Queridos hermanos en el episcopado:
[…] Iglesia del encuentro y del diálogo, también queréis estar al servicio de todos, sin distinción. Con medios a menudo humildes, manifestáis la caridad de Cristo y de la Iglesia entre los más pobres, los enfermos, las personas ancianas, las mujeres necesitadas y los detenidos. Os agradezco de corazón el papel que desempeñáis cuando acudís en ayuda de los numerosos inmigrantes originarios de África que buscan en vuestros países un lugar de paso o de acogida. Reconociendo su dignidad humana y esforzándoos por despertar las conciencias ante tantos dramas humanos, mostráis el amor que Dios siente por cada uno de ellos. […]