Archive

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO SOBRE REFUGIADOS ORGANIZADO POR LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA

Queridos hermanos y hermanas, ¡bienvenidos!
Os acojo al finalizar el Congreso sobre las “Iniciativas en la educación de los
refugiados y de los migrantes”. Doy las gracias al profesor Cernera por las palabras
con las que ha introducido este encuentro.
En vuestro congreso habéis planteado una reflexión enraizada en las necesidades
de los hermanos y de las hermanas migrantes, en particular de los más pequeños y
de los más jóvenes. Habéis escuchado su deseo de ir a la escuela y de seguir los
estudios, aunque desarraigados de sus tierras. Os felicito. Y quisiera evidenciar la
importancia de vuestra contribución en tres ámbitos que son competencia vuestra:
el de la investigación, el de la enseñanza y el de la promoción social. Porque a los
migrantes no basta con acogerles, los migrantes deben ser acogidos, acompañados,
promovidos e integrados. Cuatro pasos: acogidos, acompañados, promovidos e
integrados.
En lo que se refiere a la investigación, considero oportuno llevar adelante ulteriores
estudios del llamado “derecho a no tener que emigrar”. Es importante reflexionar
sobre las causad de los flujos migratorios y sobre las formas de violencia que
empujan a partir hacia otros países. Me refiero naturalmente a los conflictos que
devastan tantas regiones del mundo. Pero quisiera también subrayar otro tipo de
violencia, que es el abuso de nuestra casa común. El planeta está debilitado por la
excesiva explotación de sus recursos y desgastado por decenios de contaminación.
Debido a ello, cada vez más personas están obligadas a dejar sus propias tierras,
que se han vuelto inhabitables. El mundo académico —en particular el católico—
está llamado a ejercer un rol de primer plano en el dar respuestas a los desafíos
ecológicos. Sobre la base de datos científicos, podéis contribuir a iluminar y orientar
las elecciones de los gobernantes hacia un cuidado eficaz de la casa común.
En lo que se refiere al ámbito de la enseñanza, quiero daros las gracias por el gran
compromiso en la realización de programas dirigidos a favorecer la educación de los
refugiados. Se ha hecho mucho, pero aún queda mucho por hacer. En este sentido,
será importante seguir dando prioridad a los más vulnerables. Puede resultar eficaz,
en este sentido, la oferta de cursos que respondan a sus necesidades, la
organización de cursos educativos a distancia, y la asignación de becas que
permitan su reubicación. Aprovechando la red académica internacional, las
universidades pueden también facilitar el reconocimiento de los títulos de estudio y
de las competencias profesionales de los migrantes y de los refugiados, en beneficio
de ellos mismos y de las sociedades que los acogen.
La escuela y la universidad son espacios privilegiados no solo de enseñanza, sino
también de encuentro e integración. «Podemos madurar en humanidad y construir
juntos un “nosotros” más grande. En la disponibilidad recíproca se generan espacios
de confrontación fecunda entre visiones y tradiciones diferentes, que abren la
mente a perspectivas nuevas» (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del
Refugiado 2022 ). Para responder adecuadamente a los nuevos desafíos
migratorios, es necesario formar de modo específico y profesional a los operadores
y los profesores que trabajan con los migrantes y los refugiados. Las universidades
católicas están llamadas a educar a los propios estudiantes, que mañana serán
administradores, empresarios y artífices de cultura, a una lectura atenta del
fenómeno migratorio, en una perspectiva de justicia y corresponsabilidad global y
de comunión en la diversidad. Hay que promover encuentros significativos con los
protagonistas, de forma que docentes y estudiantes tengan la oportunidad de
conocer las historias de hombres y mujeres migrantes, refugiados, desplazados y
de las víctimas de la trata.
El ámbito de la promoción social ve la universidad como una institución que
interactúa con el contexto social en el que trabaja. Esta puede contribuir a
identificar e indicar las bases para construir una sociedad intercultural, donde las
diversidades étnicas, lingüísticas y religiosas sean consideradas una riqueza y no un
obstáculo para el futuro común. Además, las universidades son un ámbito
privilegiado para promover entre los jóvenes el voluntariado a favor de los
refugiados, los solicitantes de asilo y los migrantes más vulnerables.
Con ocasión de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que fue celebrada
el domingo pasado, invité a todos a comprometerse en la construcción del futuro
con los migrantes. De hecho, «la historia nos enseña que la aportación de los
migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico
de nuestras sociedades. Y lo sigue siendo también hoy. Su trabajo, su capacidad de
sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los
acogen. Pero esta aportación podría ser mucho mayor si se valorara y se apoyara
mediante programas específicos. Se trata de un enorme potencial, pronto a
manifestarse, si se le ofrece la oportunidad» (ibid.).
Queridos amigos, el trabajo que lleváis adelante en estos grandes ámbitos
—investigación, enseñanza y promoción social— encuentra sus coordinadas en los
cuatro verbos que sintetizan el compromiso de la Iglesia con los migrantes y los
refugiados: acoger, proteger o acompañar, promover e integrar. Todas las
instituciones educativas están llamadas a ser lugares de acogida, de protección o
acompañamiento, de promoción e integración para todos, sin excluir a nadie.
Os doy las gracias por vuestro compromiso y os deseo llevarlo adelante con fruto.
De corazón os bendigo a cada uno de vosotros y a vuestros colaboradores. Y os
pido por favor que recéis por mí. Gracias.

