29 agosto 2017 | Cartas

CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LAS MISIONERAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (CABRINIANAS) EN EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE SANTA FRANCISCA JAVIER CABRINI PATRONA DE LOS MIGRANTES

[…] El carisma de Santa Francisca Javier Cabrini anima una dedicación total e inteligente hacia los emigrantes, que desde Italia iban al Nuevo Mundo. Esta elección es el resultado de su sincera y amorosa obediencia al Santo Padre, el Papa León XIII, y no excluye la atención a otras áreas de acción misionera. En nuestros días los movimientos de poblaciones, con las tensiones que inevitablemente surgen, hacen de la Madre Cabrini una figura singularmente actual. En particular, la Santa une la atención a las situaciones de mayor pobreza y fragilidad, como los huérfanos y los mineros, a una sensibilidad cultural lúcida, que, en un diálogo continuo con las jerarquías locales, se esfuerza por conservar y reavivar en los emigrantes la tradición cristiana recibida en sus países de origen, una religiosidad a veces superficial, pero a menudo impregnada de auténtica mística popular, brindando, por otra parte, los caminos para integrarse plenamente en la cultura de los países de destino, de modo que los emigrantes italianos estuvieran acompañados por las Madres Misioneras para ser plenamente italianos y plenamente americanos. La vitalidad humana y cristiana de los emigrantes se convierte así en un don para las iglesias y los pueblos que la reciben. Las grandes migraciones actuales requieren un acompañamiento lleno de amor e inteligencia como el que caracteriza el carisma Cabriniano, de cara a un encuentro de los pueblos que enriquezca a todos y genere unión y diálogo, y no separación y hostilidad. Sin olvidar que Santa Francisca Javier Cabrini conserva una sensibilidad misionera no sectorial sino universal, que es la vocación de todo cristiano y de cada comunidad de discípulos de Jesús.
Este centenario invita a tomar nuevamente conciencia de todo esto, con gratitud íntima y alegre a Dios. Y esto constituye un gran don, en primer lugar para vosotras, las hijas espirituales de la Madre Cabrini. ¡Ojalá todo vuestro Instituto, cada comunidad, cada religiosa reciban una abundante efusión del Espíritu Santo, que reavive la fe y la secuela de Cristo según el carisma misionero de la Fundadora!; y que empuje también a muchos fieles laicos a compartir y sostener vuestra acción evangélica en el contexto social actual. Por mi parte, con gran afecto os aseguro el recuerdo y la oración, sea porque la figura de la Madre Cabrini siempre me es familiar, sea por la solicitud especial que dedico a la causa de los inmigrantes. Mientras os pido que recéis por mí y por mi ministerio, envío de todo corazón una bendición apostólica especial a la Congregación y a toda la familia Cabriniana.