuten, encerrados en los palacios del poder, el Sahara se llena de esqueletos de personas que no han resistido el cansancio, el hambre, la sed. ¡Cuánto dolor provocan estos nuevos éxodos! Cuánta crueldad se ensaña con el que huye: los viajes de la desesperación, las extorsiones y las torturas, el mar transformado en tumba de agua. Oración: Señor, haznos comprender que todos somos hijos del mismo Padre. Que la muerte de tu hijo Jesús haga que los jefes de las naciones y los responsables de las legislaciones tomen conciencia de su rol en defensa de toda persona creada a tu imagen y semejanza. Conclusión Queremos recordar la historia de la pequeña Favour, de 9 meses, que partió de Nigeria junto a sus jóvenes padres en busca de un futuro mejor en Europa. Durante el largo y peligroso viaje en el Mediterráneo, su mamá y su papá murieron junto a centenares de personas que se habían fiado de los traficantes sin escrúpulos para poder alcanzar la “tierra prometida”. Solo Favour sobrevivió, también ella, como Moisés, fue salvada de las aguas. Que su vida se convierta en luz de esperanza en el camino hacia una humanidad más fraterna. Oración: Al concluir tu Vía Crucis, te pedimos Señor que nos enseñes a velar, junto a tu Madre y a las mujeres que te acompañaron en el Calvario, en espera de tu resurrección. Que ella sea faro de esperanza, de alegría, de vida nueva, de fraternidad, de acogida y de comunión entre los pueblos, las religiones y las leyes. Para que todos los hijos e hijas del hombre sean reconocidos verdaderamente en su dignidad de hijos e hijas de Dios y nunca más tratados como esclavos.

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ÍA CRUCIS EN EL COLISEO ORACIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo: la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor; la cruz de las personas solas y abandonadas incluso por sus propios hijos y parientes; la cruz de los pueblos sedientos de justicia y paz; la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe; la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y de la soledad; la cruz de los migrantes que encuentran puertas cerradas por miedo y corazones blindados por cálculos políticos; la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza; la cruz de la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura de lo momentáneo; la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la ligereza homicida y el egoísmo; la cruz de los consagrados que buscan incansablemente llevar tu luz al mundo y se sienten rechazados, ridiculizados y humillados; la cruz de los consagrados que, por el camino, han olvidado su primer amor; la cruz de tus hijos que, creyendo en ti y tratando de vivir de acuerdo con tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familiares y sus coetáneos; la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas; la cruz de tu Iglesia que, fiel a tu Evangelio, le cuesta llevar tu amor también a los mismos bautizados; la cruz de la Iglesia, tu esposa, que se siente continuamente atacada desde dentro y desde fuera; la cruz de nuestra casa común que se marchita ante nuestros ojos egoístas y ciegos por la codicia y el poder. Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte. Amén.