Archive

VISITA PASTORAL A MATERA PARA LA CLAUSURA DEL 27 CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

Al final de esta Celebración, quiero daros las gracias a todos los que habéis
participado en representación del Pueblo santo de Dios que está en Italia. Y le estoy
agradecido al cardenal Zuppi que se ha hecho su portavoz. Felicito a la comunidad
diocesana de Matera-Irsina por el esfuerzo organizativo y de acogida; y agradezco a
todos los que han colaborado en este Congreso Eucarístico.
Ahora, antes de concluir, nos dirigimos a la Virgen María, Mujer eucarística. A Ella le
encomendamos el camino de la Iglesia en Italia, para que en cada comunidad se
sienta el perfume de Cristo Pan vivo bajado del Cielo. Hoy me atrevería a pedir por
Italia: más nacimientos, más hijos. E invocamos su materna intercesión para las
necesidades más urgentes del mundo.
Pienso, en particular, en Myanmar. Desde hace más de dos años ese noble país se
ha visto azotado por graves enfrentamientos armados y violencias, que han
causado muchas víctimas y desplazados. Esta semana escuché el grito de dolor por
la muerte de niños en una escuela bombardeada. Se ve que hoy en el mundo está
de moda bombardear las escuelas. ¡Que el grito de estos pequeños no caiga en el
olvido! ¡Estas tragedias no tienen que suceder!
Que María, Reina de la Paz, consuele al martirizado pueblo ucraniano y obtenga
para los líderes de las naciones la fuerza de voluntad para encontrar
inmediatamente iniciativas eficaces que conduzcan al fin de la guerra.
Me sumo al llamamiento de los obispos de Camerún por la liberación de algunas
personas secuestradas en la diócesis de Mamfe, entre ellas cinco sacerdotes y una
monja. Ruego por ellos y por la población de la provincia eclesiástica de Bamenda:
que el Señor conceda la paz a los corazones y a la vida social de ese querido país.
Hoy, en este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del
Refugiado, sobre el tema «Construir el futuro con los migrantes y refugiados».
Renovemos nuestro compromiso de construir el futuro según el proyecto de Dios:
un futuro en el que cada persona encuentre su lugar y sea respetada; donde los

migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata puedan vivir en paz y con
dignidad. Porque el Reino de Dios se realiza con ellos, sin excluidos. Es también
gracias a estos hermanos y hermanas que las comunidades pueden crecer a nivel
social, económico, cultural y espiritual; y compartir las diferentes tradiciones
enriquece al Pueblo de Dios. ¡Comprometámonos todos a construir un futuro más
inclusivo y fraterno! Los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos
e integrados.

