[…] Es evidente la conexión entre fragilidad ambiental, la inseguridad alimentaria y los movimientos migratorios. El aumento del número de refugiados en el mundo durante los últimos años ―es impresionante la última estadística de las Naciones Unidas― nos ha demostrado que el problema de un país es el problema de toda la familia humana. Para ello se necesita promover un desarrollo agrícola en las regiones más vulnerables, fortaleciendo la resiliencia y la sostenibilidad del territorio. Y esto solo se logrará, por una parte, invirtiendo y desarrollando tecnologías, y por otra, ideando políticas innovadoras y solidarias para el desarrollo. […]