[…] Hablando de paz, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor a las numerosas víctimas del enésimo y trágico naufragio sucedido hoy en el mar de Lampedusa. ¡Me surge la palabra vergüenza! ¡Es una vergüenza! Roguemos juntos a Dios por quien ha perdido la vida: hombres, mujeres, niños, por los familiares y por todos los refugiados. ¡Unamos nuestros esfuerzos para que no se repitan tragedias similares! Sólo una decidida colaboración de todos puede ayudar a prevenirlas.[…]