Archive

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 108ª JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO 2022

«No tenemos aquí abajo una ciudad permanente, sino que buscamos la futura» (Hb
13,14).
Queridos hermanos y hermanas:
El sentido último de nuestro “viaje” en este mundo es la búsqueda de la verdadera
patria, el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo, que encontrará su plena
realización cuando Él vuelva en su gloria. Su Reino aún no se ha cumplido, pero ya
está presente en aquellos que han acogido la salvación. «El Reino de Dios está en
nosotros. Aunque todavía sea escatológico, sea el futuro del mundo, de la
humanidad, se encuentra al mismo tiempo en nosotros». (S. Juan Pablo II, Visita a
la parroquia romana de San Francisco de Asís y Santa Catalina de Siena, Patronos
de Italia (26 noviembre 1989))
La ciudad futura es una «ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor
es Dios» (Hb 11,10). Su proyecto prevé una intensa obra de edificación, en la que
todos debemos sentirnos comprometidos personalmente. Se trata de un trabajo
minucioso de conversión personal y de transformación de la realidad, para que se
adapte cada vez más al plan divino. Los dramas de la historia nos recuerdan cuán
lejos estamos todavía de alcanzar nuestra meta, la Nueva Jerusalén, «morada de
Dios entre los hombres» (Ap 21,3). Pero no por eso debemos desanimarnos. A la
luz de lo que hemos aprendido en las tribulaciones de los últimos tiempos, estamos
llamados a renovar nuestro compromiso para la construcción de un futuro más
acorde con el plan de Dios, de un mundo donde todos podamos vivir dignamente en
paz.
«Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y
una tierra nueva donde habitará la justicia» (2 P 3,13). La justicia es uno de los
elementos constitutivos del Reino de Dios. En la búsqueda cotidiana de su voluntad,
ésta debe edificarse con paciencia, sacrificio y determinación, para que todos los
que tienen hambre y sed de ella sean saciados (cf. Mt 5,6). La justicia del Reino
debe entenderse como la realización del orden divino, de su armonioso designio,
según el cual, en Cristo muerto y resucitado, toda la creación vuelve a ser “buena”
y la humanidad “muy buena” (cf. Gn 1,1-31). Sin embargo, para que reine esta
maravillosa armonía, es necesario acoger la salvación de Cristo, su Evangelio de
amor, para que se eliminen las desigualdades y las discriminaciones del mundo
presente.
Nadie debe ser excluido. Su proyecto es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro
a los habitantes de las periferias existenciales. Entre ellos hay muchos migrantes y
refugiados, desplazados y víctimas de la trata. Es con ellos que Dios quiere edificar
su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. La inclusión de las
personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena
ciudadanía. De hecho, dice el Señor: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en
herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve
hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de
paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y
me vinieron a ver» (Mt 25,34-36).
Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y
valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación. Me gusta
ver este enfoque del fenómeno migratorio en unavisión profética de Isaías, en la
que los extranjeros no figuran como invasores y destructores, sino como
trabajadores bien dispuestos que reconstruyen las murallas de la Nueva Jerusalén,
la Jerusalén abierta a todos los pueblos (cf. Is 60,10-11).
En la misma profecía, la llegada de los extranjeros se presenta como fuente de
enriquecimiento: «Se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las
naciones llegarán hasta ti» (60,5). De hecho, la historia nos enseña que la
aportación de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento
social y económico de nuestras sociedades. Y lo sigue siendo también hoy. Su
trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las
comunidades que los acogen. Pero esta aportación podría ser mucho mayor si se
valorara y se apoyara mediante programas específicos. Se trata de un enorme
potencial, pronto a manifestarse, si se le ofrece la oportunidad.
Los habitantes de la Nueva Jerusalén —sigue profetizando Isaías— mantienen
siempre las puertas de la ciudad abiertas de par en par, para que puedan entrar los
extranjeros con sus dones: «Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán
ni de día ni de noche, para que te traigan las riquezas de las naciones» (60,11). La
presencia de los migrantes y los refugiados representa un enorme reto, pero
también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Gracias a
ellos tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su
diversidad. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un “nosotros” más
grande. En la disponibilidad recíproca se generan espacios de confrontación fecunda
entre visiones y tradiciones diferentes, que abren la mente a perspectivas nuevas.
Descubrimos también la riqueza que encierran religiones y espiritualidades
desconocidas para nosotros, y esto nos estimula a profundizar nuestras propias
convicciones.
En la Jerusalén de las gentes, el templo del Señor se embellece cada vez más
gracias a las ofrendas que llegan de tierras extranjeras: «En ti se congregarán
todos los rebaños de Quedar, los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio: subirán
como ofrenda aceptable sobre mi altar y yo glorificaré mi Casa gloriosa» (60,7). En
esta perspectiva, la llegada de migrantes y refugiados católicos ofrece energía
nueva a la vida eclesial de las comunidades que los acogen. Ellos son a menudo
portadores de dinámicas revitalizantes y animadores de celebraciones vibrantes.
Compartir expresiones de fe y devociones diferentesrepresenta una ocasión
privilegiada para vivir con mayor plenitud la catolicidad del pueblo de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, y especialmente ustedes, jóvenes, si queremos
cooperar con nuestro Padre celestial en la construcción del futuro, hagámoslo junto
con nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados. ¡Construyámoslo hoy!
Porque el futuro empieza hoy, y empieza por cada uno de nosotros. No podemos
dejar a las próximas generaciones la responsabilidad de decisiones que es necesario
tomar ahora, para que el proyecto de Dios sobre el mundo pueda realizarse y venga
su Reino de justicia, de fraternidad y de paz.
Oración
Señor, haznos portadores de esperanza,
para que donde haya oscuridad reine tu luz,
y donde haya resignación renazca la confianza en el futuro.
Señor, haznos instrumentos de tu justicia,
para que donde haya exclusión, florezca la fraternidad,
y donde haya codicia, florezca la comunión.
Señor, haznos constructores de tu Reino
junto con los migrantes y los refugiados
y con todos los habitantes de las periferias.
Señor, haz que aprendamos cuán bello es
vivir como hermanos y hermanas. Amén.
Roma, San Juan de Letrán, 9 de mayo de 2022

