[…] Roma es una ciudad de una belleza única. Su patrimonio espiritual y cultural es extraordinario. Sin embargo, también en Roma hay muchas personas marcadas por miserias materiales y morales, personas pobres, infelices, que sufren, que interpelan la conciencia de cada ciudadano. En Roma tal vez sentimos más fuerte este contraste entre al ambiente majestuoso y lleno de belleza artística, y el malestar social de quien tiene mayor dificultad.
Roma es una ciudad llena de turistas, pero también llena de refugiados. Roma está llena de gente que trabaja, pero también de personas que no encuentran trabajo o hacen trabajos mal pagados y a veces indignos; y todos tienen derecho a ser tratados con la misma actitud de acogida y equidad, porque cada uno es portador de dignidad humana. […]