[…] Nuestras Iglesias han salvaguardado la tradición apostólica con gran cuidado, junto con las enseñanzas de los primeros Concilios Ecuménicos y de los Padres de la Iglesia, a pesar de las diferencias desarrolladas en las tradiciones locales y en las formulaciones teológicas, que deben ser comprendidas y aclaradas con mayor profundidad. Al mismo tiempo, ambas Iglesias, con un sentido de responsabilidad hacia el mundo, han sentido esa llamada urgente, que atañe a cada uno de nosotros que hemos sido bautizados, a proclamar el Evangelio a todos los hombres y mujeres. Por esta razón, hoy podemos trabajar juntos en la búsqueda de la paz entre los pueblos, por la abolición de todas las formas de esclavitud, por el respeto y la dignidad de todo ser humano y por el cuidado de la creación. Con la ayuda de Dios, a través del encuentro y el diálogo en nuestro camino juntos durante los últimos cincuenta años, ya experimentamos estar en comunión, a pesar de que todavía no sea plena y completa. […]