Archive

APERTURA DE LA SESIÓN PLENARIA DEL VII CONGRESO DE LÍDERES DE RELIGIONES MUNDIALES Y TRADICIONALES

[…] Después de los desafíos de la pandemia y de la paz, recabamos un tercer
desafío, el de la acogida fraterna. Hoy es grande la dificultad de aceptar al ser
humano. Cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados.
Hay una cultura del descarte. Numerosos hermanos y hermanas mueren
sacrificados en el altar del lucro, envueltos en el incienso sacrílego de la
indiferencia. Y, sin embargo, todo ser humano es sagrado. «Homo sacra res
homini», decían los antiguos (Séneca, Epistulae morales ad Lucilium, 95,33). Es
sobre todo tarea nuestra, de las religiones, recordarlo al mundo. Nunca como ahora
presenciamos grandes movimientos de poblaciones, causados por las guerras, la
pobreza, los cambios climáticos, en la búsqueda de un bienestar que el mundo
globalizado permite conocer, pero al que a menudo es difícil acceder. Un gran éxodo
está en curso, desde las regiones más necesitadas se busca alcanzar aquellas con
mayor bienestar. Lo vemos todos los días, en las diversas migraciones en el mundo.
No es un dato de crónica, es un hecho histórico que requiere soluciones
compartidas y amplitud de miras. Ciertamente, defender las propias seguridades
adquiridas y cerrar las puertas por miedo viene de manera instintiva; es más fácil
sospechar del extranjero, acusarlo y condenarlo antes que conocerlo y entenderlo.
Pero es nuestro deber recordar que el Creador, que vela los pasos de toda criatura,
nos exhorta a tener una mirada semejante a la suya, una mirada que reconozca el
rostro del hermano. Al hermano migrante es necesario recibirlo, acompañarlo,
promoverlo e integrarlo. […]

