Queridos amigos:
Os dirijo un cordial saludo a vosotros, que dirigís el Instituto Europeo de Estudios Internacionales, y os expreso mi agradecimiento por la presentación del volumen La cultura del encuentro: relaciones internacionales, diálogo interreligioso y paz, fruto de la reunión en Estocolmo de octubre de 2019. Saludo al cardenal Anders Arborelius y le agradezco el apoyo que la Iglesia en Suecia ha dado a esta iniciativa, en favor de la promoción del diálogo entre las religiones y al servicio de la unidad de la familia humana.
La persistente crisis sanitaria mundial ha puesto tristemente de manifiesto la urgente necesidad de promover una cultura del encuentro para la entera humanidad, a fin de que crezca entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo el deseo de encontrarse con los demás, de buscar puntos de contacto, de tender puentes, de desarrollar proyectos que incluyan a todos (cf. Encíclica Fratelli tutti, 216). En este contexto, acojo con especial satisfacción la búsqueda de respuestas a las oportunidades y desafíos que esta perspectiva plantea a las religiones del mundo.
Como académicos y diplomáticos de diversos países, vosotros y vuestros colegas desempeñáis un papel importante en la promoción de esta cultura. Por su naturaleza, vuestra contribución debe basarse tanto en un análisis orgánico como en una orientación hacia aplicaciones y resultados prácticos y relacionales, con especial atención a los derechos de los más pobres y marginados. En otras palabras, las mentes y los corazones deben estar en armonía en la búsqueda del bien común universal y —según la mejor tradición de la Escuela de Salamanca— en la búsqueda del desarrollo integral de cada persona, sin excepciones ni injustas discriminaciones.
En la actualidad, este enfoque integrado para defender y promover los derechos de todos es responsabilidad de los líderes políticos y religiosos, ya que es precisamente una cultura del encuentro la que puede sentar las bases de un mundo más unido y reconciliado. Además, solo esta cultura puede conducir a una justicia sostenible y a la paz para todos, así como a un auténtico cuidado de nuestra casa común.
Mientras la humanidad sigue enfrentándose a las incertidumbres y desafíos del presente, os animo a seguir comprometidos con la búsqueda de vías nuevas y creativas que lleven al crecimiento de esta cultura del encuentro, en beneficio también de la concordia y el bienestar de las generaciones futuras. Os doy las gracias por vuestra visita, y os pido por favor que me recordéis en vuestras oraciones. Gracias.