Archive

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PÚBLICA DE CONFINDUSTRIA

Please note that this document is an unofficial translation and is provided for
reference only.

[…] Todavía en el tema de la natalidad: a veces, una mujer que trabaja aquí o
trabaja allá, tiene miedo de quedar embarazada, porque hay una realidad -no digo
entre ustedes- pero hay una realidad que en cuanto usted comienzan a ver el
vientre, lo ahuyentan. «No, no, no puedes quedar embarazada». Por favor, este es
un problema de mujeres trabajadoras: estudienlo, vean como hacer que una mujer
embarazada siga adelante, tanto con el hijo que está esperando como con el
trabajo. Y aún hablando de trabajo, hay otro tema a destacar. Italia tiene una fuerte
vocación comunitaria y territorial: el trabajo siempre ha sido considerado dentro de
un pacto social más amplio, donde la empresa es parte integral de la comunidad. El
territorio vive de la empresa y la empresa se nutre de los recursos locales,
contribuyendo sustancialmente al bienestar de los lugares en los que se ubica. En
este sentido, cabe destacar el papel positivo que juegan las empresas sobre la
realidad de la inmigración, favoreciendo la integración constructiva y potenciando
las competencias imprescindibles para la supervivencia de la empresa en el
contexto actual. Al mismo tiempo es necesario reafirmar enérgicamente el “no” a
cualquier forma de explotación de las personas y negligencia en su seguridad. El
problema de los migrantes: el migrante debe ser acogido, acompañado, apoyado e
integrado, y la forma de integrarlo es el trabajo. Pero si el migrante es rechazado o
simplemente utilizado como peón sin derechos, eso es una gran injusticia y también
le hace daño a la patria. […]

Archive

CONSISTORIO ORDINARIO PÚBLICO PARA LA CREACIÓN DE NUEVOS CARDENALES Y PARA EL VOTO SOBRE ALGUNAS CAUSAS DE CANONIZACIÓN

[…] Queridos hermanos y hermanas, volvamos a mirar a Jesús: sólo Él conoce el
secreto de esta magnanimidad humilde, de este poder manso, de esta universalidad
atenta a los detalles. El secreto del fuego de Dios, que desciende del cielo,
iluminando de un extremo al otro, y que cocina lentamente el alimento de las
familias pobres, de los migrantes, o de quienes no tienen un hogar. También hoy
Jesús quiere traer este fuego a la tierra; quiere encenderlo de nuevo en las orillas
de nuestras historias diarias. Nos llama por nuestro nombre, a cada uno de
nosotros nos llama por nuestro nombre, no somos un número; nos mira a los ojos y
nos pregunta: Tú, nuevo Cardenal —y a todos ustedes, hermanos Cardenales—,
¿puedo contar contigo? Esa es la pregunta del Señor. […]

Archive

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA PEREGRINACIÓN DE MINISTRANTES DE FRANCIA

Please note that this document is an unofficial translation and is provided for
reference only.

[…] Pero servir a la Misa requiere un seguimiento: «¡Servir y listo!». Sabéis que
Jesús está presente en el pueblo de los hermanos que encontramos. Después de
servir a Jesús en la Misa, os envía a servirle en las personas que encontráis durante
el día, especialmente si son pobres y desfavorecidas, porque él está
particularmente unido a ellas.
Quizás tengas amigos que viven en barrios difíciles o que enfrentan grandes
sufrimientos, incluso adicciones; conoces a jóvenes desarraigados, inmigrantes o
refugiados. Os exhorto a acogerlos con generosidad, a sacarlos de su soledad y a
haceros amigos.
Muchos jóvenes de tu edad necesitan que alguien les diga que Jesús los conoce,
que los ama, que los perdona, que comparte sus problemas, que los mira con
ternura sin juzgarlos. Con tu coraje, tu entusiasmo, tu espontaneidad, puedes
alcanzarlos. Los invito a estar cerca el uno del otro. Insisto en esto: cercanía entre
vosotros, cercanía con los miembros de vuestras familias, cercanía con los demás
jóvenes. Evita caer en la tentación del encierro en ti mismo, del egoísmo, de
encerrarte en tu mundo, en pequeños grupos, en redes sociales virtuales. Es mejor
que prefieras las amistades reales, no las virtuales, que son ilusorias y te aprisionan
y te separan de la realidad. […]

Archive

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA PEREGRINACIÓN DE LA DIÓCESIS DE LODI

Please note that this document is an unofficial translation and is provided for
reference only.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Agradezco al obispo el saludo que me ha dirigido en vuestro nombre y en el de toda
la comunidad de Lodi, a la que representáis bien tanto en la dimensión eclesial
como en la cívica. Y doy las gracias al obispo emérito, porque me gusta que los
eméritos sigan participando en la vida de la Iglesia, y no se encierren… ¡Vamos,
ánimo! En efecto, sois sacerdotes, mujeres consagradas, seminaristas y fieles
laicos, delegados sinodales y representantes de parroquias y asociaciones,
voluntarios y operadores de comunicación, junto con las autoridades públicas de la
Provincia y del área de Lodi, con los Alcaldes, en particular los de la primera «zona
roja» en Occidente por la epidemia de covid-19.
Las razones que te impulsaron a venir son diferentes. Me gusta recordar primero lo
que me une a vosotros con una especie de «parentesco» que yo llamaría
«bautismal». Como sabéis, el sacerdote que me bautizó, el padre Enrico Pozzoli, y
que luego me ayudó a entrar en la Compañía [de Jesús] y me siguió toda mi vida,
es hijo de vuestra tierra, natural de Senna Lodigiana, en el » inferior ”, cerca del río
Po. Atraído por el carisma de Don Bosco, partió de joven para Turín y, habiéndose
hecho salesiano, fue enviado inmediatamente a Argentina, donde permaneció toda
su vida. Se hizo amigo de mis padres y también los ayudó a aceptar mi llamado al

sacerdocio. Me alegré cuando su buen compatriota -que aquí está presente-
recopiló documentos y noticias sobre él y escribió su biografía. Lo tuve enseguida,

por supuesto, pero hoy lo recibo en forma oficial, por así decirlo, y con emoción,
porque me lo traéis vosotros, amigos de Senna Lodigiana, conciudadanos de don
Pozzoli, ¡que fue un verdadero salesiano! Un hombre sabio, bueno, trabajador;
apóstol del confesionario -no se cansaba de confesar-, misericordioso, capaz de
escuchar y de dar buenos consejos. ¡Muchas gracias! Por eso digo que estamos un
poco emparentados, pero no de sangre, no, el hilo que nos une es mucho más
fuerte y más sagrado porque es el del Bautismo!

Hablando de lazos con vuestra tierra de Lodi, no podemos olvidar que hay otro,
esta vez por una gran santa: Francesca Saverio Cabrini, natural de Sant’Angelo
Lodigiano, que fundó las Misioneras del Sagrado Corazón en Codogno y es la
patrona de los migrantes. Soy hijo de migrantes; Argentina se ha convertido en el
hogar de muchas y muchas familias de inmigrantes, en su mayoría italianos, y
Santa Cabrini y los Cabriniane son una presencia importante en Buenos Aires. Hoy
quiero expresarles mi admiración y mi gratitud por esta mujer que, junto con el
obispo Scalabrini, es testigo de la cercanía de la Iglesia a los migrantes: ¡su
carisma es más actual que nunca! Pido vuestra intercesión para que vuestra
comunidad diocesana esté siempre atenta a los signos de los tiempos y saque de la
caridad de Cristo la valentía para vivir hoy la misión.
El padre Pozzoli y sobre todo san Cabrini nos recuerdan que la evangelización se
hace esencialmente con la santidad de la vida, testimoniando el amor en los hechos
y en la verdad (cf. 1 Jn 3, 18). Y también lo es la transmisión de la fe en las
familias, a través de un testimonio sencillo y convencido. Pienso en abuelos y
abuelas que transmiten la fe con el ejemplo y con la sabiduría de sus consejos.
Porque la fe debe transmitirse «en dialecto», siempre, de ninguna otra manera.
Abuelos, papá, mamá… La fe hay que transmitirla en dialecto. Sabemos bien que
hoy el mundo ha cambiado, de hecho, está en constante cambio. Hay una
necesidad de buscar nuevas formas, nuevos métodos, nuevos lenguajes. El camino
principal, sin embargo, sigue siendo el mismo: el del testimonio, de una vida
moldeada por el Evangelio. El Concilio Vaticano II nos mostró este camino, y las
Iglesias particulares están llamadas a caminar en él con actitud de salida, con una
conversión misionera que involucre a todos ya todo.
Vuestra Iglesia laudense ha vivido ya dos Sínodos después del Concilio Vaticano II:
el XIII y, recientemente, el XIV. Ahora bien, el camino sinodal que emprendemos
como Iglesia universal quiere ayudar a todo el Pueblo de Dios a crecer
precisamente en esta dimensión esencial, constitutiva y permanente de ser Iglesia:
caminar juntos, en la escucha recíproca, en la variedad de carismas y ministerios. ,
bajo la guía del Espíritu Santo, quien crea armonía y unidad a partir de la
diversidad. Acojo de vosotros el Libro de vuestro reciente Sínodo diocesano como
signo de comunión, y os exhorto a continuar el camino, fieles a las raíces y abiertos
al mundo, con la sabiduría y la paciencia de los campesinos y la creatividad de los
artesanos. ; comprometidos con el cuidado de los pobres y el cuidado de la tierra
que Dios nos ha confiado. El camino sinodal es el desarrollo de una dimensión de la
Iglesia. Una vez escuché decir: “Queremos una Iglesia más sinodal y menos
institucional”: esto no está bien. El camino sinodal es institucional, porque aparece
pertenece a la esencia misma de la Iglesia. Estamos en sínodo porque es una
institución. […]

Archive

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO PROMOVIDO DE LA RED INTERNACIONAL DE LEGISLADORES CATÓLICOS

Please note that this document is an unofficial translation and is provided for
reference only.

Dicha,
Eminencias, Excelencias,
Distinguidos señoras y señores,
Me complace extender mi bienvenida a todos los que participan en la reunión de la
Red Internacional de Legisladores Católicos. Agradezco al Cardenal Schönborn y al
Dr. Alting von Geusau sus palabras de saludo, y agradezco también a todos los que
organizaron este encuentro. Saludo también a Su Santidad Ignatius Aphrem II,
Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Siria, y me alegra que esté presente con nosotros.
Os habéis reunido para reflexionar sobre la importante cuestión de promover la
justicia y la paz en la actual situación geopolítica, marcada por los conflictos y
divisiones que afectan a muchas zonas del mundo. En este sentido, quisiera ofrecer
unas breves reflexiones sobre tres palabras clave que pueden ayudar a orientar
vuestros debates en estos días: justicia, fraternidad y paz.
La primera palabra, justicia, definida clásicamente como la voluntad de dar a cada
uno lo que le corresponde, implica, según la tradición bíblica, acciones concretas
encaminadas a promover relaciones justas con Dios y con los demás, a fin de que el
bien de las personas y de los demás la comunidad puede florecer. En el mundo de
hoy, muchas personas están exigiendo justicia, especialmente los más vulnerables
que muchas veces no tienen voz y que esperan que los líderes civiles y políticos
protejan, a través de leyes y políticas públicas efectivas, su dignidad como hijos de
Dios y la inviolabilidad de sus derechos humanos básicos. . Pienso, por ejemplo, en
los pobres, los migrantes, los refugiados, las víctimas de la trata de personas, los
enfermos, los ancianos y muchas otras personas que corren el riesgo de ser
explotadas o descartadas por la cultura del «desechado» actual, la cultura del
desecho. Vuestro reto es trabajar para salvaguardar y potenciar en la esfera pública
aquellas justas relaciones que permitan a cada persona ser tratada con el respeto y

el amor que le corresponde. Como nos recuerda el Señor: «Haced con los demás lo
que queráis que hagan con vosotros» (Mt 7,12; cf. Lc 6,31).
Esto nos lleva a la segunda palabra clave: fraternidad. En efecto, una sociedad justa
no puede existir sin el vínculo de la fraternidad, es decir, sin un sentido de
responsabilidad compartida y preocupación por el desarrollo y el bienestar integral
de cada miembro de nuestra familia humana. Por eso, “para hacer posible el
desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de
pueblos y naciones que viven la amistad social, es necesaria la mejor política,
puesta al servicio del verdadero bien común” (Enc. Todos los hermanos, 154). Si
queremos sanar nuestro mundo, tan severamente probado por rivalidades y formas
de violencia que nacen del deseo de dominar en lugar de servir, necesitamos no
sólo ciudadanos responsables, sino también líderes capaces, inspirados en un amor
fraterno dirigido sobre todo a aquellos que se encuentran en las condiciones de vida
más precarias. En este sentido, aliento sus continuos esfuerzos, a nivel nacional e
internacional, para la adopción de políticas y leyes que busquen enfrentar, con
espíritu solidario, las numerosas situaciones de desigualdad e injusticia que
amenazan el tejido social y la dignidad intrínseca. de todas las personas.
Finalmente, el esfuerzo por construir nuestro futuro común requiere la búsqueda
constante de la paz. La paz no es simplemente la ausencia de guerra. Por otro lado,
el camino hacia una paz duradera requiere la cooperación, especialmente de parte
de quienes tienen mayores responsabilidades, en la búsqueda de objetivos que
beneficien a todos. La paz nace de un compromiso duradero de diálogo recíproco,
de una búsqueda paciente de la verdad y del deseo de anteponer el bien auténtico
de la comunidad al provecho personal. En esta perspectiva, su trabajo como
legisladores y líderes políticos es más importante que nunca. Porque la verdadera
paz sólo puede lograrse cuando nos esforzamos, a través de procesos políticos y
legislativos con visión de futuro, para construir un orden social basado en la
fraternidad universal y la justicia para todos.
Queridos amigos, el Señor os ayude a convertiros en levadura para la renovación de
la vida civil y política, testigos del «amor político» (cf. ibíd., 180 ss.) por los más
necesitados. Espero que vuestro compromiso por la justicia y la paz, alimentado por
un espíritu de solidaridad fraterna, os siga guiando en la noble labor de contribuir al
advenimiento del Reino de Dios en el mundo.
Os bendigo a vosotros, a vuestras familias ya vuestro trabajo. Y les pido, por favor,
que oren por mí. Gracias.

Archive

PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL

[…] Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana, exhortando a
todos a ser constructores de unidad y de paz en la familia, en la Iglesia y en la
sociedad. No es fácil ser constructores de paz, tanto en la familia como en la
Iglesia… unidad; pero tenemos que hacerlo, porque es un buen trabajo. Un
pensamiento también para el pueblo de Ucrania, que aún sufre esta cruel guerra. Y
rezamos también por los migrantes que continuamente llegan. […]